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Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

Todo por la patria

Mariano Rajoy ya se agarra a la esperanza de que le apoye el PNV. Y no se apuren, porque la espera va hasta octubre. Lo que son las cosas, pasar los años con el argumentario de que se rompe España y, ahora, los populares ansían que la tabla de salvación para Mariano la lancen los nacionalistas. En Moncloa fían al resultado de las elecciones vascas que Rajoy siga en la presidencia. Esperan que, a finales de septiembre, las urnas dejen a Urkullu con la necesidad de apoyos, por lo que habría intercambio de cromos. Hoy por ti, mañana por mí.

La suma en Madrid se completaría con los nacionalistas canarios y… con Ciudadanos. Ya ven: partidos que han enarbolado la bandera del “españolismo” acabarían pactando con el “nacionalismo” o el “independentismo”. Bienvenido sería ese entendimiento si sirve para tender puentes y se hace con justicia y transparencia. Aunque, daría para la reflexión de quienes llevan tiempo levantando muros y banderas, según convenga. Veremos.

Ahora mismo, el PNV rechaza este plan, pero fuentes del PP dicen que les harían una de esas ofertas que no podrían rechazar. Y volveríamos a esos tiempos en los que Aznar se entendía con Arzalluz o hablaba catalán en la intimidad. De hecho, no olvidemos que, ya en esta legislatura, el apoyo de los nacionalistas ha sido decisivo para que Rajoy sacara adelante el control de la Mesa del Congreso.

En el PSOE ven esta posibilidad con alivio. Se quitarían el marrón de abstenerse y darle así a Mariano la llave de la Moncloa. Antes, quieren que fracase en los primeros intentos de investidura y que se retrate por su falta de apoyos, la corrupción o los recortes. En Ferraz, la orden es aguantar la presión y el perfil bajo. Son tales las ganas de Pedro Sánchez por no aparecer mucho, que el pasado fin de semana pidió apartarse y lo llevaron por error a una playa nudista.

Sánchez se resiste a quedarse en bolas, en estos tiempos de contrariedades y paños menores. En el PSOE y en Podemos se preguntan qué hubiera pasado si un gobierno de izquierdas coloca la opción de unas terceras elecciones en el Día de Navidad. Ya no se rompería solo España, también la familia, la moral y se habría quedado corto volver a aquellos tiempos de las manifestaciones “pro nobis” en la Plaza de Colón. Pero Rajoy ha ganado tiempo para poner en el calendario la amenaza de esa convocatoria navideña chantaje y aquí paz y después gloria.

Y pasarán los días, las semanas y el PP se reunirá con Ciudadanos. Y un día se hablará de avances y otro de que han quitado el nombre de Bárcenas o de que la renuncia de los imputados no afecta en autonomías, diputaciones o ayuntamientos. Lo cierto es que con Ciudadanos no da la suma, pero Rajoy quiere fumarse los puros que hagan falta y, entre calada y calada, ir quemando a los de al lado. Como quien no quiere la cosa. Si hay que esperar a las elecciones vascas, se espera. No es por seguir en el sillón, ya sabemos que es todo por la patria.