Un reciente estudio publicado en la revista médica del Colegio Americano de Cardiología arroja datos demoledores sobre la sanidad en Estados Unidos. Allí, como en otros muchos países occidentales (entre ellos España), la principal causa de muerte y morbilidad es la enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECA). La ateroesclerosis es el proceso patológico mediante el cual se depositan poco a poco lípidos y otros componentes en la pared de los vasos sanguíneos en forma de placas, provocando un estrechamiento progresivo de estos vasos. Con el tiempo, se puede producir una obstrucción total o parcial mediante estas placas y también por la formación de trombos (coágulos sanguíneos en los vasos). Como consecuencia, se desencadenan infartos cardíacos, ictus o una enfermedad arterial periférica.
El gasto médico asociado a la ECA en EEUU es especialmente costoso por su carácter crónico y por el precio de los fármacos. Se estima que el gasto anual medio es de más de 2.000 dólares por persona, siendo casi la mitad los gastos por medicamentos. Además, ni siquiera las personas con seguro sanitario se libran de las dificultades financieras por esta enfermedad, debido a los altos costes del seguro.
A pesar de que este gran gasto sanitario por la ECA es una preocupación pública, no existían estimaciones nacionales sobre la carga real que supone en los bolsillos de los pacientes. Por ello, investigadores de la Universidad de Yale analizaron los datos recogidos en una encuesta nacional de salud entre los años 2013 y 2017. Ahora sabemos que más del 45% de los adultos menores de 65 años que sufren ECA (alrededor de 3.9 millones de personas) informaron de dificultades financieras debido a las facturas médicas. Incluso el 19% (1,64 millones de pacientes) reconocía que era incapaz de pagar dichas facturas.
Estar asegurado tampoco era ninguna garantía para evitar las dificultades financieras. De hecho, la mayoría de las personas que no podían pagar las facturas estaban aseguradas. Lo que pone de manifiesto la pobre cobertura de las aseguradoras de salud, que obliga a desplazar el gasto sanitario hacia los pacientes y sus familias.
Aquellas personas que informaban de dificultades financieras por el gasto sanitario derivado de la ECA, también indicaban que sufrían un significativo estrés financiero, aplicaban restricciones en la compra de productos básicos como alimentos y se saltaban las tomas de caros medicamentos, necesarios para su enfermedad, debido a la elevada carga de las facturas médicas.
Este nuevo estudio se suma a otros muchos que ponen de manifiesto lo enfermo que está el sistema sanitario del país norteamericano. Como explica la experta en Salud Pública, Gemma Rabal: “Los fallos del sistema son muchos. Estados Unidos es el país con el mayor gasto sanitario de los países desarrollados y a la vez con la cobertura sanitaria más baja. El coste de todos los medicamentos es mucho más elevado, principalmente por la falta de regulación y transparencia, el papel de los intermediarios y el complicadísimo sistema basado en seguros privados de salud”.
Otro colectivo de pacientes especialmente vulnerable en dicho país son los diabéticos que necesitan administrarse insulina. Mientras que el gasto mensual por el tratamiento con insulina supone para los diabéticos en España entre 5-10€ (cubierto por la Seguridad Social), en Estados Unidos el gasto ronda los 200-300€ al mes para los diabéticos con seguro médico y hasta 800-1200€ para aquellos sin seguro. Como explican a fondo en el excelente artículo “El otro drama sanitario de EEUU: el precio de la insulina es ya un problema de salud pública”, el precio de este medicamento esencial se ha multiplicado en muy pocos años. Las razones: Capitalismo salvaje con prácticas deshonestas (como pactos de precios), ausencia de genéricos y competencia, falta de transparencia y un sistema que favorece la posición de poder de la industria farmacéutica para imponer sus precios.
Los dramas personales debido al inflado precio de la insulina en EEUU son muchos. Desde diabéticos que se quedan arruinados para poder costearse un tratamiento del que depende su vida hasta diabéticos que directamente se mueren por no poder conseguir insulina debido a su prohibitivo precio. Mucho se habla de la cantidad de personas que cruzan la frontera de México para poder trabajar y vivir en Estados Unidos, pero poco o nada se comenta de los estadounidenses que escapan a México para poder comprar insulina a precios considerablemente inferiores de los de su país de origen.
Y no son sólo los tratamientos crónicos los que pueden suponer la ruina en Estados Unidos. Un accidente de tráfico, una apendicitis o simplemente una reacción alérgica pueden transformar en tan solo unas horas una saneada cuenta corriente en el banco en un agujero de números rojos. En “Mejor no ponerse enfermo en Estados Unidos. Facturas que te costará creer” se muestran múltiples facturas médicas. ¿Una apendicitis? Más de 36.000 dólares. ¿Ingreso en hospital por un accidente de moto? Casi 126.000 dólares. ¿Tratamiento por reacción alérgica? 48.000 dólares. Sin lugar a dudas, Estados Unidos es el país de las oportunidades para arruinarse con facturas médicas.