Tremenda polémica se ha montado por el reportaje de El País sobre Vox bajo el título Por qué voto a Vox. La mayoría de sus detractores han argumentado que con el reportaje se blanqueaba al partido de la ultraderecha o, incluso, que se le hacía publicidad gratuita. En redes, incluso líderes de la izquierda respondían al titular con la respuesta “Porque eres un fascista” y, de ese modo, zanjaban el asunto.
El reportaje de El País se ha limitado a recoger el testimonio de diversos casos de votantes de Vox, sin más comentarios por parte del periodista, ni repreguntas, ni valoraciones, ni desmentidos. El debate, por tanto, se centra en dilucidar si escuchar las razones de esas personas para apoyar a Vox supone defender o dar apoyo mediático al partido ultraderechista o no. Y si tienen interés y valor informativo esos testimonios.
La idea de buscar las razones de por qué muchos ciudadanos apoyan opciones que a la mayoría no nos parecen muy acertadas es un planteamiento muy válido periodísticamente y diría que también políticamente. Hace un tiempo, la productora Broadcaster realizó con el periodista Josep Cuní varios reportajes para Cuatro de ese tipo: sobre los apoyos que explicaran el triunfo de Trump en Estados Unidos, el de Putin en Rusia y el del Brexit en el Reino Unido. No hacía falta ser partidario de Trump, de Putin o del Brexit para mostrar interés en conocer qué pensaban sus partidarios. Y, por supuesto, los periodistas no pretendían hacer apología de ninguna de esas opciones cuando preparaban esos reportajes, simplemente informar.
Es una ingenuidad de la izquierda, cuando no una muestra de miopía, creer que ante el avance de Vox, lo inteligente es optar por la estrategia del avestruz, meter la cabeza bajo tierra e indignarse si no lo hacen los medios de comunicación.
Mi opinión, desde las antípodas ideológicas de Vox, es que para mí sí tiene valor informativo conocer por qué les votan. Creo que es importante conocer qué tipo de gente es, en qué asuntos consideran que el resto de partidos les han abandonado y qué alternativas o propuestas creen percibir en el partido de Abascal. Uno de los motivos interesantes de esos testimonios es que permite detectar, más qué méritos de la ultraderecha, los deméritos de otros partidos. Quizás por eso no ha gustado el reportaje. De hecho, el documento de El País llega a una conclusión muy valiosa que creo se ajusta a esa impresión mía:
“Cuando Vox nació, su votante ya estaba allí, aunque aún no lo sabía. Era diciembre de 2013 y por esas fechas un tercio de los españoles opinaba, según el CIS, que había que revertir o recentralizar el Estado de autonomías. El paro, la corrupción y los políticos eran, por este orden, sus principales preocupaciones. Más del 50% estaba de acuerdo con la afirmación: ”Los inmigrantes le quitan el trabajo a los españoles“ (dato de 2014). Un 23% le profesaba ”poca o ninguna simpatía“ a los movimientos feministas y un 28% le tenía ”poca o ninguna“ simpatía a las organizaciones de gais y lesbianas (encuesta de 2010); un 47% veía en la Ley Integral de Violencia de Género un instrumento ”poco o nada“ eficaz; y un 60% estaba ”muy o bastante de acuerdo“ con la idea de que algunas mujeres interponen denuncias falsas ”para obtener beneficios económicos y hacer daño a sus parejas“ (en 2012). El país rondaba los 4,7 millones de parados; la derecha tradicional, en el Gobierno, se deshilachaba entre juicios; la presión fiscal había aumentado desde la crisis y se habían destruido más de 180.000 empresas; más del 80% consideraba la situación política y económica como ”mala o muy mala“. Y también había un hueco: cuando a los ciudadanos se les preguntaba si eran de izquierdas o derechas, un 29% respondía ”no sé“ o ”no contesto“. Existía la demanda. Faltaba la oferta”.
A Vox le apoyaron 3,64 millones de españoles, son el tercer partido con más representación en el Parlamento español y el voto de sus diputados es imprescindible para aprobar leyes y presupuestos al menos en tres comunidades autónomas. Limitarnos a decir que son fascistas y que sus votantes son unos lerdos casposos y sin cultura, no servirá para debilitarles, ni se ajusta a la realidad. Ni que decir tiene que esos votantes antes votaban a otros partidos. ¿Entonces no eran fascistas o eran más cultos e informados? El reportaje de El País muestra las contradicciones de sus votantes, lo lógico de su voto en algunos que pertenecen a las élites económicas y el engaño del que han sido víctimas otros que no se dan cuenta de que están apoyando a su enemigo.
Es ridículo creer que algunos se convencerán de las bondades de Vox al leer las explicaciones de sus votantes. Si fuese así, sería más una muestra de la debilidad de nuestro sistema y nuestra izquierda que un poder de convicción de la ultraderecha o de un reportaje periodístico. Porque, sobre todo, lo que se evidencia al escucharles son los errores de una izquierda que no ha sabido explicar algunos asuntos o que no ha enfrentado otros y se los ha servido en bandeja a la ultraderecha. Quizás limitarse a enfadarse y no querer escuchar cuando se nos dice por qué algunos votan a Vox pueda ser igual de reaccionario que votarles.