En la Eurozona, el BCE ostenta la soberanía de la política monetaria, de forma que los presupuestos se convierten claramente en el instrumento más importante de la política económica de los países miembros y resultan la herramienta principal para generar cambios. No es de extrañar que exista una gran tentación a utilizar los presupuestos con fines electorales, dado que reciben a su vez una gran atención mediática. Esta tentación es mucho mayor si cabe cuando se trata de los presupuestos a desarrollar en un año de elecciones.
El mundo académico ha dedicado importantes esfuerzos a analizar lo que podíamos denominar “ciclos económicos políticos” (en inglés, political business cycle), para ver como los comportamientos oportunistas de los políticos afectan al ciclo económico. La evidencia nos muestra que el oportunismo electoral existe en muchos países y que los políticos caen en la tentación de utilizar los presupuestos con fines electorales. No obstante, no en todos los países la estrategia tiene el mismo éxito en término de votos.
Siguiendo esta línea de pensamiento, este artículo trata de analizar los Presupuestos Generales del Estado recién presentados desde una óptica electoralista. Sí, hubieran sido diferentes si en 2015 no tuviéramos dos citas con las urnas.
Los gastos
Los gastosEn la Tabla 1, tenemos los gastos del Presupuesto del Estado (no consolidado o sin tener en cuenta la Seguridad Social y otros organismos autónomos).
Todas las partidas de gasto suben menos los gastos financieros por pago de intereses de la deuda y el gasto en prestaciones por desempleo.
Los gastos financieros caen un -3% en el año 2015. Esta caída del -3% se ha calculado respecto a lo presupuestado en 2014, que va a resultar diferente a lo pagado realmente –o ejecutado–, que conoceremos a final de año. Con la deuda pública creciendo y rebasando el 100% del PIB en 2015, parece difícil que la partida de intereses de la deuda que finalmente se pague en 2015 pueda ser inferior a la de este año.
Las transferencias corrientes caen un -2,9% en el año 2015 debido a que las transferencias al Servicio Publico Empleo Estatal caen un -30%. Es decir, existe un menor gasto en prestaciones por desempleo. Ojala esta caída estuviera justificada por una reducción drástica del desempleo. Lamentablemente, según el propio cuadro macro del gobierno (pagina 96 del famoso Libro Amarillo de los Presupuestos), la tasa de paro rozará el 23% en 2015, lo que implica que esta caída en el gasto se producirá por el agotamiento en las prestaciones por desempleo con la consiguiente caída en la tasa de cobertura de los parados.
Pero el resto de partidas de gasto suben, aunque con ciertos matices que merece la pena destacar.
El gasto en educación y en sanidad crece respectivamente un 4,5% y 1,2%. Pero estas cifras son engañosas pues ambos servicios están transferidos y el Estado solo gasta el 4% del gasto total en Educación y el 3,7% del Gasto total en Sanidad. Sin conocer los presupuestos de las CCAA resulta imposible valorarlo.
La partida de inversiones públicas sube en 2015 tras 4 años de bajada. La subida del 12,6% puede parecer elevada, pero no hay que olvidar que estaba en niveles históricamente bajos. La inversión ha pasado de los 15.084 millones en 2008 a los 5.454 millones en la actualidad. Ha caído un 64%.
Otra partida que también sube pero merece la pena relativizar es la I+D. Según los datos del presupuesto aumentará un 4,8% (unos 250 millones). Parece mucho, pero se queda en nada cuando se abre el foco. Esta partida ha sufrido graves recortes desde el inicio de la crisis, y ha pasado del 9.337 millones en 2008 a 6.104 millones en la actualidad, una caída del 35%.
