Palabras de Sánchez

15 de noviembre de 2023 23:14 h

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El mejor método para cumplir con la palabra empeñada es no darla jamás

Lo han vuelto a hacer. Por muy contento o descontento que uno esté del resultado al que está abocada la votación, la investidura de Pedro Sánchez como presidente, lo cierto es que la felicidad o la desgracia llegará por vía resultado y no porque el pleno de investidura haya aportado nada. De hecho, sólo ha sido un pleno de investidura en el nombre, pero no se ha ajustado a lo que la esencia de este acto parlamentario implica y que no es otra que la exposición del proyecto de gobierno por parte del candidato y la exposición de los grupos del sentido de su voto y los motivos por los que lo adoptará. 

Es innegable que el proyecto de gobierno presentado por Sánchez ha sido más genérico que concreto, que no ha tenido grandes medidas y que no ha abordado la más relevante y polémica de ellas hasta transcurrida más de una hora y media de discurso.  Una intervención que, en algunos trozos, podría haber sido la respuesta que le negó a Feijóo hace semanas, porque era toda una oposición a los llamados a hacérsela. Llegado al tema de la amnistía, apenas un paso fugaz, perdiendo la oportunidad de hacer pedagogía a su propia gente, más allá de la finalista, para explicar este viraje. No quería complicarse, me dirán, pero el caso es que encima lo ha hecho. Sus palabras, las palabras de Sánchez sobre el elefante en la habitación, han cabreado a los otros dueños del paquidermo, a sus socios más complejos, a aquellos por los que lo ha entregado todo. A eso se le llama hacer pleno: no convencer ni a los tuyos que no comprenden lo que haces y enfadar a los que te han forzado a hacerlo.

Feijóo, sin embargo, guste o no, sí le ha explicado a Sánchez por qué van a votar que no. No sólo eso, Feijóo ha formulado las preguntas que con espíritu crítico uno se plantea sobre el viraje de posturas del candidato socialista. Le ha puesto sobre la mesa su incoherencia y la endeblez de su palabra. El jefe de la oposición le ha expuesto perfectamente sus noes: a la amnistía, a amnistiar delitos de terrorismo, a pasar por alto la injerencia rusa, a la desigualdad, a la mentira. Le ha reprochado en suma su falta de coherencia y de palabra, su abandono de la racionalidad. Aun en desacuerdo con el programa político del PP, no cabe duda que muchos socialistas piensan de forma similar y que muchos votantes se sienten traicionados. ¿No importan lo suficiente como para que el candidato les hubiera expuesto con humildad sus motivos o se hubiera disculpado por no haber visto la solución al tema catalán hasta que se la señaló Puigdemont? 

Fíjense que incluso Irene Montero le ha asentido cariacontecida a Feijóo cuando este le ha reprochado a Sánchez que se vanagloriara de sus logros feministas y a la par fuera a laminar a la ministra del ramo; coherencia, le ha espetado. La política hace extrañas pinzas y ahora que sabemos que Unidas Podemos puede acabar más pronto que tarde en el Grupo Mixto y convertirse en uno más de los muchos quebraderos de cabeza que esta investidura deja claro, estos guiños no pasan desapercibidos.

De nuevo todo lo que nos ha mostrado la sesión ha sido más por las actuaciones y los posicionamientos paralelos que por el contenido. Lo que más se ha aproximado a un discurso de investidura ha sido lo de Yolanda Díaz que, ella sí, ha desplegado medidas concretas en vez de irse a las diatribas estériles. Sumar nos dice que va a votar la investidura porque quiere seguir haciendo sus políticas sociales desde el Consejo de Ministros. Pues vale. Esa es una razón y como quiera que Sumar y los Comuns han sido críticos desde el principio con la represión penal a los independentistas catalanes, no hay reproche alguno que hacer a su coherencia ni a su postura. 

También Abascal, con su impresentable actitud, ha sido transparente. Ha ido a provocar, a insultar, a hacer de outsider y a demostrar que su formación es el gran problema al que se enfrenta España. Después se ha largado a unirse a los ultras de la calle, pocos y dispersos, porque ya no le dan los números para hacer censuras o presentar recursos al TC, ahora sólo le dan para la performance facha. Y con esa actitud dejó claro cuál es el único y verdadero motivo por el que una pléyade de partidos de la más variada condición y enfrentados entre sí vayan a votar a Sánchez. Que seas la opción por descarte de tantos, frente a tales energúmenos, tampoco es para partirte de risa. 

ERC, curiosamente, no se ha dedicado a explicarnos por qué les parece buena idea a los republicanos volver a votar a Sánchez. Ellos, que podían habernos explicado algunas cosas, sobre pactos, amnistías y futuro se han dedicado a hacerle oposición a Feijoo, remontándose a pasados en los que Rufián ni había nacido. Curioso, muy curioso. 

Ha tenido que ser Junts quien explique su versión de la amnistía que, desde luego, no es la de Sánchez y por eso se han cabreado y han terminado reuniéndose a solas con Santos Cerdán para explicarles que no se puede pactar hablar en una ley de que la amnistía se concibe “como una figura jurídica dirigida a excepcionar la aplicación de normas (...) en un contexto concreto (...) para abordar circunstancias políticas excepcionales” y después de los sudores que te ha costado llegar a eso, luego subirte a la tribuna y hablar de perdón y de medida de gracia. 

Así que Miriam Nogueras se ha plantado y leyendo el acuerdo político que Sánchez ha evitado todo el tiempo, le ha puesto los puntos sobre las íes sobre lo que ha reconocido y lo que debía reconocer, y el candidato, en tiempo de saludo, ha subido y dócilmente ha pronunciado “oportunidad histórica”, “conflicto político” y “desjudicialización”, a lo que Junts, usando el catalán que ha conseguido oficializar en el Congreso, le ha contestado que han firmado un acuerdo político y un mecanismo internacional de verificación porque hay un conflicto político, que no se trata de ninguna medida de gracia y que si han pedido en el acuerdo que se impulse la presencia internacional de Cataluña ha sido porque “son una nació”. El mensaje es claro: no nos tangues o te quedas sin investidura o sin gobierno en cuando lo hagas. Da la cara. No nos niegues como si fuéramos Pedro ni la primera vez. Nogueras le ha marcado el terreno y al candidato no le ha quedado otra que mojarse breve, como para no meter la pata y provocar más desencuentros. 

En el Congreso se ha sabido más del pacto de investidura por Nogueras que por la palabra de Sánchez. En medios indepes se valoraba ayer si Junts le haría sufrir un poco haciéndole llegar a la segunda votación. Caminan sobre cristales. Feijóo le reprochaba su falta de palabra y Nogueras le ha dejado claro que no lo intente con ellos. 

La palabra de Sánchez es la medida de la legislatura.