Si has llegado a este artículo es porque tienes dudas sobre la conveniencia de someter a tu hijo o hija al calendario de vacunación infantil. Aunque, como habrás leído en otras webs, hay diversidad de opiniones al respecto, aquí te presentamos cinco razones para no vacunar a tu pequeño:
1. Le odias.
Es posible que la idea de ser padre o madre te resultase atractiva desde un punto de vista teórico, pero, en cuanto nació, te percataste de tu error. En efecto, algunas personas se dan de bruces con la realidad en los primeros meses de vida del bebé. Se acabó el cenar fuera. Se acabaron las series y los libros y el gimnasio. Se acabó tu vida. Esta situación, sin embargo, no es irreversible.
Aunque la ley española no permite arrojar bebés al contenedor orgánico, tenemos otras maneras de librarnos de ellos. La no vacunación es la más práctica y la menos traumática (para ti). Además, es casi imposible que un juez te encuentre culpable.
2. Tu hijo te resulta más bien indiferente, pero odias a los demás niños.
Una de las ventajas de no vacunar a tu hijo es que lo conviertes en un arma biológica andante.
Con el fin de maximizar su potencial destructivo, te recomendamos también que lo amaestres para que lama profusamente al resto de niños, especialmente a los muy gritones. Si bien nadie puede garantizar que el infante objeto del ataque sucumba, es probable que, al menos, tu hijo le cause algún problema psicomotriz permanente.
3. Quieres acabar con la humanidad.
Como quizás sepas, cuando un porcentaje suficiente de la población está vacunada, se genera lo que los médicos llaman inmunidad de grupo. Esto hace que disminuya enormemente la incidencia de algunas enfermedades y que otras acaben siendo erradicadas.
Pero, cuando no se alcanza un porcentaje de vacunación suficiente, esa inmunidad grupal queda rota y las enfermedades vuelven a campar a sus anchas. Es lo que está ocurriendo en distintos lugares de Europa. Y se trata de una noticia estupenda porque, como todo el mundo sabe, Europa no funciona.
4. Eres nihilista.
Existe la posibilidad de que, al levantarte de la cama, te mires al espejo y te topes con el reflejo de un individuo vacío, muerto por dentro y desprovisto de moral. Lo lógico es que la educación de tu hijo sea coherente con ello.
En este caso, no solo te recomendamos que obvies el calendario de vacunación infantil; también es deseable que enseñes a tu vástago diversas palabrotas así como a hacer sus necesidades en espacios públicos tales como autobuses o centros comerciales.
5. Te faltan lecturas.
Leer es agotador, sobre todo cuando las frases son muy largas y las palabras complicadas. La culpa la tuvo aquel profesor que te obligó a tragarte al Arcipreste de Hita en EGB.
Por supuesto, te encanta Paulo Coelho. Él te ha ayudado muchísimo en momentos complicados, pero, si lo piensas, es posible que Coelho no sepa gran cosa sobre los mecanismos fisiológicos que subyacen en la inmunología. Pero, oye, la incultura no es delito. Y la no vacunación, por ahora, tampoco.