Las radiaciones electromagnéticas de los móviles o WIFI y la falacia de la evidencia incompleta ecologista

El 28 de abril publiqué en eldiario.es la primera parte de una serie de artículos con el título “Los tres mayores patinazos del ecologismo sobre la salud humana (I): de espaldas a la física”. En este artículo me centraba en la postura equivocada de diversas organizaciones ecologistas sobre las radiaciones de los teléfonos móviles y explicaba cuál es la evidencia científica y por qué ningún estudio ha demostrado que estas radiaciones tengan efectos sobre la salud humana. El 3 de mayo, Ecologistas en Acción respondió a dicha publicación con “¿Patinazos o prudencia? La importancia del principio de precaución en la telefonía”. El texto de esta ONG ecologista es muy ilustrativo porque recoge muchas de las falacias, falsedades y medias verdades que se difunden desde el ámbito ecologista para demonizar las radiaciones no ionizantes. En este nuevo artículo vamos a repasar gran parte de sus errores, para dejar al descubierto cuál es la solidez real de sus argumentos.

Falsedad 1: “En 2011 ya se había realizado el estudio europeo REFLEX, que demostró la rotura de hebras simples y dobles de ADN en células expuestas a radiofrecuencias”.REFLEX,

Primero, este estudio fue realizado en el laboratorio sobre células en cultivo en condiciones que no se dan en la vida real cuando las personas usan sus teléfonos móviles. Segundo, científicos en ese campo de investigación cuestionaron los resultados y decidieron replicar el estudio para comprobar que, efectivamente, eran así y aclarar los efectos biológicos reales. Para ello, se incluyó a los científicos del estudio original y se aplicó exactamente la misma metodología. ¿Qué encontraron? No hallaron ninguna prueba de efectos genotóxicos sobre el ADN en experimentos repetidos. Otros científicos que también intentaron replicar parte del estudio REFLEX tampoco lo consiguieron. Los autores no se atrevieron a aportar una explicación para tal conflicto entre los resultados más recientes y los del estudio REFLEX, pero la sospecha de fabricación de datos en el estudio original está muy presente. De hecho, se ha planteado seriamente retirar dicho artículo por dichas sospechas. No sería el primer artículo científico en este ámbito que sería retractado: se han retirado múltiples estudios anteriormente que alertaban de los peligros de estas radiaciones por incurrir en malas prácticas científicas. Tercero, otros muchos estudios con células realizados en las últimas décadas no han observado efectos sobre el ADN de este tipo de radiaciones.

Media verdad 2: “Hardell había realizado un estudio epidemiológico que demostraba mayor incidencia de tumores cerebrales y neurinomas acústicos, un tumor benigno del nervio acústico, en personas con mayor uso del móvil”.

Primero, los estudios epidemiológicos no son capaces de atribuir causas por la gran cantidad de limitaciones que poseen. Ese incremento en la incidencia de tumores cerebrales y neurinomas acústicos podrían deberse a otros factores implicados. Segundo, muchos otros estudios epidemiológicos no han encontrado dicha correlación entre uso de móvil y esos tumores. De hecho, varias revisiones sistemáticas sobre el tema no han encontrado ninguna relación causal entre el uso de móviles y la incidencia de cánceres en la cabeza en adultos. Por otro lado, el investigador Lennart Hardell es muy conocido en este campo de la ciencia porque todos sus estudios van siempre en la misma dirección (achacando a los móviles como causa de cáncer), a diferencia de la mayoría de los estudios al respecto. Tanto es así que, cuando otros grupos han tratado de replicar los resultados de Hardell, no ha sido posible. Es ciertamente llamativo que gran parte de los estudios que encontraban efectos perjudiciales para la salud de los teléfonos móviles provengan de un mismo grupo: el de Hardell.

Media verdad 3: “El primero realizado por el Instituto Nacional de Toxicología de EEUU demuestra mayor incidencia de 'Schwannomas' (tumores benignos de corazón) y de tumores cerebrales –con menor evidencia– en ratas expuestas a radiofrecuencias. Esos resultados los ha replicado el Instituto Ramazzini que ha encontrado tumores de corazón y de cerebro en ratas expuestas a menores intensidades”

Primero, las ratas estuvieron expuestas toda su vida, desde antes de nacer hasta que murieron de forma natural, a unos niveles de radiación electromagnética elevadísimos que no se dan prácticamente nunca en los humanos. Segundo, aunque se estudiaron tanto a ratas macho como hembra y diferentes niveles de radiación, solo se encontró un incremento en la incidencia de 'Schwannomas' en el corazón en las ratas macho con la dosis más elevada de entre todas las que probaron. Todos los demás resultados fueron no significativos. Tercero, científicos en este campo han criticado el estudio por atribuir efectos de las radiaciones a lo que, en realidad, podría ser ruido biológico al azar. De hecho, la Agencia Internacional para la Protección ante Radiaciones No-Ionizantes (ICNIRP) concluyó que estos estudios no proporcionan una base científica suficientemente sólida para revisar los límites de exposición a campos electromagnéticos de radiofrecuencia por sus inconsistencias y limitaciones.

