El escándalo de las conspiraciones grabadas a Ferreras, Casals y Villarejo, publicadas por Crónica Libre, amaina ya. Aunque falta más por salir. Y no parece que vaya a pasarle factura a sus protagonistas. De momento al menos, en esas organizaciones las cosas pueden cambiar de un día para otro. La justicia, la Fiscalía, muda. Y voces notables de los medios “abriendo el debate” de si los periodistas honestos deben acudir o no a las tertulias trucadas con graves manipulaciones interesadas. A todas de golpe para justificar, quizás, acudir a las de La Sexta, a las de Ferreras e Inda, el emisor de la noticia fabricada contra Pablo Iglesias y Podemos que afectó gravemente a la formación y hasta a sus resultados electorales con gran probabilidad. “La dinámica siempre es la misma. Surge un escándalo, revelaciones impactantes, algunas incontestables; sin embargo, el afectado, consciente de su poder y sus apoyos, no cede ante la presión. Es un reto, a ver quién resiste más”, explica el profesor Ignacio Sánchez-Cuenca con toda razón.
Desde diferentes intereses y actitudes (incluso de la indudable honestidad) se argumenta que hay que estar en los medios porque no es aceptable que se inventen mentiras para hundirte la vida, hay que estar para desmentir, explicar, informar. La pregunta lógica entonces es de qué son medios si inventan y difunden mentiras. Periodísticos, no. ¿Son medios de difamación? Añaden que solo desde la trinchera se ganan las guerras. Entonces, se admite que hay una guerra. Aunque es, más bien, un ataque unilateral.
Algunas de las grabaciones son particularmente chirriantes. Hablan de “sufrir de cojones” por golpes desinformadores. ¿Cómo es posible que alguien participe en ese aquelarre? Es inexcusable.
Por supuesto que no existen los mundos idílicos en los que todo es diáfano y limpio, pero entre esa entelequia y el extremo opuesto hay un larguísimo trecho en el que se hunde la propia democracia. Con muchos afectados, tanto políticos de izquierda como independentistas saben de esa vara que golpea para doler y sangrar.
Ni siquiera se trata solo de desinformación, este tipo de actuaciones son tramas de muy turbio cariz. ¿Cómo es posible que pretendan defender que se equilibra con que alguien rebata y exponga la verdad? A esto se llega por una podredumbre absoluta del sistema, amparada por los posibilistas de enorme manga ancha.
Habrá que insistir en que de esas actitudes han venido todas las trágalas de España: la impunidad de los crímenes de la Dictadura: ejecuciones, encarcelamientos, trabajos forzados a presos políticos, robos que sustentaron fortunas, sustracción de niños, la corrupción… o la firma de una Transición que dejó múltiples cabos sueltos. Hoy mismo vemos el mapa del franquismo que pervive: al menos 5.600 vestigios de la dictadura siguen en las calles. Lo grave es que no solo están en las calles sino en el esqueleto de este país. Hubo de ser ruptura, lo mismo que con la perversión del periodismo. Tiene su aquel que echen de la pantalla sin contemplaciones a gente como Jesús Cintora (de Telecinco y, en la etapa actual, de TVE) y se queden los Inda y Ferreras, y tantos que por todos los medios de difusión pervierten el periodismo. Algo habría de decidir la propia audiencia. Fíjense qué versión de lo hecho por el Gobierno y la oposición: primero fueron a por los bancos, dice El Español, sí, el PP para darles un rescate que aún no han devuelto ni piensan devolver.
Una línea similar sacude al muy desprestigiado periodismo español a diario. Es una realidad agobiante, con muy difícil solución. Son demasiados los pilares que fallan. Pero otros permanecen en pie contra la mugre. Las cloacas mediáticas, las tibiezas y complicidades de numerosos seres que ejercen esta profesión, incluidas sus principales asociaciones, no son “los periodistas”. Periodista es, por ejemplo, Emilio Morenatti, el fotógrafo con alma, que se dejó una pierna en las minas colocadas en Afganistán, ese país al que Estados Unidos -jefe, según parece, de la “comunidad internacional”-. dejó tirado como hará con Ucrania en cuanto le interese. Periodista era José Couso, acribillado por fuego “amigo” norteamericano en Bagdad. A su lado estaba Olga Rodríguez Francisco, otra periodista de las que mira, ve e informa y también analiza. Cuando le deja la“ agenda mediática”. Como aquella vez en una televisión o una radio (no lo precisó) cuando “al otro lado del teléfono dijeron que la crónica que habíamos enviado no iba a entrar en el informativo porque ”no cabía“. A nuestro lado estaba la madre huérfana de hijo que acababa de relatarnos cómo lo habían asesinado. A nuestros pies, una alfombra de cadáveres”. Periodistas de investigación como Patricia López o Alicia Gutiérrez, que siguieron adelante a pesar de lo caro que sale a veces publicar lo que molesta (es decir, hacer periodismo). Tantos otros, tantos… Sus nombres ni siquiera son conocidos pero buscar y contar la verdad es su misión diaria. Desde una mesa de dirección hasta la más humilde crónica.
No cometamos el error de creer que todos ellos y muchos más, ejercen la misma profesión que los manipuladores. Ni de ampararles porque hay que estar en la trinchera. No son trincheras, entrar en la cloaca es hundirse. Se limpian con la ley - si no es cloaca también - y cortando el suministro de la audiencia. No es inocente ver y criticar sin más.
Y otra cosa esencial: no debe confundirse el buen periodismo con el riesgo por obligación, pero tampoco puede pasar como periodismo dirigir operaciones de castigo y derrumbe desde un medio informativo.
Y en el Congreso otro debate afectado de tertulianismo sucio en la derecha. Amplificado en los medios a su servicio. Cuando España aguanta con buen temple y cuidando de quienes más lo necesitan en el vendaval surgido de la guerra sobre Ucrania y otras arbitrariedades. Vienen restricciones energéticas. En toda Europa. Suben los precios por la inflación, en medio mundo… En África se echan a la calle porque ya no pueden comprar para comer. Aquí el alza de precios ya desemboca en privaciones de la cesta de la compra. No se ensucien con los medios españoles que manipulan y sus arietes políticos distorsionadores de la realidad: solo buscan su beneficio, a costa de quien sea.
Incluso problemas arduos tienen solución. Si España resolviera el de la justicia atascada y el de la información que manipula, daría dos grandes pasos adelante. Los países se van al cuerno cuando fallan. “La operación antidemocrática de mayor alcance que se está programando en el mundo es la que se está produciendo en los Estados Unidos para hacer imposible que el Partido Republicano pueda perder las elecciones presidenciales”, explica Javier Pérez Royo, catedrático de Derecho Constitucional. A través de la maniobra trumpista de copar la Corte Suprema. ¿Les suena?
Vimos crecer la ruina ética de sectores fundamentales del periodismo en España y el fascismo en el mundo. Dejar hacer, contemporizar, solo ha servido como abono para hacer más grande la inmundicia. La labor es ardua y faltan decisiones firmes. Al final esto es una empresa común en el que las gentes de buena voluntad han de echar una mano. Con el gran escritor y periodista francés Albert Camus diría que ya sabemos que no vamos a conseguir rehacer el mundo, pero sí que la gran tarea ahora consiste en “impedir que el mundo se deshaga”.