Con el objetivo de hacer más comprensibles sus proyecciones, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) juega a menudo con las representaciones del futuro e incluso utiliza referencias de la ficción que puedan viralizar su mensaje. Durante la COP26 celebrada en Glasgow en 2021, por ejemplo, la ONU publicó un vídeo en el que un tiranosaurio subía a la tribuna de oradores y pedía a los delegados de los diferentes países que “no eligieran la extinción”. “Por lo menos nosotros tuvimos un asteroide”, decía. “¿Cuál es vuestra excusa?”.
Para el VI Informe publicado en marzo, el IPCC eligió jugar con la idea de los universos futuros en una de sus visualizaciones principales, como en las películas de viajes en el tiempo. En ella ya no se despliegan los posibles escenarios en forma de líneas abstractas, sino que se sobreimpresionan con un código de colores sobre la silueta de varias personas. Así, sobre el contorno de tres humanos nacidos en tres fechas diferentes (1950,1980 y 2020) vemos las bandas de distintos tonos de rojo que se corresponden con los cinco posibles aumentos de temperatura en función de la cantidad de gases de efecto invernadero que sigamos emitiendo. Y, como en un juego dimensional, la cosa se va poniendo más o menos oscura a lo largo de la línea temporal según nuestro comportamiento.
Esta referencia a los multiversos quizá no sea casual, pues el propio secretario general de la ONU, Antonio Guterres, apeló a luchar contra la crisis climática en todos los frentes y a hacer, literalmente, “todo a la vez en todas partes” (como la famosa y oscarizada película). A mí, que tengo una imaginación fácilmente excitable, este detalle me llevó a visualizar a estos pequeños personajes saltando a lo largo de las líneas del tiempo y viviendo diferentes situaciones.
La pobre señora que representa el futuro más adverso — la que cumpliría 70 años en 2090 — tiene la cabeza casi negra, la zona de su cuerpo que representa la posibilidad de que sigamos llenando la atmósfera de CO2 sin control y el aumento de la temperatura global alcance los 4 ºC de media. Me imagino un futuro visto a través de sus ojos, en un mundo en el que la vida se ha vuelto casi imposible, y saltando de un escenario anterior un poco más benigno, donde simplemente hemos dejado de comer ciertos alimentos, a otro donde hemos perdido las playas de nuestra infancia o una realidad en la que nuestra casa ha sido arrasada por las inundaciones.
El problema es que esta película que me he montado en mi cabeza ya está sucediendo en el presente. Esas diferentes escalas de daño están teniendo lugar en diferentes localizaciones del planeta, algunas en el lugar mismo en que vivimos. Y una parte de la comunicación y la planificación sobre la crisis climática se ha puesto en marcha sobre la base de una idea falsa: que percibimos la crisis climática como un escenario del futuro y eso nos dificulta entenderlo.
En un interesante estudio científico publicado este viernes en la revista One Earth, el equipo de Anne M. van Valkengoed, de la Universidad de Groningen, tumba este malentendido a partir del análisis de varias encuestas a más de 100.000 personas de 121 países diferentes. Cuando se miran los datos con detalle, aseguran, resulta que más del 50% de los participantes creen que el cambio climático está ocurriendo ahora o en un futuro cercano y que afectará sus áreas locales y no solo a lugares lejanos.
“Con frecuencia se supone que la distancia psicológica es una barrera importante para la acción climática”, escriben los autores, “y que muchas personas no están motivadas para actuar porque perciben que el cambio climático afectará solo a lugares remotos en un futuro lejano”. Sin embargo, inciden, se trata de “una percepción errónea que no está respaldada por evidencia empírica” y puede llevar a los encargados de hacer políticas a diseñar campañas de comunicación climática ineficaces. Es por eso que invitan a investigadores, comunicadores y legisladores a centrarse en que muchas personas ya perciben que el cambio climático ocurre aquí y ahora y dejar de pensar en términos de ciencia ficción futurista.
Que el IPCC dibuje escenarios futuros en función de las decisiones que tomemos ahora es más que necesario, por supuesto, pero deberíamos tener en cuenta que utilizar estos enfoques puede contribuir a la impresión engañosa de que el desastre es algo que queda en el horizonte. Con todo este juego de cifras e informes no deberíamos perder de vista que la crisis que hemos provocado en el planeta ya no es una cuestión que pasará dentro de cincuenta años ni una peli de viajeros temporales en el multiverso: es eso que ocurre al otro lado de la ventana.
Referencia: One Earth, van Valkengoed et al. “The psychological distance of climate change is overestimated”