Era la gran semana del PP. Las representaciones con la flor y nata de la que dispone el partido se desarrollaban en distintos escenarios y un recorrido itinerante. La convención del Partido Popular se inició el miércoles en Santiago de Compostela para concluir el próximo domingo en Valencia, tras pasar por varias capitales. El programa no ha defraudado: asistimos entre el estupor y la hilaridad a esa convención del PP con su estrella principal haciendo de las suyas con decorado estadounidense. Lo que queda en el fondo es una gran preocupación, porque un partido que ha sido Gobierno de España no puede encontrarse en este estado sin que se resienta de alguna manera el sistema. Su precedente, el CDS de Adolfo Suárez, se desintegró, pero ahora el heredero sería Vox con los mismos delirios o más que el PP, y todavía más antidemocrático en su sesgo franquista.
Ya no sabemos si Pablo Casado habla pensando que nadie le escucha o cree en el mito de que sus votantes acuden a las urnas a depositar el voto en la eterna pila bautismal de la inocencia religiosa. No diría gran parte de lo que dice si fuera consciente de que es el presidente del partido que cosechó en 2016 el peor resultado electoral de la historia del PP. Pero persiste “alentado por las encuestas”, argumentan muchos de los que así se las fabrican. Y no es solo Casado, el Partido Popular se encuentra en una degradación tan manifiesta que solo no lo admiten –por completo– quienes confían en ese cúmulo de fuerzas que en España logran convertir en blanco el negro, con exhaustivos lavados de manchas o fundas de las que todo lo tapan.
Tras su larga trayectoria de despropósitos, Pablo Casado se monta una convención de apoyo a su persona y de relanzamiento de su modelo. Y se lleva a ideólogos del calibre de Girauta, Fidalgo o Vidal-Quadras. Del exterior se trae nada menos que al ex presidente francés Nicolas Sarkozy. Cuando Casado habló de tomar ejemplo de su gestión basada en principios y valores compartidos, sabía que Sarkozy estaba condenado por corrupción y tráfico de influencias a 3 años de cárcel desde hace 6 meses y que se dilucidaba al día siguiente un nuevo juicio en el que también ha sido hallado culpable de financiar irregularmente su campaña electoral de 2012 y sentenciado a un año de prisión. Cualquiera diría que para el presidente del PP esos son principios y valores compartidos.
Casado ha conseguido al fin que acudieran Rajoy y Aznar. Les ha citado como ejemplos de buena gestión en economía y Estado de Derecho. Vuelan de un plumazo pues el rescate bancario que diezmó las arcas públicas, los salvajes recortes en sanidad, educación, ciencia e investigación o dependencia de Rajoy. Su ley mordaza, su reforma laboral, el montaje político de las cloacas del Estado, la Gürtel bandeándose aún por los juzgados. Solo citando de memoria el enorme destrozo que en verdad el buen Mariano hizo a las políticas del Bienestar y al Estado de Derecho. Salpiquen de presuntos lo que quieran, pero es bastante evidente lo que pasó.
Lo de Aznar es punto y aparte. De la burbuja inmobiliaria a las privatizaciones, del Yak 42 a la Guerra de Irak, tras la invasión ilegal sin paraguas de la ONU del país que presidía Sadam Hussein. Guerra de la que todavía pagamos las consecuencias porque supuso un antes y un después en el germen del terrorismo internacional. Es inaudito que José María Aznar, lejos de estar rindiendo cuentas en el Tribunal de La Haya, se permita estas actuaciones en público que él supone ingeniosas.
Aznar sonreía cuando Casado le preguntaba como un alumno al profesor en un final de curso en la ESO: “¿Cómo hiciste ese milagro económico?”. El expresidente español insultó al de México. Vargas Llosa a los votantes latinoamericanos y a la democracia. Ha sido un deslizarse por las pistas cuajado de resbalones para acabar en el suelo, sin que los interfectos se enteren siquiera sumidos en su egocentrismo y alejamiento de la realidad.
Con Sarkozy precisamente se atrevió Casado a asegurar que “los enemigos de la libertad están gobernando España”. Enarboló una vez más la bandera de sus demonios: “comunistas, populistas e independentistas”. Los asimiló incluso a los terroristas de Bataclán. Entre ignorancia, mentira y mala fe, el PP ha logrado meter en cabezas similares esas ideas como fantasmas esperpénticos. El PP que gobierna gracias a la ultraderecha de la que cada vez se diferencia menos. Y sin problema alguno.
