¿La paz a través del diálogo? ¡La paz a través de la guerra!
Macron: “los europeos debemos invertir masivamente en defensa”. Scholz: “Los aliados tienen que acelerar la entrega de tanques a Ucrania”. Macron y Scholz: “La guerra de Ucrania será larga”. Borrell: “Menos aplausos y más municiones para Ucrania. Tenemos que aumentar y acelerar nuestro apoyo militar rápidamente”. Zelenski, tras reunirse con representantes de varios países: “Me atrevo a decir que Ucrania recibirá aviones, solo es una cuestión de tiempo y de procedimiento”. El ministro de Exteriores ucraniano: “los aliados deben empezar ya a entrenar a nuestros pilotos sin necesidad de esperar a que se apruebe el envío de aviones”.
Todas estas declaraciones, y muchas otras en la misma línea, se escucharon este fin de semana en Múnich. Lo curioso es que se hicieron en una Conferencia cuyo lema es “La paz a través del diálogo”. Según su propia web, el objetivo histórico de la Conferencia de Múnich es “contribuir a la resolución pacífica de conflictos”, para lo que dice ofrecer “un lugar para iniciativas diplomáticas oficiales y no oficiales”, y un espacio para “reuniones informales” con las que “construir paz a través del diálogo”. Por supuesto, Rusia ha sido excluida de la Conferencia. “No es la hora del diálogo”, dijo Macron. Y aquellos países que, como Brasil, no envían armas y proponen buscar una solución diplomática, fueron señalados por el ministro de Exteriores ucraniano: “los países que se dicen neutrales en realidad están apoyando a Rusia”.
¿La paz a través del diálogo? ¡La paz a través de la guerra! Ese es el espíritu. Y todo el que se salga del guion es en seguida descalificado: ingenuo en el mejor de los casos, pacifista de salón, cuando no tonto útil de Putin, cómplice de la invasión. “Para ganar la paz primero hay que ganar la guerra”, repite Borrell desde hace meses, cada vez más halcón. “Hemos anunciado que daremos carros de combate y no ha habido ninguna tercera guerra mundial”, dijo hace unos días ante el Parlamento Europeo, marcando el criterio para seguir la escalada armamentística: mientras no haya tercera guerra mundial, todo ok. De paso, el jefe de la diplomacia europea (repito: jefe de la diplomacia europea) denunció el “filoputinismo o la extrema ingenuidad” de cierta izquierda.
No sé si lo mío es filoputinismo o extrema ingenuidad, pero después de un año de guerra, con parte de Ucrania arrasada y miles de muertos (aparte de otras consecuencias geopolíticas y económicas nada despreciables), me cuesta creer que no haya ninguna posibilidad de un alto el fuego y un posterior diálogo, y que la única solución sea seguir enviando armas, más armas, todas las que hagan falta mientras no haya tercera guerra mundial. ¿Qué hace Europa ante las propuestas de terceros países para intentar la vía diplomática? ¿De qué manera apoya esos intentos el jefe de la diplomacia europea? ¿Qué papel ha jugado Europa en anteriores -y fallidos- intentos, pues los ha habido desde el comienzo de la guerra e incluso antes? Y por lo que sabemos, no solo Rusia mostró pocas ganas de diálogo.
Sigo con mis preguntas filoputinistas e ingenuas: ¿de verdad es más difícil una negociación que derrotar a Rusia? ¿Quién es más ingenuo, el que aboga por una solución diplomática o el que confía en derrotar a Rusia (pero sin tercera guerra mundial, eh)? Si no podemos negociar a cualquier precio, pues sería una claudicación, ¿podemos derrotar a Rusia a cualquier precio? ¿Es más costosa la diplomacia que la guerra? ¿Tanto como para ni siquiera intentarla? ¿De verdad no recordamos otras guerras del pasado, tanto o más ilegales, injustas y crueles, en las que sí fue posible un alto el fuego y un (largo y difícil, por supuesto) proceso de paz? ¿Ya se nos ha olvidado aquello de “mejor una mala paz que una buena guerra”? Parece que la única respuesta posible es la lógica de los hechos consumados, que acaba por anular esas y otras preguntas.
Por supuesto que la responsabilidad de la guerra es de Rusia, que invadió ilegalmente Ucrania. Pero en la responsabilidad de que la guerra se prolongue y encarnice, alejando y dificultando una salida diplomática que además se descarta por principio, alguna participación tienen nuestros gobiernos. A Putin le da igual lo que piense yo, o quienes como yo rechazan la guerra. A nuestros gobiernos en cambio sí les importará si cada vez somos más los que decimos “no a la guerra”. Aunque nos llamen filoputinistas e ingenuos. No a la guerra.
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