Ha sido uno de los días más aciagos para la democracia de los que ha vivido este país. Un juez llamado Juan Carlos Peinado se ha permitido invadir la Moncloa, sede de la presidencia del Gobierno, llevando de la mano al partido ultraderechista Vox en representación de todas las acusaciones particulares de la misma ralea ideológica cuyas querellas ha admitido. La sola idea revuelve los demonios de nuestra desgraciada historia y se yergue como una amenaza fantasmal de la España negra. La jugada de Sánchez de querellarse contra el juez por prevaricación equilibra la sensación de impunidad, pero habrá que ver en qué queda la partida.
Como era lógico, Pedro Sánchez se ha negado a declarar. La ley le asiste para ello al ser su esposa la encausada. Ofreció hacerlo por escrito -otro de sus derechos- y Peinado dijo que no. Este juez prefería irrumpir en la sede de la presidencia del Gobierno con cámaras y micrófonos, en aras a que lo usen derecha y ultraderecha para desgastar al Gobierno. La “exclusiva” de Begoña Gómez en el juzgado les dio juego. Por cierto, el coste económico del lamentable show debe ser detallado para información general. Porque sin duda mover todo ese escenario cuesta un buen monto.
A estas alturas todos sabemos lo que hay del caso y clama al cielo, abochorna a cualquiera con un mínimo de ética, siquiera de racionalidad. La primera denuncia tramitada por Peinado parte de una organización ultra -recién liberada de condena por el Supremo- que solo se basa en recortes de periódicos de la bulosfera en su mayoría, con errores de calado. El juez todavía no ha especificado los delitos concretos que quiere ver en la actuación de Begoña Gómez. No tiene pruebas y dos informes de la UCO de la Guardia Civil le dicen que no hay indicios de delito.
Cuando la investigación que inicia Peinado la toma la Fiscalía europea por aludir a fondos comunitarios, Peinado acepta otra denuncia de otra organización ultra para abarcar a toda la actividad de Gómez, una investigación prospectiva de libro, prohibida por nuestro ordenamiento jurídico. Así lo han descrito y argumentado numerosos jueces de prestigio.
Todo bastante explícito y una querella contra el juez que tardó en llegar pero cambia algo el panorama. “La decisión tiene sus riesgos. Pero más arriesgado parecía seguir esperando a la siguiente ocurrencia del juez Peinado”, explica Antón Losada, que no solo escribe columnas sino que es, entre otras cosas, Doctor europeo en Derecho.
Pero Peinado no está solo. Para pasmo monumental, la asociación mayoritaria de los jueces, la Asociación Profesional de la Magistratura (APM) apoya con tal vehemencia a Peinado que remitió este lunes una carta a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen (que no sabemos qué pinta en este asunto), para denunciar “los ataques que se están vertiendo contra el juez Juan Carlos Peinado por su investigación por delitos de corrupción a Begoña Gómez”. Y añaden: “Lo que está sucediendo en las últimas semanas excede de lo asumible en una democracia plena, donde debe existir un respeto a la independencia judicial y a las actuaciones de los jueces, debiendo evitarse por parte del Ejecutivo y del Legislativo socavar la confianza de los ciudadanos en el Poder Judicial”. En efecto, lo que está sucediendo “excede de lo asumible” hace mucho tiempo y su apoyo a las prácticas de Peinado no ayudan, precisamente, a recuperar la confianza de los ciudadanos en el Poder Judicial.
Y luego está el resto. La pocilga mediática ha condenado y sentenciado ya a Sánchez y a Gómez hace tiempo; no necesitan ni jueces teniendo a éste tan apañado para sus intereses. Y las barbaridades que publican calan en los cerebros desiertos de sus seguidores. El odio lo llena todo, lo esparcen con unos insultos verdaderamente estremecedores, tan fuertes como mal dirigidos.
Telemadrid, la televisión de Ayuso, ha hecho un despliegue total con el caso en Moncloa. Toda la mañana de este martes. Y el Telediario de TVE, con lo bien que empezó en la nueva etapa con Marta Carazo, no ha podido sustraerse al parecer a la rutina de largos años de desinformación dirigida por su lobby PP en la casa. Informar no es contar yuxtapuestos lo que unos dicen y otros dicen, sino lo que hacen. Dejar que Gamarra afirme, sin contexto, que toda la corrupción pasa por la Moncloa con el larguísimo historial de corrupción del PP, es una vergüenza. El gran problema de corrupción reside en el PP, fue condenado por ello y le costó perder el Gobierno.
Pedro Sánchez se ha querellado contra el juez Peinado por prevaricación en una denuncia presentada por la Abogacía del Estado. Es algo, pero no sabemos su desarrollo. Antón Losada dice que “le ha quitado el control de los tiempos y del espectáculo” a Peinado.
¿Quién va a juzgarlo en justicia con el pedigrí que ofrece la justicia en España? Hay que insistir y avanzar mucho más. No nos podemos repetir continuamente en la queja de cuánto hubo que limpiar antes de llegar a esto. Desde la Transición. En la escasa confianza que merece un CGPJ apañado con el PP, precisamente, excluyendo a los partidos que apoyan al Gobierno. Ojalá nos llevemos una sorpresa, pero ya tardan desde su nombramiento para parar esta deriva o al menos pronunciarse.
Ver a Peinado y Vox en la Moncloa es una humillación a la ciudadanía, enorme, de las que duelen e indignan, al final han salido trasquilados, pero ¿cuál es el siguiente paso? ¿Que se sienten allí a gobernar a su modo España? No sabemos cuál será la próxima parada, ni de quién. Tenemos pendiente aquel “el que pueda hacer que haga”. Ojalá todo esto sirva al menos para que los demócratas vean con toda claridad a qué se arriesgan.