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Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

Pueden hacer cosas miserables pero ¿mentir? Mentir ¡Nunca!

“Es rotundamente falso, rotundamente falso, rotundamente falso y un disparate monumental”. De esta forma pretendía zanjar María Dolores de Cospedal la publicación de parte de los papeles originales de Bárcenas, el extesorero del PP. Con la misma convicción que dice siempre una cosa y su contraria. Con idéntica firmeza con la que hacen lo propio Rajoy o Soraya Sáenz de Santamaría, sus portavoces o voceros ocasionales. Las hemerotecas están saturadas de ejemplos con flagrantes mentiras que los más destacados miembros del partido en el gobierno se echan a la espalda, mientras se calzan la cara de cemento para una nueva intervención ante los medios. Pero quizás es que no lo sabemos ver.

Por dios, cómo van a ellos a mentir. Estamos hablando de un partido que, por ejemplo, ha retirado tarjeta sanitaria a cientos de miles de seres humanos (873.000, según Amnistía Internacional) lo que ya ha producido víctimas mortales y extensión de enfermedades en la población. Del que ha quitado la ayuda a la dependencia a personas que no se pueden valer por sí mismas. Del que ha aumentado el costo de la farmacia y los tratamientos de salud. Del que se ha negado a legislar a favor de los desahuciados de sus hogares porque perjudicaría a los bancos. Del que ha encarecido las tasas universitarias y suprimido becas o el costo de todos los servicios que, a su vez, ha mermado. Del que ha aumentado los impuestos. Del que se los ha quitado a los yates de lujo. Del que ha facilitado el despido y la indefensión laboral de los trabajadores. Del que ha disminuido los subsidios. Del que anima a marcharse a los jóvenes al extranjero a buscarse la vida con una mano delante y otra atrás. Del que insulta a los padres diciendo que si no pagan estudios a sus hijos es porque tienen otras prioridades. Del que se ha cargado la ciencia y la investigación y ofrece por modelo de país el juego, el turismo y el ladrillo origen de nuestros males. Del que se propone dar un tajo a las pensiones para completar las “reformas” que nos sitúen en el camino del crecimiento de sus cifras macroeconómicas y en la ruina de las domésticas ¿Cómo alguien puede creer que mienten en algo personas de esta categoría moral?

Aquel Bárcenas del que nadie “prodá... podrá probar que no es inocente” –como dijo Rajoy con categórica resolución-, se ha convertido en un indeseable que les acusa sin motivo de llevar 20 años financiándose ilegalmente, y enriqueciendo sus bolsillos privados con el cobro de comisiones a cambio de contratos que concedían sus administraciones. ¿Mentir ellos? Por favor, qué disparate. Pero se da la circunstancia de que la justicia ha encontrado indicios de delito en la contabilidad oficial del PP por los cuales se habría financiado ilegalmente. En esa misma contabilidad oficial figuran sobresueldos a la cúpula del partido. Mariano Rajoy en concreto cobró casi 7 millones de pesetas adicionales solo entre 1990 y 1993 que ya es un síntoma. Hemos sabido también por sus propias cuentas, la vida de marajá que el PP ha costeado a Javier Arenas, con residencia madrileña en el exclusivo Hotel Palace, quien llegó a gastarse 2.000 euros en un solo día en restaurantes de lujo. Que Miguel Blesa, expresidente de de nuestros dolores, también se llevó lo suyo quizás simplemente porque pasaba por allí, por esa calle Génova en donde fluía el maná. Flagrantes agravios comparativos porque ellos lo valen.

Esto es lo oficial, pero una contabilidad B, con cajas de puros repletas de dinero para Rajoy y buena parte de la cúpula (Rato, Arenas, Cascos, y otros), las comisiones a cambio de favores, bolsas, maleta y maletines preñados de billetes sucios, vaya por dios, esto es rotundamente falso aunque lo muestre el ex tesorero del Partido Popular, harto de cargar con todas las culpas en exclusiva. Qué injusticia. Pero ¿cómo puede pensar alguien en su sano juicio que el PP miente?

Llegó al poder engañando de a en su programa y lo siguió haciendo al diseñar un futuro basado en que la miseria de la mayoría sea el auténtico motor económico. Aumentan las desigualdades, la desnutrición en la infancia. Ha conseguido el control de todos los poderes del Estado legislando y nombrando personas ad hoc, ha modificado y promulgado leyes para tratar de asegurarse un buen tratamiento judicial y la penalización de la protesta popular. Se ha hecho con los medios de comunicación públicos y con periodistas afines en los privados para difundir sus presuntas bondades y acallar sus desatinos. Nos ha mandado medio siglo atrás como poco. Vale, pero ¿mentir? No, ellos no mienten, es un disparate monumental siquiera imaginarlo. Pequeñas minucias como las citadas puede, pero ¿mentir? Eso son palabras mayores.

Y siguen sacando pecho. Nada va con ellos. El engrasado de su apisonadora para proseguir su tarea destructora, pero tan rentable para algunos. Una sorda batalla por el poder se libra, por tanto, en el seno del PP y medios afines. Un Rajoy cementado a su roca –que resistirá hasta el final- se enfrenta a quienes postulan a Esperanza Aguirre como sustituta. Ella misma zahiriendo. Ya a diario por ser la mejor situada. Gallardón maniobra por su cuenta, apoyado por Aznar. Sáenz de Santamaría y Cospedal -enfrentadas en la carrera- moviendo sus equipos. Ahora las voces “oportunas” hablan de un gobierno de concentración como salida, con PP, PSOE y algún partido más (nacionalista de derechas, naturalmente). Con un pacto sobre las corrupciones de cada uno. Para tapar sus vergüenzas. No faltaba ya nada más.

Subestiman hasta la escasa capacidad analítica y el poco escrupuloso espíritu ético de sus votantes que bien avisados estaban. Y desde luego hasta donde puede llegar el supremo hartazgo de una ciudadanía saturada de la suprema desfachatez. Porque si todo esto también se tolera será signo de que la sociedad española habita la misma cloaca que sus dirigentes.