La reacción de la ciudadanía, que había logrado en change.org 300.000 firmas en dos días para que el Banco Mundial no aceptara a Soria; de los medios de comunicación, hasta los adictos al gobierno de Rajoy habían criticado la medida; y, sobre todo, el enorme cabreo dentro del PP por la decisión y su explicación, ha forzado a Soria a dimitir antes de llegar al cargo.
Bienvenida sea la decisión, que no encubre, sino que subraya aún más la nefasta actuación de Rajoy, en este caso como en otros.
¿No pensaban que fuera a provocar semejante irritación? ¿Cómo quedan ahora los mentirosos que han pretendido presentar una decisión política, un dedazo, en una especie de trámite administrativo, como si fuera un automatismo ineluctable?
De Guindos, ¿no crees que te debes largar tú también? Los ministros de Justicia, de Educación, todos los miembros del Gobierno y del PP que han apoyado como justa y necesaria la designación de Soria, ¿nos van a decir algo ahora?
La brillante idea de premiar la corrupción y la mentira de José Manuel Soria con un pelotazo en el Banco Mundial, no ha sido un hecho aislado, como se han empeñado en decir los propagandistas de Mariano; forma parte de la manera de ser, estar, pensar y actuar que definen a Rajoy desde que escribió aquel artículo en el que decía que los suyos eran seres superiores a los otros. “Los ricos y los no ricos”, dijo el otro día en el Congreso. Los pobres no existen, por eso ni se les nombra.
La forma de tomar la decisión, con premeditación de casi agostidad, alevosía de nocturnidad finisemanal y dolo de inmediato postdebate, retratan también perfectamente a su responsable. Como le definen las ¿explicaciones? marianas del tipo “tenía derecho”, “hubiera sido injusto no dársela”, “no le vamos a echar del país”, y otras del mismo campo semántico del sentido común mariano, “qué quiere que le diga” y “lo que usted estime oportuno y conveniente”.
Mariano paga a los suyos, lo malo es que lo hace con el dinero de nosotros. Lo peor es que premia la corrupción y la incompetencia. Lo terrible es que piensa que está bien lo que hace.
Breve resumen de lo pagado en insultantes fechorías anteriores:
José Ignacio Wert nos martirizó a muchos -es verdad que a algunos los deslumbró y engatusó- con sus recetas mágicas liberales para resolver los problemas de la enseñanza: que si no hay espíritu de sacrificio, que si no se aplica la ley del esfuerzo, que si la educación en España es un desastre porque la ha hegemonizado la izquierda…
Pues bien, el predicador del esfuerzo no aguantó ¡ni una legislatura! Cansado, se bajó de la bici antes de los cuatro años y le pidió a Mariano una canonjía en París, que hace años se vendía en la propaganda como la ciudad del amor. Allí se aprieta Wert 10.000 euros mensuales, sin anestesia, no paga un euro por el casoplón de 500 metros cuadrados en el que descansa y acaban de destinar 358.000 euros para arreglarle el jardín, que como todos ustedes saben era un clamor mundial. No había profesor en España, sobre todo de esos que en junio les despiden y luego les contratan en septiembre, que no hubiera pedido con urgencia un jardín para Wert, tipo jardines de Luxemburgo.
Wert asesoró, orientó, brujuleó a favor de Mariano para que éste fuera elegido presidente y escribió y habló a favor de Mariano para que éste le pusiera de ministro, director de la tele o jefe del Ejército, lo que fuere. Destrozó la educación y consiguió ser, etapa tras etapa, el ministro peor valorado. Farolillo rojo. Por todo ello, Mariano le premió con París: por la mañana no hacer nada y ya veré si por la tarde lo paso a limpio.
Federico Trillo fue el martillo pilón de los populares en la tarea de convertir a la judicatura en un brazo armado del PP; en el fuego graneado contra los socialistas gobernantes, con su distribución de responsabilidades políticas: “in eligendo”, “in vigilando”, para todos los socialistas que estuvieran a menos de cien metros de los acusados de corrupción.
Con su brutal urgencia por hacer un funeral de Estado, consiguió Trillo que se metieran en un mismo féretro los restos mortales de tres militares distintos, que no se identificara a una víctima que llevaba un anillo de boda con su nombre en su dedo anular y que se entregaran los restos mortales de uno de los fallecidos a una familia equivocada. Todo “in vigilando”.
Están todavía los familiares de las víctimas del YAK-42 esperando una explicación, o una petición de perdón, ¿un consuelo?
Por todos sus servicios prestados, premio para Trillo: Embajada en Londres. En su currículum, nula experiencia diplomática. Como él mismo decía, me confieso y asunto resuelto.
A Rodrigo Rato, que todavía no ha explicado su huida del FMI a media legislatura, que se vino a Madrid porque, al parecer, se aburría en Washington –anochece antes que en Madrid, es verdad–; a Rato, al que no le va el esfuerzo, que no tenía la más remota experiencia de gestión en bancos o Cajas de Ahorro, se le premia con otra canonjía: la presidencia de Caja Madrid, de casada, Bankia. El resultado ha sido saqueo sistemático, uso y disfrute de tarjetas negras, destrozo a los preferentistas, ruina de la entidad y socorro multimillonario público. Rajoy habrá podido pensar: es que no se iba a quedar en la calle, mireusted, oiga, es de sentido común.
La lista de los pagos de Rajoy con nuestro dinero es larga, también en el menudeo de cargos que no aparecen en los medios, pero que son puro pago en especie por los servicios prestados.
En esa lista están también gente como Ana Mato, que piensa que Jaguar es animal de compañía; Pedro Gómez de la Serna, greguería de la corrupción, del que Rajoy dijo que no había hecho nada malo y que ahora sería diputado de no haberse repetido las elecciones…
El mensaje que se trasmite es demoledor: usted robe, sea un incompetente, císquese en todos los contribuyentes que no hay problema, nosotros le colocamos en un cargazo, con un sueldazo y un espaldarazo. Perseverar en el delito, se llama a esa actitud, tan de Rajoy.
Pero todos esos nombramientos no habían provocado tal nivel de indignación dentro del propio PP. El sarpullido levantado por el nombramiento de Soria y las explicaciones que lo han acompañado, han reventado la paciencia en el propio PP.
Quizás por primera vez, Rajoy ha visto síntomas de motín interno, especialmente en los que, como Feijóo, tienen elecciones a la vista, muestras de cabreo a veces tan explícito como en Castilla y León, donde la vicepresidenta Rosa Valdeón ha calificado de vergüenza el dedazo.
Menos mal que el clamor popular, en la calle y en su propio partido ha conseguido que Soria no cobre 600 euros al día, que era lo previsto.
Pero, a pesar de la renuncia, Rajoy ha dejado claro que paga a quienes le apoyaron en su día, a quienes pueden ser muy peligrosos cabreados y a todos aquellos en los que se ve reflejado en un futuro; es un pago también preventivo, para que no le pase a él.
¿Cómo quedan ahora los que han cacareado los argumentos dados por el PP, empezando por Rajoy, para convertir el nombramiento de Soria en un acto de justicia, legalidad, administrativo, funcionarial, de sentido común?
Tiene el PP por delante un calendario judicial tumbativo, que es como un campo de minas, y esa nula capacidad de Rajoy para ver que decisiones como esta irritan a los ciudadanos puede dar lugar no solo a una pérdida de apoyos, también a un motín en el PP.