Media verdad 4: “Eso ha llevado a que, ante las demandas de numerosos científicos de que se aumente la clasificación de carcinogenicidad anterior, la IARC el organismo de la OMS que investiga sobre cáncer, haya anunciado recientemente que va revisar la clasificación que realizó en 2011 sobre radiofrecuencias”.haya anunciado recientemente

La IARC hace revisiones periódicas de multitud de factores para aclarar su papel en la salud, como hizo hace pocos años con el mate, el café o las bebidas calientes. La revisión de la IARC sobre carcinogenicidad de estas radiaciones se espera para la segunda mitad del periodo 2020-2024 junto a otras muchos agentes, así que no existe ninguna urgencia al respecto.

Media verdad 5: “Respecto al wifi, Martin Pall publicó en julio de 2018 un estudio científico que recopila referencias de numerosas investigaciones que demuestran que el wifi causa estrés oxidativo celular, daño espermático/testicular, efectos neurospsiquiátricos que incluyen alteraciones en el encefalograma, apoptosis (muerte celular), daños en el ADN celular, alteraciones endocrinas, alteraciones cardíacas y de la presión sanguínea y sobrecarga de calcio en las células.”un estudio científico

El profesor en Radiología y físico Alberto Nájera López analizó con detalle dicho estudio en "El wifi es una amenaza importante para la salud humana, ¿o no?" En él apuntaba y explicaba los numerosos fallos metodológicos de dicha revisión. Por citar solo una minúscula parte:

-Solo dos estudios de los 23 incluidos fueron en humanos y son de muy baja calidad

-Al no tener criterios de inclusión y exclusión ni metodología, Pall incluye aquellos artículos que son adecuados para su tesis. El detalle llamativo es que, si bien uno de ellos es una revisión sistemática (Foster and Moulder, 2013), el segundo es un artículo de opinión de The Baltimore Sun, un periódico (no accesible desde España). Sí, un periódico al mismo nivel que una revisión sistemática en Health Physics.

-La intensidad a la que se han realizado los estudios citados y en las condiciones en las que se han hecho, distan mucho de lo que podría ser una wifi normal de tu casa o de un colegio.

Además, se han publicado varias respuestas de investigadores (1 y 2) al artículo de Pall que critican con suma profundidad la baja calidad del mismo.

Falacia de la evidencia incompleta: “pero miles de publicaciones científicas revisadas por pares alertan de que se están produciendo otro tipo de efectos por exposiciones crónicas en niveles miles de veces por debajo de los umbrales de exposición permitidos”.

Ecologistas en Acción incurre en la falacia de la evidencia incompleta o cherry picking. Básicamente consiste en señalar solo los estudios que refuerzan su postura (las radiaciones de los móviles tienen efectos perjudiciales para la salud), además de sobredimensionar su cantidad y calidad, mientras ignoran la multitud de artículos que no encuentran dichos efectos, aun siendo algunos de ellos mucho más rigurosos. Tampoco analizan con detalle la baja calidad metodológica de los estudios, ni sus características. Además, se hace caso omiso a grandes estudios con grandes poblaciones y realizados durante multitud de años que no encuentran una relación entre el uso del móvil y el riesgo de padecer cáncer. Esa postura de Ecologistas en Acción ni es científica ni tampoco imparcial. Recuerdan a los defensores de que la homeopatía funciona, de que la evolución no existe o de que las vacunas causan autismo, pues argumentan que hay artículos “científicos” que respaldan dichas ideas. La realidad es que no basta con seleccionar artículos al tuntún, sino elegirlos críticamente, usando su calidad científica como guía. En este último paso, Ecologistas en Acción ha fracasado estrepitosamente.

La falacia del principio de precaución: Ecologistas en Acción señala que hay que aplicar el principio de precaución por la peligrosidad de la telefonía móvil. Lo que deberían tener en cuenta es que las tecnologías de telefonía móvil ya cuentan con un principio de precaución para limitar la intensidad de las radiaciones y que la absoluta mayoría de los estudios en animales y células estudiando sus riesgos sobrepasan, con mucho, esos límites.

Por otro lado, el caso de las radiaciones móviles no recuerdan al caso del radio y Marie Curie, sino a la histeria que apareció en algunas poblaciones cuando surgieron tecnologías como la bombilla, la electricidad en los hogares y el ferrocarril por miedo a sus riesgos sobre la salud. Es humano temer lo que se desconoce, pero si se quiere aplicar un principio de precaución real se tiene que basar en las evidencias científicas en su conjunto, no solo aquellas que nos interesan. Y las evidencias sobre las radiaciones de los teléfonos móviles y wifi son claras al respecto: nadie ha demostrado nunca que las radiaciones electromagnéticas de móviles y wifi sean capaces de provocar mutaciones en los seres humanos o, en general, cambios químicos en la materia. No hay ningún mecanismo físico conocido que hiciera esto posible. Segundo, no hay absolutamente ningún estudio médico o poblacional que pueda afirmar que el uso de dichos aparatos causa cáncer u otras enfermedades. Mostrar un puñado de estudios discutibles de baja calidad para intentar afirmar lo contrario, ignorando el resto, no cambia la afirmación anterior. Solo demuestra una ideología que abusa de la ciencia y el método científico para respaldarse a sí misma. Si en ciencia son los hechos los que tienen que determinar las conclusiones, para Ecologistas en Acción son sus conclusiones los que llevan a seleccionar los hechos.