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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

¡No queremos democracias a la carta!

Por fin en la playa y tomando cierta distancia de la lamentable apatía vista en estas semanas de NO negociaciones, para conseguir el tan esperado ¡por todos los españoles!, Gobierno.

Como era de esperar, las reuniones de Rajoy con Sánchez y Rivera del martes y miércoles no han cambiado la situación. Eso sí, el líder de Ciudadanos, que se ha erigido “mediador” espontáneo en esta contienda de líderes débiles, va acercando posturas con su celebrada capacidad de cambio de opinión según el momento y la necesidad del guión. Por más que Sánchez le ha insistido a Rajoy, no ha conseguido que Don Mariano aclare si irá o no a la investidura, a pesar de que los constitucionalistas confirman que el candidato Rajoy está obligado a someterse a la investidura una vez hecha la propuesta del rey a la presidenta del Congreso. ¡Excentricidades de este momento de desparpajo teatral en nuestra democracia!

Tampoco ha aclarado el líder del PSOE, instalado desde hace semanas en el trono de la ambigüedad, si se atrevería a intentar formar un Gobierno de izquierdas si Rajoy fracasara en sus intentos de renovar Gobierno.

En definitiva después de cinco semanas desde el 26J, el PP no ha logrado sumar un solo apoyo a sus 137 escaños. Ha repetido hasta el aburrimiento que la lista más votada es la que debe gobernar y que los demás tienen la obligación de hacer todo lo que puedan para evitar terceras elecciones, sino será el Apocalipsis y la vergüenza hispánica frente a los dinosaurios de la Unión Europea que nos amenazan con sus multas de quita y pon según el momento.

Mientras los españoles en su mayoría no tienen dudas: NO QUIEREN TERCERAS ELECCIONES. Sin embargo, las tediosas encuestas sacadas hasta la saciedad, por ejemplo, la última de El País, nos dicen que la mayoría de los encuestados del PSOE son favorables a que Sánchez se abstenga pero se olvidan (¡casualmente!) de mencionar que el 90% pide a Rajoy que se aparte para permitir un Gobierno con un líder diferente. Todo el mundo quiere un Gobierno pero no que se repitan todos los errores del pasado. Gobierno SÍ pero NO a cualquier precio.

Incluso desde el PP saben que Rajoy, por muchas negociaciones que haga con Ciudadanos, no puede lograr la mayoría absoluta en la primera votación, ni tampoco la mayoría simple en la segunda, porque el PSOE ha anunciado que votará no y Ciudadanos que se abstendrá. Cualquier candidato que respetara el espíritu y la letra del artículo 99 de la Constitución pasaría por el fracaso político que representa una investidura fallida (como le pasó a Pedro Sánchez) e intentaría obtener una mayoría suficiente en una tercera votación. Esa sería la hora de negociar seriamente condiciones políticas concretas sobre programas para llevar a Ciudadanos al “sí” e intentar acuerdos con el PNV. Eso llevaría al PSOE a la esperada abstención o a dejar su ambigüedad y presentar una alternativa de Gobierno.

Desde la playa veo con más claridad que Rajoy está demostrando un chocante e inesperado desprecio por las reglas de la democracia parlamentaria. Incluso la siempre rigurosa abogada del Estado Soraya Sáenz de Santamaría me ha sorprendido diciendo que “la coherencia política está por delante de la coherencia jurídica”, dando una patada al Estado de Derecho, cuya base es el respeto a la legalidad. A pesar de que el PP haya sido la formación más votada el 26J, no puede actuar como la tan criticada CUP. Los 137 escaños no le autorizan a comportarse como un partido antisistema dispuesto a inventos de todo tipo para esquivar las normas constitucionales e institucionales.

Lo que aterra a Rajoy, y a muchos en el PSOE, González dixit, es NO solo aguantar la vergüenza de salir derrotado de las dos primeras sesiones de investidura sino el miedo a que entonces Pedro Sánchez intente encabezar una candidatura alternativa. Y para evitar ese trago y seguir cargando al prójimo toda la responsabilidad sobre la ausencia de Gobierno, Rajoy se dispone a darle un nuevo bofetón a la legalidad constitucional y al respeto institucional. Si finalmente no se somete a una investidura en toda regla, será la presidenta del Congreso, Ana Pastor, quien estará actuando de forma vergonzosamente partidista fulminando sin piedad la independencia entre los poderes legislativo y ejecutivo.

Rajoy es sin duda la persona más legitimada para formar Gobierno, las urnas le han dado 8 millones de buenas razones para intentarlo. Sin embargo lo que no puede hacer es ajustar la Constitución a sus intereses y a los de su partido. En política hacen falta no solo votos para Gobernar sino también el coraje de enfrentarse a un Parlamento plural donde hay que negociar para conseguirlo. El Congreso de los Diputados es donde se debería hablar para poder conocer las propuestas de los partidos para tener Gobierno. Huir de la plaza del pueblo pensando que el Congreso se puede usar solo en presencia de una utópica, en este momento, mayoría absoluta es admitir que nuestra democracia es totalmente inmadura.

Eso sí, todos a llenarse la boca con el perdón de la multa multimillonaria de la Unión Europea. El castigo, que es como una guillotina en la cabeza de nuestra economía de 6.100 millones de euros, es la demostración, una vez más, de que la UE usa sus leyes internas para amenazar a los países. El miedo a los populismos es tan fuerte que veremos cada vez más interpretaciones de leyes a la carta, como si la democracia fuera un mesón donde se come a la carta. Todo esto nos lleva a pensar que estamos en frente de un liderazgo totalmente inexistente.

Todos los ciudadanos esperan un Gobierno pero no a cualquier precio. Y menos si es resultado de amenazas internas y externas... ¡esto NO vale!