Pero hay que reafirmar la realidad. Menos ascos a los demócratas cuando se cuenta con un historial como el de la derecha española. Nicolas Sartorius, un aristócrata docto, culto, comunista y represaliado del franquismo, explicó, hablando de alianzas y apoyos, que “en la Transición pactamos con quien nos fusilaba”. Con esos precisamente. Y de hecho ese contrato parece seguir vigente. Porque aquellos tiranos, ancestros de muchos de estos políticos lenguaraces, destrozaron la ética de nuestro país por varias generaciones en sectores esenciales. Y ahí seguimos.
Teo García Egea actuaba en el Congreso, donde es la estrella indiscutible del PP en esa modalidad del patinaje político. El PP le promocionaba en su cuenta de Twitter como dador de “repasos” a la vicepresidenta Yolanda Díaz. Cabe decir poco más siendo él quien los recibe en cada sesión, al punto que se están comercializando camisetas con el lema: “Señor Egea, le voy a dar un dato”.
Isabel Díaz Ayuso se fue a hacer las Américas, con medios españoles –y solo españoles– como séquito. Tiene previsto aparecer en la convención del PP para rematar a Casado, descendiendo del espacio aéreo como del cielo en su promocionado viaje a EEUU. Ha sido de muy bajo perfil, al punto de ver reducido su broche de oro en el Capitolio con el caucus hispano a 5 congresistas, de los 38 convocados, y ni siquiera participaron todos de forma presencial. La reunión así duró apenas 10 minutos. Pero la foto en el exterior se la hizo. Como una turista más.
Lo único que ha trascendido en los medios americanos es que la presidenta de Madrid se atrevió a criticar al Papa: “Me sorprende que un católico que habla español hable así de nuestro legado”, refiriéndose a la evangelización. Y por el otro lema que lanzó: “el indigenismo es el nuevo comunismo”. Entre los pocos que se enteraron –por The Guardian, que la criticó duramente–, unos se mofaron y otros se han indignado. Hasta ahora ni sus meteduras de pata ni sus graves actuaciones tienen consecuencias, Ayuso cuenta con unos asesores y promotores mediáticos que colocan como éxito hasta sus fracasos. Y varios millones compran el producto adulterado.
Pero el tour debía tener otros objetivos. Los de vender Madrid a fondos de inversión ya los comentó de pasada, pero hay algo más. El viaje incluía una visita a Global Americans, que es “parte de National Endowment for Democracy (NED), un grupo formado por Reagan en 1983 al que se acusa de dedicarse a interferir en países y elecciones”, como explica el analista de contenidos tecnológicos Mariano Madrigal en un hilo completo con detalles significativos de la actividad de la empresa visitada por Ayuso. Y hay ejemplos que cita Madrigal.
Los actuales dirigentes del PP no son una casualidad sino fruto de un deterioro concienzudo que cada vez se aleja más de la derecha moderna y democrática que España necesita y no tiene en ninguna de sus tres ramas de ámbito nacional. Andan, por supuesto, en la senda del populismo con el que fijan su mirada mientras acusan a otros de serlo. En las mentiras y las frases escandalosas que calientan hoy los algoritmos. El futuro podemos verlo en Donald Trump –que tampoco fue casualidad–, quien ha llevado al Partido Republicano a una crisis profunda que se extiende al propio sistema de Estados Unidos. Hay pruebas de que era real la amenaza de un golpe de Estado, dicen en CNN, y de que no ha tirado la toalla. El Financial Times este viernes era de similar opinión: La extraña muerte de la democracia estadounidense, titula. Por Trump.
En España no hace falta llegar a ese extremo si se cuenta con colaboradores decisivos en la justicia y los medios informativos básicamente. Y mal vamos si se sigue resintiendo la democracia y la convivencia de decisiones adoptadas por emociones con bases falsas y no sustentadas en la verdad. El despertar a la realidad de esa masa social es clave como solución y muy difícil de alcanzar mientras persistan intoxicaciones diarias y su propia pereza intelectual y ética.