Reinventar Europa significa ante todo indignarse. Europa no puede, ni debe, confundirse con las nefastas poliÌticas de austeridad que lleva a cabo la Troika (ComisioÌn Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). Europa no puede, ni debe, rendirse a las multinacionales y los mercados. Europa no puede, ni debe, abandonar su liderazgo en la lucha contra el cambio climaÌtico. Europa no puede, ni debe, dar rienda suelta a los populismos y al rechazo del otro. Y la ciudadaniÌa europea puede y debe clamar alto y claro: ¡No es a Europa a la que hay que jubilar, sino a los poliÌticos que actualmente la lideran!
Reinventar Europa es reconocer tambieÌn que algo, en sus tripas, falla. El proyecto europeo se ha construido al remolque del mercado uÌnico, dejando atraÌs aspectos baÌsicos de democracia y transparencia. Ha reforzado una inoperante Europa intergubernamental donde predominan los egoiÌsmos nacionales en vez del bien comuÌn europeo y del florecimiento de cada uno de sus rincones.
Se ha asentado en ideas equivocadas y peligrosas, promoviendo el euro sin una unioÌn fiscal y econoÌmica completa y sin una hacienda europea, dejando a la vez al Banco Central Europeo sin control democraÌtico y a los gobiernos nacionales sin un banco central de apoyo, o produciendo y consumiendo como si tuvieÌramos varios planetas a nuestra disposicioÌn. La ciudadaniÌa europea puede y debe proponer otras estructuras y perspectivas para que la UnioÌn Europea (UE) siÌ responda, en un mundo interdependiente y finito, a las necesidades de la gente.
Reinventar Europa es por tanto tener claro un diagnoÌstico baÌsico:
Europa es el espacio poliÌtico adecuado para aportar respuestas a los muchos desafiÌos globales, ya sean ecoloÌgicos, econoÌmicos, sociales y democraÌticos.
Una Europa en crisis tiene menos capacidad de actuacioÌn para coordinar poliÌticas sociales, fiscales o ambientales entre Estados-Miembros (hoy la competencia desleal dentro de la UE va en detrimento de los trabajadores y pequenÌas empresas), poner en comuÌn y renegociar deudas, o jugar en la arena geopoliÌtica mundial.
Salir de la crisis se haraÌ con maÌs y mejor Europa porque es una condicioÌn necesaria, aunque no suficiente, para garantizar maÌs bienestar y calidad de vida, y maÌs seguridad local y global.
Hablando en plata: los paraiÌsos fiscales nos cuestan a cada ciudadano europeo 2.000 euros al anÌo, mientras que la socializacioÌn de las deudas privadas (y la falta de respuesta valiente a nivel europeo) significa que las pensiones perderaÌn hasta un 28% de poder adquisitivo en los proÌximos 15 anÌos en EspanÌa. Podemos terminar con estos despropoÌsitos y para ello podemos y debemos reinventar Europa.
La podemos reinventar y construir desde la ecologiÌa poliÌtica, es decir, basada en la justicia social y ambiental, para mujeres y hombres, para las generaciones presentes y futuras, en el Norte y en el Sur, y teniendo en cuenta que los recursos naturales son limitados. Con esta visioÌn, reinventar Europa es marcar horizontes realistas y deseables:
Recuperar Europa desde la paz y la solidaridad. Pasa por tomar conciencia de que por primera vez en nuestra historia continental, las nuevas generaciones solo han conocido periodos de paz. Esta pax europea seguiraÌ siendo posible si apostamos por mecanismos de solidaridad y redistribucioÌn entre paiÌses europeos: a corto plazo, medidas de emergencia para luchar contra la pobreza social y energeÌtica, a medio plazo una prestacioÌn de desempleo y una seguridad social de aÌmbito europeo y, a largo plazo, una renta baÌsica (y maÌxima) europea.
Reconvertir la economiÌa europea desde la ecologiÌa. Se trata de reorientar el insostenible modelo productivo actual hacia otro que sea poco intensivo en energiÌa foÌsil y carbono, y que lo sea altamente en mano de obra. Apostar por esta doble estrategia de ecologiÌa y equidad supondriÌa en el conjunto de la UE la creacioÌn de maÌs de 20 millones de empleos de aquiÌ a 2020 en rehabilitacioÌn de viviendas o 6 millones en las energiÌas renovables, asiÌ como la reduccioÌn de nuestras emisiones de C02 y nuestra factura y dependencia energeÌticas.
Regenerar la democracia en Europa. La ciudadaniÌa europea tiene que decidir queÌ Europa quiere para hoy y manÌana, sus reglas comunes y el sentido de la construccioÌn europea. SupondriÌa la convocatoria de una Asamblea Constituyente Europea, elegida a nivel continental, cuyo uÌnico objetivo seriÌa redactar una ConstitucioÌn para Europa, refrendada a su vez por una doble mayoriÌa ciudadaniÌa y territorial.
Repensar Europa desde los derechos humanos. Ante la “poliÌtica de las cuchillas”, respondamos al reto migratorio en base al espiÌritu del proyecto europeo: fraternidad, solidaridad y responsabilidad. Es decir, respetando los derechos humanos y la dignidad humana, buscando siempre una solucioÌn positiva para las personas, los paiÌses de salida y los de llegada.
Aunque varias de estas poliÌticas se pueden poner en marcha ya, otras necesitan revisar los Tratados y ser poliÌticamente maÌs audaces. Para alcanzar parte de los objetivos anteriores, necesitamos dar el salto a una Europa federal. Sin complejos, reivindiquemos un poder legislativo europeo articulado en torno a un europarlamento (la riqueza de la unioÌn) y un eurosenado (la riqueza de la diversidad), y a un poder ejecutivo resultante de la mayoriÌa poliÌtica del Parlamento Europeo. En lo cultural, gracias a programas como Erasmus o el Servicio Voluntario Europeo, reforcemos desde la pluralidad de identidades el sentimiento de pertenencia al proyecto comuÌn europeo.
Al mismo tiempo, la ciudadaniÌa podemos ser quienes empecemos a (re)generar desde abajo el espacio poliÌtico y social europeo. Ya sea a traveÌs de movimientos sociales, sindicales, poliÌticos o asociativos, pensemos y actuemos en clave europea. Ahora que todas las opiniones puÌblicas de la UE hablamos de lo mismo (la crisis econoÌmica, la Troika, el futuro de Europa, las elecciones de mayo del 2014, etc.), es el momento idoÌneo para fortalecer iniciativas, movilizaciones y mayoriÌas transfronterizas basadas en maÌs democracia, solidaridad y sostenibilidad.
Actuemos en consecuencia. Si pensamos que Europa es un espacio de paz y solidaridad ineÌdito en la historia de nuestro continente y un legado que transmitir a las generaciones futuras; si pensamos que Europa es demasiada importante como para dejarla en manos de la Troika y de los gobiernos nacionales; si pensamos que una Europa de los derechos humanos es un horizonte deseable; si pensamos que Europa puede ser un buque insignia de la transicioÌn ecoloÌgica hacia una sociedad del vivir bien en un planeta finito; si pensamos que es necesario reforzar en el Parlamento Europeo opciones alternativas como Los Verdes europeos; pues arremanguémonos. TuÌ, yo y mucha maÌs gente, tenemos trabajo y una esperanza que difundir y construir. Ahora podemos reinventar Europa.