Queridos reyes magos: que la masacre de Melilla no quede impune
La entrada de Wikipedia la llama “tragedia”, aunque acepta masacre como equivalente. Todes sabemos que una tragedia puede no implicar responsabilidades y que una masacre siempre es trágica pero detrás de ella siempre hay responsables.
Parece que a la Fiscalía de este país también le da igual y por eso ha exonerado de toda responsabilidad al Ministerio del Interior, a Marlaska, a los agentes que intervinieron en la acción y a la Guardia Civil. Los vimos archivando la investigación en las sombras, el 23 de diciembre, en vísperas de la Navidad, supongo que para frenar una mayor reacción popular. En lo que es, sin duda, su carta de impunidad, el Ministerio Público asegura que los hechos –los muertos– ocurrieron en Marruecos y no aclara convenientemente si hubo muertos –léase asesinados– en territorio español, esperando a que nos conformemos con la explicación de que el “amontonamiento de cuerpos” ocurrió en ambos países.
Ahora a matar también se le llama amontonar, en este caso al menos 23 muertos contabilizados y 77 desaparecidos. Y a la actuación de los guardias, “proporcionada”, pese a que decenas de videos prueban el uso extremo de la violencia policial. Para los fiscales, puede que los guardias tiraran alguna piedra a los migrantes, meras infracciones. Antes siquiera de haberse iniciado la investigación, Marlaska ya declaraba a los medios que las fuerzas de seguridad del Estado habían actuado ese 24 de junio de 2022 con proporcionalidad y que no había ningún muerto en territorio español. Vergonzosamente, la Fiscalía no ha hecho otra cosa que avalar estas declaraciones de manera literal. Y avalar algo contrario al derecho internacional, como ha señalado el Defensor del Pueblo: las deportaciones en caliente de esas 470 personas a las que España negó asilo y protección.
La relación entre España y Marruecos, recordemos, es la de socios fronterizos. España confía la vigilancia de la valla compartida a la policía marroquí. Se puede ver en los videos que han sido objeto de varias investigaciones periodísticas, el momento en que la policía marroquí acorrala en un espacio reducido a las cientos de personas que esperan cruzar y ahí, en esa ratonera, ambos países lanzan una enorme cantidad de gases lacrimógenos y piedras, además de propinar palizas. Efectuado el cruce se produce la estampida y muchos caen sobre territorio español, donde siguen siendo gaseados y golpeados mientras se aplastan unos a otros. Allí es más que probable que se produjeran varias muertes, aunque los cadáveres fueran arrastrados hacia Marruecos como se barre la basura de otro. Amnistía Internacional ha manifestado que las muertes se debieron al uso indebido de la fuerza y de material antidisturbios como pelotas de goma y gas pimienta a corta distancia contra personas indefensas y atrapadas, y la omisión del deber de socorro.
Ante está brutalidad, el nivel de este Congreso es el de la derecha racista y oportunista queriendo golpear al Gobierno, amonestando al ministro pero sin apoyar el pedido de investigación de esta masacre. Y el de la izquierda, nunca tan poco izquierda, institucionalizando el racismo y el negacionismo. Mientras tanto, los muertos siguen al sol. Nadie en suelo español ayudó a los heridos, ni a los agonizantes. La policía española devolvió a cientos de personas a la carnicería marroquí. Son los hechos. Dejar morir, otra manera de matar. ¿Solo Marruecos debe responder por esta evidente violación conjunta de los derechos humanos? Los políticos se llenan la boca diciendo que no quieren que se repita, pero si esto queda en la completa impunidad, si no se realiza una investigación independiente y con garantías, volverá a pasar ante vuestra indolencia.
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