Somos muchas las personas que hemos ido llegando a la conclusión de que no se trata sólo de una crisis económica y financiera sino que ésta ha puesto en crisis a la España existente, una crisis nacional. No me refiero sólo al cuestionamiento del Estado actual por parte de Catalunya y Euskadi ni a la crisis de la misma jefatura del Estado, la Casa Real, sino también a la crisis de la moral social y al cuestionamiento público de todo, desde la banca, a la judicatura a la policía y de un modo muy claro al sistema de partidos. En un período de meses nos hemos acostumbrado con toda naturalidad a pedir en voz alta que se vaya la monarquía o a llamar ladrones a los banqueros o a los gobernantes. La falta de vergüenza reina en la vida pública y nos hace a todos malhablados; es nuestra impotencia. Y todos sabemos que esto no es normal, que vivimos una época de anormalidad y por tanto no sabemos en qué parará.
El rechazo masivo de la opinión pública hacia los políticos es el rechazo a la política que se hizo y que se hace y a los partidos mismos. Se oyen voces que reclaman cataclismos y empezarlo todo de nuevo, ganas no nos faltan y es una fantasía que todos vamos teniendo, pero ni creo que vaya a ocurrir ni es deseable, se crearían más problemas sociales a los ya existentes y en estos tiempos más problemas significa más dolor. Sin embargo, a estas alturas ya es inevitable que la politica existente cambie, tendrán que cambiar las propuestas que se le hagan a la sociedad y también cambiará la relación que la sociedad mantiene con los partidos. Esto no hay que argumentarlo mucho, basta con echar un vistazo a cualquier encuesta publicada.
¿Es posible que profesionales de la política no se enteren o nieguen lo que dicen las encuestas de forma abrumadora? Pues es posible. Es evidente que tanto el PP como el PSOE son incapaces de cambiar, el PP porque no tiene valor para hacer algo muy duro y violento, desnudarse ante la sociedad y decirle, “sí, hemos sido y somos un partido completamente contaminado por la corrupción, pero hemos decidido cambiar y comenzamos por pedir disculpas y tomar medidas reales”. Pero al no ser capaces lo que hacen es pudrirse dentro y exhalar hedor de falsedades.
Y el PSOE no cambia porque también es esclavo de su pasado. En un periódico, “Rubalcaba prohíbe a Pachi Vázquez que convoque primarias en Galicia” y, aunque a estas alturas ya era esperable, cuesta creer lo que se lee, que se prohíba eso. El secretario de los socialistas gallegos acepta lo que le está pidiendo su militancia, que el nuevo secretario sea elegido por los votos de todos los militantes, y la dirección del partido le dice que no lo autoriza.
Una respuesta así sólo es posible por parte de quienes ignoran absolutamente lo que piensa hoy la sociedad y viven en un mundo particular aparte, sin comprender que la sociedad hoy está observando con suspicacia a los partidos y juzgándolos. Esa respuesta de una dirección a su militancia resulta simplemente increíble, nos frotamos los ojos. De qué vale tanto Tuenti, Facebook, Twitter y lo que sea si no le sirve a uno para enterarse de nada. La gente está preocupada, cabreada, asqueada de la política y hace un juicio de los partidos muy duro, pero fundado y legítimo. Aunque los partidos sigan alejados de la sociedad, la gente está implicada emocionalmente en la política como no lo estaba desde hace más de treinta años.
Pero la culpa de la situación del PSOE no es sólo de Rubalcaba, a él lo pusieron ahí quienes le consiguieron los votos en el congreso de Sevilla hace nueve meses, los padrinos de aquella boda fueron González y Guerra. El problema es que una candidatura debe tener un proyecto político y no lo había, y al no haberlo no puede haber liderazgo. Rubalcaba fue portavoz de González y Guerra y también de Zapatero, en ambos casos había un proyecto y un liderazgo detrás de él pero ahora no. Realmente es simple. ¿Podrían llenar de contenido político G y G su candidatura? No lo creo, la vida nos lleva a todos.
Hay algunos dirigentes políticos que tienen la capacidad de reciclarse, de actualizar en épocas distintas un proyecto político, pero la gran mayoría tienen caducidad, les pasa su tiempo y ellos mismos envejecen políticamente. Creo que es el caso de G y G. Pero además tampoco son un amparo efectivo para el papel que desempeña Rubalcaba, que está sin proyecto y sólo. Y concentrado únicamente en mantenerse en pie, confiado en que si aguanta el paso del tiempo dios proveerá, exactamente el mismo modo de hacer politica que Rajoy.
Democratizar los partidos y además demostrárselo a la sociedad es el primer paso para que la sociedad los respete y en el caso del Partido Socialista eso tiene un nombre, “primarias”. Hasta ahora habían demostrado que les tenían miedo y lo han vuelto a hacer. Realmente en democracia casi siempre es verdad que cada uno tiene lo que se merece. El PSOE se merece lo que le dicen las encuestas a gritos.