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Opinión - Volver a empezar. Por Rosa María Artal

El PP se apunta al 'anticolonialismo'

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No sé cómo empezó esta moda de acusar a Pedro Sánchez de colonizador. El hecho es que no paro de leer y escuchar en medios de la derecha que el presidente del Gobierno está “colonizando” las instituciones. Pongo el verbo entre comillas porque he aprendido en el oficio que ciertas expresiones se deben entrecomillar para dejar claro al lector que no son asumidas por el medio que las publica. Los medios de derechas a los que aludo no le ponen comillas: han decidido hacer suyo el término y lo repiten como loros amaestrados al igual que hacen con muchos de los argumentarios que les llegan desde Génova o la Puerta del Sol. ‘Sánchez aspira a colonizar más de un tercio del Supremo si arrebata al CGPJ los nombramientos de los jueces’, titulaba uno de esos medios en junio. ‘Primer golpe de la Justicia a Sánchez por su intento de colonizar Hacienda’, titulaba otro en julio. En mayo, el PP difundía un comunicado con declaraciones de la secretaria general de su grupo en el Congreso, Macarena Montesinos, en las que, con una soltura que le envidiaría Ayuso, afirmaba que “Sánchez ha colonizado todas las instituciones independientes del Estado con amigos o recomendados por Begoña Gómez”.

En el momento en que escribo estas líneas, la santa alianza político-mediática está denunciando el episodio más reciente de “colonización”: el nombramiento por Sánchez del ya exministro Escrivá como gobernador del Banco de España. ‘Así coloniza Sánchez las instituciones: “Coloca a sus afines en puestos independientes”’, titula un periódico, que, muy riguroso él, entrecomilla una declaración que parece sacada del señor Fuentes del Entorno pero olvida hacerlo con la acción depredadora que atribuye al presidente. El líder del PP, por supuesto, se ha sumado a la ola anticolonialista y afirma que no negociará el nombre del subgobernador del banco.

Presumo que la elección del término para atacar a la izquierda surgió en alguna tormenta de ideas del PP. Al menos no me consta que lo hayan importado de Estados Unidos: he metido en google “Biden” y “colonizer” y solo me aparecen algunas referencias a Cisjordania. Es posible se le ocurriera a algún espabilado politólogo de esos con posgrado de Harvard en Aravaca que pululan en los gabinetes de comunicación: “Ya que los woke no paran de chillar contra el colonialismo, démosles de su misma medicina y digamos que Sánchez es un colono”. Y marchando la ocurrencia. El hecho es que, sea cual fuere el origen de la estrategia, el efecto cascada del mensaje ha funcionado y la derecha ya tiene a su ejército de zombies en las redes sociales y los bares arremetiendo con iracundia contra el “colonialismo” de Sánchez“, del mismo modo que en los últimos meses han vociferado ‘que te vote Txapote’, ‘y el Flacon qué’, ‘Begoño’ o ‘han arruinado a España”. Hay que ver cómo se ponen nuestras masas de derechas cuando les entra el anticolonialismo; si no se les explica a tiempo que lo de los siglos XVI al XIX en América no fue colonialismo, sino una transferencia generosa de valores de una civilización superior a otra inferior como sostiene Abascal, son capaces de incendiar la tumba del mismísimo don Diego Fernández de Córdova, virrey de Nuevo México y de Perú.

El problema del PP, como le sucede con casi todos los temas en los que pretende erigirse en autoridad moral, es que a “colonizador” no le gana nadie. Para empezar, el partido fue fundado por exministros de una colonización brutal de las instituciones que duró casi cuatro décadas y que los populares han sido incapaces de condenar con nitidez, por mucho que repitan que ya lo hicieron en aquella proposición no de ley de calculada ambigüedad aprobada en el Congreso en 2002. Y qué decir de la colonización por Aznar de las grandes compañías privatizadas en los años 90, en las que puso al frente a personas de su círculo de confianza, entre ellos a su amigo de pupitre Juan Villalonga, quien desde la presidencia de Telefónica intentó montar a las bravas y a punta de talonario un emporio de comunicación al servicio del PP. O la colonización del Consejo General del Poder Judicial, que el PP mantuvo secuestrado durante cinco años para impedir que reflejara los cambios que se habían producido en el Congreso tras las elecciones generales. O la colonización de un sector de la policía bajo el Gobierno de Rajoy, que permitió espiar ilegalmente a adversarios políticos –notablemente de Podemos y del independentismo catalán– e incluso al propio tesorero del PP que amenazaba con desvelar datos comprometedores sobre la corrupción del partido. O la colonización de los medios de comunicación gallegos con la que Núñez Feijóo se aseguró una presidencia apacible y supuestamente exitosa a punta de pauta publicitaria. O la colonización de la tropa de medios madrileños que publican sin tocar una coma los mails que les llegan desde la Puerta del Sol. 

No se me ocurre un retrato más fiel, y más descarnado, de colonialismo institucional que aquellas palabras antológicas del expresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González al ex ministro Eduardo Zaplana: “Vamos a ver, Eduardo. Tenemos el Gobierno, el Ministerio de Justicia, no sé qué y tal. Y escucha, tenemos un juez que está provisional… Tú lo asciendes. Yo le digo, venga usted pa’ acá. ¿Cuál es la plaza que le toca? Onteniente, a tomar por culo a Onteniente, y aquí que venga el titular, que ya me las apañaré con el titular, coño”. Después de esta fina conversación, incluida en el sumario del caso Lezo, el juez provisional del juzgado central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, que avanzaba en la investigación por corrupción contra González, fue trasladado y regresó el titular, Manuel García Castellón, quien como buen soldado aceptó renunciar a la vida padre que durante 17 años se había pegado como juez de enlace en París y Roma para acometer su nueva y peor remunerada etapa profesional.

No es por nada, pero a “colonizador” no hay quien llegue a los tobillos del PP. A su lado, Sánchez es un modesto colono cuáquero de las planicies virginianas.