¿Es posible combatir la apología de la anorexia y la bulimia en Internet?

Hace tan sólo unos días, un hilo en Twitter creado por Juan García evidenciaba la forma en la que Instagram actuaba frente a cuentas a favor de la anorexia y la bulimia. Pese a que denunció diez cuentas (algunas incluso con fotos de autolesiones y comentarios suicidas), esta popular red social no borró ninguna de ellas. Oficialmente y según las directrices de Instagram, no se permiten cuentas, imágenes y hashtags que idealicen, promuevan o animen a autolesionarse. Desafortunadamente, esta situación no es exclusiva de Instagram. Otras redes sociales como Facebook, Twitter o YouTube también alojan contenidos similares.

Este reciente incidente nos recuerda, una vez más, las dificultades que existen para combatir la apología de trastornos alimentarios, que ha estado presente en Internet prácticamente desde sus comienzos. Cuando las redes sociales no existían, eran los blogs, los foros y los chats los que se usaban para glorificar estos trastornos con poco o ningún control por parte de las empresas responsables de estos lugares virtuales. Ahora, con la proliferación y expansión de las redes sociales, es más fácil que nunca para sus usuarios crear y difundir contenido haciendo apología de la anorexia y la bulimia. Aun así, ¿es posible combatir esta apología en Internet o es poner puertas al campo? ¿Qué medidas podrían ser más efectivas para ayudar a aquellas personas que están sufriendo estos trastornos a través de la red de redes?

Una de las principales complicaciones a la hora de luchar contra este fenómeno es el marco legal en el que nos movemos. Hoy por hoy, la apología de los trastornos alimentarios no es delito en España, ni en Europa, donde no existe una regulación específica para estos casos. Esta situación legal dificulta considerablemente cualquier acción que se quiera tomar para retirar estos contenidos peligrosos para la salud. Al no existir presión legal alguna que obligue a las empresas a destinar recursos para eliminar estos contenidos, estas acciones dependen de buenas intenciones o de las presiones sociales por parte de sus usuarios o la sociedad. Otra dificultad añadida a lo anterior es el carácter internacional de la mayoría de webs y redes sociales. Incluso aunque algún día se considerase delito esta apología en Internet, las diferentes legislaciones entre países complicarían cualquier acción judicial, como aclara el abogado Fernando Frías.

A pesar de este contexto legal, lo cierto es que, en múltiples ocasiones, diferentes webs y redes sociales han actuado para combatir la presencia de contenidos que promueven la anorexia y la bulimia. Eso sí, en la mayoría de las ocasiones, con más pena que gloria. En 2001, Yahoo borró más de 100 webs proanorexia y bulimia. En 2011, Tuenti también eliminó múltiples de estos contenidos, así como también Tumblr, en 2014. Por otro lado, Facebook ha eliminado públicamente y en varias ocasiones páginas o cuentas fomentando dichos trastornos alimentarios. El principal problema con este acercamiento es que son acciones manuales y puntuales en el tiempo que sólo parchean el problema. En cuanto se eliminan contenidos que promueven trastornos alimentarios, no tardan en aparecer otros nuevos o sus usuarios pasan a redes privadas (como WhatsApp) donde no existe prácticamente ningún control.

Por otro lado, también hay que tener en cuenta que las personas afectadas por trastornos alimentarios tienen una baja autoestima y es frecuente que sufran depresión o ansiedad. Una persona con tales características que lleva una cuenta en una red social promocionando la anorexia o la bulimia podría ver aún más afectada su autoestima y su estado mental al darse cuenta de que han eliminado su cuenta y, también, por haber perdido el contacto con personas que sufren los mismos problemas que ella. Por estas razones, algunos expertos aconsejan eliminar contenidos individuales en lugar de cuentas de usuario.

La ingente cantidad de contenidos que se crea a cada momento en las grandes redes sociales hace que la censura constante de contenidos peligrosos para la salud por parte de personas dedicadas a ello sea, por lo general, muy poco efectiva. Sencillamente, no pueden dar abasto con toda la información que se mueve. Por ello, las redes sociales dependen mucho de algoritmos automáticos para detectar y restringir, hasta cierto punto, ciertos contenidos.

En un principio, sería lógico pensar que, si se censuraran de forma automática ciertas palabras típicas asociadas a contenidos a favor de los trastornos alimentarios, se podría disminuir su visibilidad en las redes sociales. De hecho, es lo que hizo Instagram a partir del año 2012. ¿Las consecuencias? La situación empeoró más todavía. Los usuarios creaban palabras nuevas derivadas de las prohibidas, para saltarse la censura. Al final, existían muchas más palabras (nuevas) asociadas a contenidos fomentando trastornos alimentarios, con lo que la visibilidad de estos contenidos era aún mayor que antes. Tanto es así, que los “me gusta” y los comentarios asociados a estas nuevas palabras se incrementaron un 15-30% con respecto a las palabras originales.

Por todas las dificultades anteriores para combatir directamente la apología de los trastornos alimentarios, múltiples expertos apuestan por tratar de reconducir a los afectados que leen esos contenidos a páginas web especializadas en dar apoyo y consejo para afrontar estos trastornos. Es lo que hace Instagram, al ofrecer ayuda cuando buscas ciertos términos asociados a contenidos proanorexia y bulimia.

No es una solución ideal, pero sirve como complemento junto con los intentos por restringir estos contenidos. La medida más efectiva para atacar este problema, como en otros muchos problemas de salud, es la prevención desde el entorno familiar (y escolar, si es posible). Aunque la sociedad occidental se empeñe en idealizar la delgadez a través los medios de comunicación, desde el entorno de los niños y adolescentes se debe, entre otras medidas, fomentar su autoestima y sentido crítico hacia los que venden un ideal de belleza enfermizo.

Para saber más:

Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia

Cómo saber si mi hijo tiene anorexia o bulimia