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Rajoy es un peligro y no sólo para su partido

La entrevista a Mariano Rajoy en la noche del lunes en TVE ofreció un raro momento de sinceridad del presidente y otros 44 minutos de la misma historia con que lleva no menos de un año torturando a los ciudadanos. Fue cuando al principio Ana Blanco le preguntó quién era su mayor rival de entre sus tres grandes adversarios políticos (Sánchez, Rivera e Iglesias). Todos esperábamos que se refiriera al líder del PSOE, aunque sólo sea porque no se atreve a citar al líder de Ciudadanos por su nombre, por esa tendencia absurda de muchos políticos de pensar que lo que no se nombra, no existe.

Pero no. Rajoy sorprendió con un “yo mismo”. La idea era que como candidato de su partido está obligado a esforzarse para explicar su mensaje y convencer a la gente de que le vote. Hasta ahí todo bien. Pero no creo que sea una exageración decir que un alto porcentaje de votantes del PP en 2011 y muchos dirigentes de su partido pensaron en ese momento algo así como: eso es lo que yo vengo diciendo desde hace tiempo y, como Rajoy no cambia en nada, vamos camino de un desastre en las elecciones.

El resto de los ciudadanos sólo tuvo que esperar unos instantes para saber que nada había cambiado. De inmediato, apareció el Rajoy de siempre, el que repite como un robot que nadie habla del rescate de la economía española (excepto los funcionarios de la troika que no han perdido de vista el rescate bancario), de la prima de riesgo (que está fuera de las preocupaciones de los españoles fundamentalmente a causa de un tipo llamado Mario Draghi cuyo nombre no osa pronunciar el presidente), y del político que cuando le aprietan un poco te suelta eso de “no hay que ser tan negativos” y al que sólo le falta ponerse a cantar “always look on the bright side of life”. Mientras no él, sino muchos ciudadanos siguen clavados en el poste. 

En el universo de Rajoy, eso le obliga a decir que “somos una gran nación, seamos conscientes del país que somos”. ¿Un paro récord en Europa Occidental? ¿Un partido en el poder que ha tenido durante décadas una caja B? ¿Un presidente que daba ánimos al extesorero de su partido del que se sabía que tenía millones escondidos en Suiza? ¿Un sistema sanitario que ha llegado a tener un recorte del 35% del gasto sanitario? ¿Que ha dejado a miles de personas en la lista de espera de la dependencia? 

A Rajoy todo eso le da igual porque somos un gran país al que llegan millones de turistas. Todo lo demás son pronósticos agoreros o proclamas populistas. Él es la misma persona que dijo que ya nadie habla en España del paro. El mismo político que en la entrevista miente, manipula o distorsiona las cifras de población activa, las razones del espectacular aumento del precio de la luz o el hundimiento de los fondos dedicados a dependencia. El político que elogia el bipartidismo porque sabe que sin él no tiene posibilidades reales de repetir en el puesto. El que afirma que “lo más importante es conformar un Gobierno” que tenga una mayoría estable (en el Parlamento) para decir inmediatamente después que “lo más democrático, sensato y razonable” es que gobierne la lista más votada (con independencia del número de escaños que obtenga en las urnas).

Y cuando le recuerdan lo mal que están las cosas, el presidente sólo puede decir, como hizo en la entrevista: “España no es un país perfecto”. Sin duda, no lo es si llegó a elegir un presidente como él.

A todos los políticos les cuesta recordar sus errores. Pero algunos lo hacen de forma reveladora. Al final del programa, le ofrecieron una serie de imágenes, que TVE no se atrevió a dar de cerca, para que eligiera dos, una que simbolizara su mejor momento, y otra, el más difícil de la legislatura que acaba de terminar. Para lo segundo, dudó, balbuceó y no supo qué contestar. Entre todas esas imágenes, estaba la de Luis Bárcenas. Antes le habían preguntado sobre la corrupción y había respondido que acababa de inaugurar una oficina antifraude vacía.

Eso es lo que ofrece Rajoy para la próxima legislatura.