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Las ‘primarias’ del PSM: un portazo a la ciudadanía

El proceso de primarias para la elección de los candidatos del Partido Socialista de Madrid al Ayuntamiento y a la presidencia de la Comunidad Autónoma ha sido un rotundo fracaso. Pero es, sobre todo, una clara ilustración del estado en el que se encuentra el PSM desde hace ya demasiados años. Por dos razones fundamentales.

I. La primera, y más evidente, afecta al núcleo dirigente. La sociedad, hastiada de un modo de hacer política que antepone los intereses de la propia organización frente al interés general, demanda apertura de los partidos políticos para que éstos recuperen la conexión con los problemas de la ciudadanía. Sin embargo, la dirección del PSM ignora esta exigencia y se parapeta detrás del aparato del partido a través de un proceso de primarias que desacredita a los socialistas madrileños ante los ciudadanos y que parece la mejor garantía de un nuevo fracaso electoral.

Difícilmente puede interpretarse de otra forma que se haya olvidado el compromiso públicamente expresado para la elección de candidatos a través de la celebración de unas primarias abiertas a los ciudadanos; o que se estableciera la exigencia de un 10% de avales (20% en el caso del Ayuntamiento de Madrid, una ciudad de 3,5 millones de habitantes), una cautela excesiva que dificulta la concurrencia de candidatos no 'oficiales' a la vista del férreo control de las agrupaciones que ha demostrado el aparato del partido.

El mensaje que los actuales dirigentes transmiten a la ciudadanía es que no creen en la apertura del partido ni en la capacidad de los simpatizantes para generar ilusión por un nuevo proyecto, y que les importa muy poco el descrédito que ello implica.

II. Pero hay todavía una segunda razón que agrava la sensación de rechazo y de desánimo que el PSM genera en muchos potenciales votantes y en muchos (¿o quizá no tantos?) militantes. Sin quitar mérito a los compañeros que han tratado infructuosamente de reunir los avales para concurrir a las primarias, resulta muy significativo que no haya entre los militantes del PSM personas con coraje para combatir la política con minúsculas que desarrolla la organización desde hace tanto tiempo. ¿Por qué nadie parece tener el liderazgo necesario para impulsar un proyecto político comprometido, honesto y transformador? Es muy triste constatar que el partido se ha convertido en el reino de la mediocridad y del sectarismo; en una organización que vive de espaldas la ciudadanía y a la que no parece importarle demasiado mantenerse en la oposición.

Todos salimos perdiendo con el portazo que han supuesto estas primarias fantasmas. Pierden, primero, los ciudadanos que corren un riesgo serio de seguir gobernados por un Partido Popular corrupto, incompetente y decidido a seguir vendiendo los servicios públicos al mejor postor. Pierde, segundo, el PSM abocado a salir muy mal parado de la contienda electoral (¿un apoyo inferior al 20%?, ¿tercera, cuarta fuerza política en el número de votos?). Y pierde, por último, el conjunto del PSOE y su nuevo equipo dirigente que ha dejado pasar una magnífica ocasión de demostrar en Madrid el calado de su mensaje transformador.