Que pasen los constitucionalistas

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Año 2008: La crisis financiera global toma tierra en España en forma de crisis económica y social que pronto se lleva por delante cajas de ahorros, empleos, casas desahuciadas y derechos sociales. Mientras tememos un rescate europeo y el Gobierno aplica recortes y contrarreformas, entran en nuestra conversación conceptos como prima de riesgo, subprime o banco malo… ¿Hay algún economista en la sala, por favor?

Las teles y radios se llenan entonces de economistas, que también copan las tribunas de prensa y pronto las listas de libros más vendidos. Encorbatados unos, informales otros, despliegan su capacidad pedagógica y sus habilidades comunicativas con una pizarra y ejemplos sencillos. No hay tertulia sin su gurú económico, no hay programa que deje de llamar a alguno cuando precisa la opinión del experto. También en los partidos ganan peso los responsables económicos y los asesores en la materia. Descubrimos que hay economistas liberales y economistas socialdemócratas, y hasta algún economista marxista, pues resulta que la economía, vaya por dios, no es una ciencia exacta, lo que por otro lado permite entretenidísimos duelos dialécticos entre economistas en televisión, cada uno armado de su pizarra y sus trucos retóricos, y nosotros con palomitas. Cada ciudadano lleva dentro un economista, como antes un seleccionador nacional. ¡Niño, estudia economía, que es lo que tiene futuro!

Año 2014: Comienza la crisis del sistema político español. En pocos años aparecen nuevos partidos, se desploma el bipartidismo, triunfan candidaturas municipalistas, los parlamentos se fragmentan, las investiduras fracasan y se repiten elecciones, se especula con acuerdos de gobierno, moción de censura, nuevas repeticiones electorales, la política acelerada deja cadáveres por todas partes. El pactómetro es el juguete de moda, las noches electorales son el nuevo Eurovisión, intentamos escribir bien D’Hondt. ¿Hay algún politólogo en la sala, por favor?

Los economistas son desplazados por los pujantes politólogos en teles, radios, tribunas de prensa y listas de libros más vendidos. Encorbatados unos, informales otros, despliegan su capacidad pedagógica y sus habilidades comunicativas. No hay tertulia sin su gurú político, no hay programa que deje de llamar a alguno cuando precisa un experto que interprete una realidad cambiante, convulsa, impredecible. También en los partidos ganan peso los estrategas, consultores, asesores de campaña y comunicación. Descubrimos que hay politólogos de derecha y politólogos de izquierda y hasta algún politólogo marxista, pues resulta que la ciencia política, vaya por dios, no es una ciencia exacta, lo que por otro lado permite entretenidísimos duelos dialécticos entre politólogos en televisión, cada uno armado de sus paralelismos internacionales, sus sondeos y sus trucos retóricos, y nosotros con palomitas. Cada ciudadano lleva dentro un politólogo, como antes un economista y aún antes un seleccionador. ¡Niño, estudia políticas, que es lo que tiene futuro!

Año 2022: Comienza la crisis constitucional. El poder judicial bloqueado, el Tribunal Constitucional atrincherado, derecha e izquierda acusándose de golpismo. Nos aprendemos el nombre del presidente del alto tribunal (incluso decimos “alto tribunal” con naturalidad), manejamos términos como recusación, cautelares y hasta alguna expresión en latín. Políticos, jueces y periodistas disputan sobre legalidad, legitimidad, enmiendas, nombramientos por tercios… ¿Hay algún constitucionalista en la sala, por favor?

Pues sí, ha comenzado la edad de oro del experto en derecho constitucional. Ya están entrando con fuerza en teles, radios y páginas de periódico. Encorbatados unos, informales otros, etcétera. Se los rifan en las tertulias, también cada partido tiene su experto en derecho constitucional para fijar posición. Y también descubrimos que hay constitucionalistas de derecha y constitucionalistas de izquierda, y no sabemos si queda algún constitucionalista marxista, pues resulta que el derecho constitucional, vaya por dios, ¡tampoco es una ciencia exacta!, lo que permite que dos constitucionalistas igual de catedráticos e igual de prestigiosos discrepen sobre quién ha dado el golpe a quién, cada uno armado con sus sentencias, precedentes y artículos del código tal o cual. No tardaremos en llevar dentro un constitucionalista de andar por casa, como antes un economista, un politólogo y un seleccionador (y puntualmente un virólogo o un vulcanólogo, que también tuvieron su minuto de gloria). ¡Niño, estudia derecho constitucional, que es lo que tiene futuro!

Bromas aparte, el relevo de expertos en los últimos quince años, de economistas a politólogos y ahora constitucionalistas, muestra una secuencia muy evidente en la evolución de España: de la crisis económica y social pasamos a la crisis política, y de esta a la actual crisis constitucional. Crisis… Crisis… Crisis… Unan los puntos, como en los pasatiempos, y verán el dibujo resultante. ¿Que no lo ven? ¿Hay algún experto en pasatiempos en la sala, por favor?