Los ingresos
Los ingresosLa evolución de los ingresos se encuentra en la siguiente tabla:
La mayoría de los ingresos suben o apenas se reducen, a pesar de la rebaja de impuestos aprobada. Y es aquí donde, en mi opinión, el presupuesto presenta serias dudas, por no decir que es excesivamente optimista. Un optimismo que va más allá del propio cuadro macroeconómico del gobierno que asume un crecimiento del PIB del 2%, un aumento del consumo del 2,1% y un aumento del empleo del 1,4%. Si además tenemos en cuenta que la evolución de los precios roza la deflación, el aumento de los ingresos que aparece en los presupuestos del 2015 resulta bastante increíble. Vamos a ver por qué:
A pesar de la bajada de impuestos recién aprobada de más de 3.500 millones en 2015, la recaudación del IRPF tan solo cae un 0,3% (¡menos de 500 millones!).
La recaudación del IVA sube un 7,2%, a pesar de que no hay ningún cambio normativo y el consumo solo sube un 2,1%. La recaudación por IVA solo puede subir si aumenta el consumo o aumenta el tipo impositivo. Si no se ha modificado el tipo impositivo, y la previsión es que el consumo aumente un 2,1%, parece bastante increíble que la recaudación aumente hasta un 7,2%.
La recaudación del Impuesto de Sociedades, a pesar de la bajada de la última reforma, también sube un 20%.
La recaudación por cotizaciones sociales, a pesar de que el empleo tan solo crece un 1,4%, sube un 6,8%. Para un mayor detalle de lo increíble de este dato ver este post que saque en el blog Nada es Gratis.
En conclusión, todos los ingresos del Estado se han presupuestado para aumentar muy por encima de la base que los grava.
Electoralismo
Electoralismo Todo el mundo coincide en señalar que estos presupuestos son muy optimistas en la parte de los ingresos. Y es precisamente por la parte de los ingresos por la que se les puede acusar de ser unos presupuestos electorales. Compaginar una reducción del déficit sin apenas tocar gastos y bajando impuestos solo es posible con un escenario muy optimista en cuanto a los ingresos. La estrategia política es clara. Y aunque el papel lo aguanta todo, otra cosa es que funcione.
Básicamente la forma de hacerlo consiste en apostar por un escenario posible aunque muy improbable: que en el año 2015 la economía mejore espectacularmente y con ello consigamos una recaudación que, a día de hoy, parece imposible. En un periodo de consolidación fiscal como el que atravesamos, estos ingresos tan optimistas permiten no tener que hacer un mayor ajuste por la parte del gasto, al menos en el corto plazo. Y ¿qué pasa si luego no se consigue el objetivo de ingresos y el déficit resulta mucho mayor que el presupuestado? Como estamos en elecciones, ya lo “arreglará” quien gane. Evidentemente se trata de un comportamiento poco responsable y que retrasará la recuperación, y por esto creo que podemos afirmar que son unos presupuestos electoralistas y que no son los que se hubieran hecho si 2015 no fuera un año electoral.
Son electoralistas porque se escudan en un escenario de ingresos muy poco probable para llevar a cabo una política fiscal que no es la adecuada para el proceso de consolidación fiscal que necesita España. Y se hace sin pensar en el interés general del país, se trata de un mero cálculo electoral para poder rebajar impuestos, evitando ajustes por el lado del gasto. Es de sobra conocido que si aspiramos a tener un Estado del Bienestar con Educación y Sanidad universal y de calidad, la crisis fiscal únicamente se soluciona aumentando los ingresos hasta situarlos en la media europea. Esta premisa, que es obvia, se evita sistemáticamente: subir impuestos es impopular. Lo triste es que medidas como ésta no hacen más que retrasar la salida de la crisis fiscal y en consecuencia la recuperación total.
Me temo que la presentación de estos presupuestos electorales son el pistoletazo de salida de las próximas elecciones generales que se moverán entre el electoralismo de los partidos que aspiran a gobernar y el populismo del resto. La diferencia entre electoralismo y populismo radica en que el electoralismo propone medidas factibles aunque alejadas del interés general mientras que el populismo propone medidas que ni siquiera son factibles. No obstante la motivación es la misma: ganar apoyo político en unas elecciones. ¿Premiaran los votantes estos comportamientos? Pronto lo veremos.