Artur Más ganó las elecciones pero no su plebiscito. Rajoy y el PP pueden seguir agitando el fantasma del miedo pero ya saben que el discurso del miedo ya no funciona tan bien como antes. Podemos ha chocado con la realidad de lo que realmente quiere la gente. Los socialistas pueden consolarse con su medalla de bronce, pero les faltan muchos votos catalanes que necesitan de manera imprescindible para llegar a La Moncloa.
Cambian los partidos y los candidatos. Pero los movimientos y demandas políticas que los empujan permanecen elección tras elección. En Catalunya conviven y compiten dos grandes grupos de ciudadanos. Quienes anhelan que la nación catalana tenga su propio Estado y quienes demandan que esa nación siga en el Estado español. Se desconoce cuántas elecciones necesitan el gobierno español y parte de la opinión pública y publicada española para entenderlo de una vez. No es un suflé, ni un invento. Es Catalunya.
Aunque sean buenos tiempos para los mensajes apocalípticos y la retórica del desafío, que mucha gente quiera cosas diferentes y se organicen para lograrlas no supone un drama, ni un cisma, ni una tragedia. De eso trata la política. Para eso se inventó. Hay opciones y habrá que tomar decisiones.
Seguramente la primera apuesta de muchos pase por intentar seguir instalados en este duelo agotador entre el soberanismo catalán y el soberanismo español que siempre acaba en empate, con varias decenas de expertos explicando cada uno a su manera cómo funciona el derecho internacional o cómo se entra y se sale de la Unión Europea.
Puede también que crezcan los partidarios de las soluciones finales e inmediatas. “Si se quieren ir que se vayan, ya están tardando” dirán desde un lado. “No necesitamos el permiso de nadie, si decimos que nos vamos, nos vamos” replicarán desde el otro. Levantarán polvareda, ocuparán espacio en los medios y tendrán su momento en la campaña de las generales, pero se irán con el año nuevo.
Hasta las elecciones generales habrá poco espacio para las opciones que acabarán imponiéndose. Pero solo es cuestión de tiempo. Cuando el gobierno español sea detentado por quien gane las generales y haya de sentarse a negociar con el ahora elegido gobierno catalán, empezará otro partido y será el tiempo para poder volver a hablar de cosas de las que hace no tantos años hablábamos con normalidad y sin que nadie anuncie el fin el mundo. Reforma constitucional, Estado plurinacional, hasta los federalistas tendremos nuestro momento cuando ya parecía que habíamos pasado de moda para siempre... Arriba los corazones. La política es así.