El PP hace historia

“¡Hacemos historia!”, proclamaba ayer el PP a través de un vídeo colgado en su cuenta de Twitter. Al principio pensé que intentaban quitarle importancia a lo de Rajoy en la Audiencia Nacional a base de ironía, pero enseguida llegó una amiga muy espabilada —y más que indignada— a sacarme de mi error: “Es por lo del paro, bobo, que no te enteras. Lo tenían todo organizado. Convencieron al juez para que pusiera la fecha de la declaración justo el día antes del la publicación de la EPA y así tapar con empleos la corrupción. No se les escapa una. También consiguieron que Rajoy entrase en su coche por el garaje y que declarase tras una mesa colocada en el estrado al mismo nivel que el tribunal. El tipo estaba tan campante. Incluso el juez le dejó hacer algún chascarrillo de los suyos, que no tienen ni puta gracia, pero en fin. Y qué me dices de lo de la tele. Mientras Telecinco, La Sexta, Antena 3 y Cuatro lo retransmitían en directo, en La 1 de RTVE hablaban de dietas y nutrición. ¿Y de lo de los tráilers? —continuaba mi amiga cada vez más excitada— ¡Menuda cara más dura! Los colocaron frente a las puertas de la Audiencia para impedir el trabajo de los periodistas y se quedaron tan panchos. Esto sí que es de república bananera. ¡Y no pasa nada! Y encima presumen de los datos del paro, con la mierda de contratos precarios que se tiene que tragar la gente. Haciendo historia, dicen. Será historia de la corrupción. En el vídeo ese, los muy manipuladores, comparan al PP y a Rajoy con Picasso, los hermanos Wright, Neil Armstrong, Mike Powell y el príncipe Felipe en los JJ OO de Barcelona. Claro, se les olvida citar los récords de mangoneo de Camps, Barberá, Matas, Rato, Aguirre, Pedro Antonio Sánchez, Granados, Ignacio González, Bárcenas... ¡Y menos mal que tenemos a Cifuentes en su despacho velando por nosotros durante julio y agosto!”

En ese momento, mi amiga, ya casi sin aliento después de la parrafada, me hizo un guiño, a sabiendas de lo que opino de la presidenta de la Comunidad de Madrid y sus ocurrencias, buscó mis labios y me besó.

Y es que de esta puñetera basura en la que andamos metidos ya solo nos puede salvar el amor o quizá también el sexo.