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Un político con principios

Captura de pantalla de un tweet de Antonio Gallego Burgos, portavoz de Vox en el Parlament de Catalunya.

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Antonio Gallego Burgos es el portavoz de Vox en el Parlament de Catalunya. Eso, hoy. Hace unos años militaba en Convergència i Unió, y se presentó a elecciones con aquel grupo político, posteriormente pasó a formar parte del Partido Popular, con el que también se presentó a elecciones, y actualmente, como queda dicho, es militante de Vox, diputado autonómico en Catalunya y su portavoz en el legislativo autonómico catalán.

Tiene, como vemos, amplia experiencia política, al menos experiencia en saltar de partido en partido. Lo de su pertenencia a Vox es muy reciente, de este mismo año. Fue fichado por el partido de Abascal para presentarse a las elecciones autonómicas catalanas del pasado mes de febrero, aquellas que dieron la victoria al ex ministro de Sanidad, Salvador Illa, y la presidencia de la Generalitat a Pere Aragonès.

Gallego Burgos parece querer triunfar en la política y para ello le viene bien cualquier partido, siempre que le sitúe en ventaja. Este es uno de los grandes problemas de la política, el transfuguismo, el salto de la oca que permite pasar de un partido a otro con esa parsimonia que cuenta Marx (Groucho): ''Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros''.

Otro gran problema de la política actual es la mentira. Esa que puso de moda a un nivel casi inalcanzable, gracias a su enorme trascendencia en Twitter, Donald Trump. La mentira triunfa y, peor aún, las medias verdades, esa frases engañosas, esos engendros tuiteros que, a veces, son más dañinos que una mentira a secas. Ya decía Machado: ''Se miente más de la cuenta por falta de fantasía: también la verdad se inventa. ¿Dijiste media verdad? Dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad''.

Viene todo esto a cuento de la polémica creada por Antonio Gallego Burgos, ex Convergència i Unió, ex Partido Popular y, por ahora, dirigente de Vox, a cuenta del idioma que utiliza un niño de cinco años llamado Julen. Hace unos días, Gallego Burgos publicó un tweet con esta información: ''Mis hijos ya tienen su grupito de amigos en el camping. Se ha incorporado uno nuevo: Julen, un chavalín de Guipúzcoa, incapaz de jugar con los demás al no hablar ni una palabra de español. Ni una. Es muy triste que el separatismo tóxico empobrezca así a tantos Julen''.

Y siguió, dándole al tweet: ''Os lo vuelvo a repetir: Julen, de 5 años, residente en Guipúzcoa, no sabe ni una palabra de español. Ni una. Ni oye el español en casa, ni en el colegio''.

Obviando el hecho de que Gallego Burgos se haya enterado de que el ''chavalín'' se llama Julen, que reside en Gipuzkoa, que no ''oye el español en casa, ni en el colegio'', todo ello por señas, o por lenguaje de sordos, o por algún sistema que el propio Gallego Burgos sabrá, queda la duda de si el portavoz de Vox nos estará hablando de verdad de Julen, o también se ha inventado el nombre, además de los aderezos de su noticia tuitera.

Porque si de verdad está hablando de Julen, un niño de cinco años, que trata de jugar con los hijos de Gallego Burgos, y no puede porque ''no habla español'' en el camping en el que disfruta de sus vacaciones la familia del portavoz, el diputado puede estar infringiendo la LOPD con un infante de cinco años, cosa grave para cualquiera, pero más para todo un portavoz de Vox en el parlamento catalán. No creo que haya muchos Julen de cinco años, de Gipuzkoa, que no saben ''ni una palabra de español'' en el famoso camping.

Dicho esto, conviene hacerle llegar al mencionado portavoz de Vox la realidad de una lengua, el euskera, que es la que habla el etéreo Julen. Es difícil de aceptar que Julen no hable ''ni una palabra de español'' y que ''ni oye el español''.

Pero, ¿dónde vive Julen? En un caserío de Zegama, perdido en el monte, escondido de la civilización. Incluso en Zegama, Gipuzkoa profunda que dirían algunos, todos los chavales hablan castellano. Lo aprenden en la escuela. Es decir, son bilingües, lo que al político Gallego Burgos le parecerá muy bien porque el bilingüismo es enriquecedor. También lo hablaba, euskera digo, Juan Tellería Arrizabalaga, nacido también en Zegama, que fue quien compuso la música del Cara al Sol, que Gallego Burgos conocerá, con seguridad.

Pero si Julen vive en Irún, la cosa se complica. Es la población mayor de Gipuzkoa, después de la capital, y allí el porcentaje de vasco hablantes se reduce. Un estudio de Siadeco de 2017 nos informaba de que el uso habitual del euskera en Irún era del 7% y es que, según la Unesco, el euskera está en situación vulnerable, mientras que el castellano no tiene problemas de futuro gracias a sus casi 600 millones de hablantes

Así que Gallego Burgos no tiene por qué preocuparse, Julen, si no lo hace ya, pronto hablará el castellano. Dado que el señor diputado se ha enterado de tantas cosas suyas a pesar de no poder entenderse en una lengua común, cuando Julen domine la lengua de Cervantes, Gallego Burgos podrá enviarle su propaganda electoral con sus actuales ''principios'', suponiendo que en este salto de la oca que va protagonizando con los años, no aparezca con ''otros principios'' en un nuevo partido.

En el próximo futuro, cuando Julen hable con los hijos de Gallego Burgos en román paladino, y el portavoz se acerque con aire inquisidor al grupo de chavales, Julen podrá decirle al susodicho aquello de que el euskera ya era lengua ibérica antes de que el castellano naciera y, en consecuencia, Gallego Burgos quizá pueda aprender a respetar la diferencia que enriquece, y a dudar de la uniformidad hitleriana que parece propugnar.

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