El lugar no era público, ni la hora. La mayoría había tenido que solicitar asistencia a través de correo y otros habían recibido aviso personal con las coordenadas de la reunión. A las 11.35 se cerraban las puertas y 60 personas comenzaban a debatir. La Plataforma En Pie convocaba, moderaba y lideraba esta reunión para empezar a preparar la manifestación del 25 de septiembre ante el Congreso. Cinco horas después, el 25-S había sido reinventado, abierto y redefinido, y los primeros convocantes desplazados de su primera posición de liderazgo. El 15-M había 'hackeado' el 25-S.
Lo cierto es que se veía venir. La convocatoria para “Ocupar el Congreso” que recorre redes sociales, titulares y declaraciones había acumulado tal cantidad de ruido y confusión (que si la ultraderecha, que si la violencia, que si la retórica) que había provocado dos reacciones críticas fundamentales en los ambientes y redes del 15-M: por un lado, distanciamiento absoluto argumentando su desatino a la hora de idear la acción; pero por otro, la asunción de un reto: el de entrar hasta la cocina de la organización para, a partir de la irreversible fecha del 25S, corregir lo que varias personas han definido durante la reunión como “los pecados originales” del 25-S: la falta de transparencia, de horizontalidad y de estrategia narrativa y estética.more
Se puede decir que este segundo grupo, el que quería abrir el proceso, ha conseguido este sábado en Madrid su objetivo: la Plataforma En Pie, autora de la convocatoria y manifiestos para el 25-S, se ha reconocido “abrumada” por el eco de su propuesta y, tras unas horas de tira y afloja, ha cedido su liderazgo y se ha integrado en una “Coordinadora 25-S”, creada para definir y difundir la cita. En apenas unas horas más, esta coordinadora ya había formado grupos de trabajo y consensuado la apertura al público de la siguiente reunión y convocado una asamblea informativa para el miércoles en una plaza del centro de Madrid.
“Yo vengo a escuchar, porque tengo muchas dudas”
La ronda de presentaciones inicial dejaba clara la esencia ideológica del grupo: portavoces de asambleas del 15-M de Valladolid, Tenerife, Granada, Toledo, además de algunos procedentes de barrios y pueblos de Madrid; militantes de Izquierda Unida, del PCE y de otros colectivos republicanos, anticapitalistas o de inspiración libertaria; miembros de la Comisión de Legal de Sol, del grupo de difusión en redes de @acampadasol y de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.
La disposición de la reunión es de asamblea pero no consigue serlo durante mucho tiempo. Se percibe pronto una distancia entre “el grupo promotor”, la Plataforma, y buena parte del resto de asistentes. “Yo vengo a escuchar y luego contar lo que aquí escuche, por que la verdad es que tenemos muchas dudas”, dice una chica de Toledo y vienen a decir varios más en sus intervenciones iniciales. Desde la Plataforma comienzan a contestar preguntas, abundando en las aclaraciones que pueden leerse en esta entrevista de hace unos días en eldiario.es. “¿Se va a intentar ocupar el Congreso? No, no vamos a ocupar el Congreso”, se pregunta y responde uno de los portavoces de la plataforma. “Lo de 'ocupa' es simbólico, como lo de Occupy Wall Street. Lo que haremos será rodearlo”.
Pasan dos horas y “no tengo claro si estamos en una asamblea o en rueda de prensa”, dice una de las asistentes. Los portavoces de la Plataforma se siguen explicando hasta que personas del grupo de Difusión en Red de @acampadasol, presentes a título individual, empiezan a proponer abiertamente que la plataforma no marque el ritmo ni la metodología del 25-S y que el proceso se abra públicamente a las plazas; luego se sugiere que los portavoces de la plataforma no deberían moderar los turnos de palabra puesto que son parte implicada en el debate. Cambia la moderación y cambia por completo el escenario. A la vuelta del descanso para comer, “el grupo promotor” ya había renunciado a su liderazgo como colectivo y sus miembros participaban individualmente en el grupo, que se acababa de constituir como Coordinadora 25-S.
El nuevo grupo tiene justo un mes para recorrer asambleas y listas de correo en su intención de recuperar apoyos de cara al 25-S; cuatro semanas para trabajar sobre reivindicaciones y propuestas políticas; cuatro semanas para pensar en qué quieren que pase exactamente ese martes 25 de septiembre, día laborable, elegido porque hay sesión en el Congreso. Cuatro semanas para prever escenarios de conflicto con la policía, como exige la comisión de Legal antes de valorar si da cobertura; para evaluar los riesgos que tiene una acción de este tipo, que si logra impedir el funcionamiento de las Cortes puede interpretarse como un delito de sedición, penado con varios años de cárcel.
Cuatro semanas para revisar esa retórica que hablaba hasta hoy de “tomar el Congreso”, de provocar la dimisión del Gobierno y de la apertura de “un proceso constituyente” tras “un período de Transición”, y que funciona como un arma de doble filo. Por un lado, son precisamente esos términos los que le han dado una enorme viralidad en redes, primero, y eco mediático después. Pero es precisamente ese lenguaje el que también, por otro, puede ser una como trampa que el 25-S se ha puesto a sí mismo: será muy complicado, sobre todo cuanto más se abra el proceso, que en un mes el movimiento consiga dotarse de contenido político lo suficientemente contundente como para rellenar el agujero de incertidumbre que dejan palabras como “proceso constituyente” o “período de transición”. En realidad se acepta implícitamente que esos escenarios no ocurrirán, pero sobre el 25-S pesa la carga autoimpuesta de desarrollarlos teóricamente. “Es que si no damos un paso más, si nos quedamos en el 'no a los recortes', pues entonces somos una manifestación más, que de esas hay muchas; ¿qué nos diferenciaría de otras convocatorias? ¿qué alternativa proponemos?”, dice uno de los reunidos. “Referendum”, dice uno. “No”, contesta otro, “democracia popular”. “No, popular no, democracia asamblearia”, replica un tercero. “Por favor, discutamos esto en el grupo de trabajo de Contenidos”, piden varios. Se distribuyen y comienzan a trabajar.