1. La situación creada en Cataluña es de bloqueo total. Yo no veo sino un empate técnico. En La Vanguardia de hoy un chiste contrapone “hemos conseguido los votos necesarios” a “no han conseguido la mayoría de votos”. Cierto, pero “los votos necesarios” no van a llevar a la independencia esta vez. Y si no ha habido “mayoría de votos”, sí que casi el 48% ha votado “sí”. Y algunos, en Madrid, deberían pagar por ello, por su tozudez.
2. Estas elecciones al plebiscitarse se han tornado un asunto catalán, al dirimir entre catalanes casi exclusivamente... Y ello se ve, primero, por la participación altísima (casi el 78%); segundo, por la polarización entre los catalanes: los votos se han concentrado entre la CUP y Junts pel Sí, por una parte, y Ciutadans, por otra (los demás partidos que defendían el “no” han quedado mal), no hay que olvidar que Rivera es catalán; tercero, los trasvases desde Convergència y Catalunya Sí que es Pot han ido a la CUP; los trasvases desde el PP han ido a Ciutadans, que actuaba como el “no” catalán...
3. Sí que es Pot/Podemos ha pagado el precio de no ser “ni sí ni no” sino por haber adoptado una actitud de Estado: aquella consistente en decirles a los catalanes que se respetaría la voluntad de los catalanes, y que escuchándonos unos y otros se podría desbloquear la situación (por ejemplo, a través de una muy profunda revisión constitucional).
4. Ahora,
- dado que los catalanes no han logrado dirimir la cuestión,
- dado que ni el PP ni el PSOE se van a mover en serio,
- dado que la nueva partida se va a dirimir en el tablero español (y no exclusivamente catalán),
no sería inteligente extrapolar al resto de España los resultados de las catalanas. En conclusión, el melón catalán sigue abierto. Ahora hay que abrir el melón español.