En los barómetros de CIS la monarquía ha ido perdiendo puntuación, pero no solo ella, sino también todas las demás instituciones evaluadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas, que son un total de 16. Aunque el titular es que la monarquía pierde apoyo popular, también lo pierden instituciones como el Gobierno de España, las Cortes Generales, el Consejo General del Poder Judicial, los partidos políticos, los sindicatos, los gobiernos y parlamentos autonómicos, etc. Pero se da la curiosa circunstancia de que la monarquía siembre se ha mantenido entre las cuatro instituciones de cabeza, es decir, que ha bajado en puntuación, como el resto, pero a diferencia de la mayoría resiste en el grupo de cabeza junto con las Fuerzas Armadas, La Guardia Civil/Policía Nacional y medios de comunicación.
Concretamente entre los años 2010 y 2011 la Monarquía se ha mantenido entre el tercer y cuarto puesto, de una lista de doce instituciones puestas a examen, y en 2013 y 2014 se consolida en el cuarto puesto, de una lista de 16, al ampliarse en cuatro más, solo por detrás de las Fuerzas Armadas, los medios de comunicación y el defensor del pueblo.
En cuanto a la percepción de la monarquía como problema el barómetro del CIS correspondiente a abril de 2013 recogía por primera vez la opinión de que había ciudadanos que consideraban que la monarquía era un problema. En ese mes de abril el 0.9% de los ciudadanos añadía la monarquía a la lista de los problemas del país, encabezados por el paro con el 80.7%. En los meses siguientes de mayo y junio, los barómetros del CIS cuantifican que el 0.9% y el 0.7% de los españoles, respectivamente, considera que la monarquía era un problema. Para bajar al 0,4% en julio y al 0,2% en septiembre. En octubre repunta al 0.4%, pero en noviembre baja al 0,3% y se llega a diciembre de 2013 con el 0.4%. En los meses de enero y febrero de 2014, es considerada un problema por el 0,6% y el 0,5%, respectivamente y no es ajeno a ello la declaración ante el juez de la infanta Cristina. En los siguientes meses de marzo y abril bajará al 0,4% y en el último barómetro del CIS, el de mayo, vuelve al mínimo histórico del 0,2%.
En plena efervescencia socio-política del debate Monarquía/República, el 47,2% de la población se posiciona como “monárquicos”, mientras que el 36,5% eligen la opción “republicano”. Casi 11 puntos a favor de la primera. Aproximadamente el 50% de la población española se decantaría por la opción monárquica, teniendo en cuenta que el 16,3% no se posicionarían en ninguna de estas dos opciones, significando dudas importantes a la hora de decantarse por alguna de ellas.
Si profundizamos en el análisis de los datos, se percibe un importante corte generacional a la hora de elegir uno u otro sistema, ya que la población nacida durante y después de la Transición, es decir, de 18 a 44 años, se posicionan en mayor medida como “republicanos”, en contra de las cohortes maduras (45 y más), las que “vivieron” el período de la Transición, se sitúan en mayor medida como “monárquicos”, esta relación describe el debate Monarquía/República dentro de un contexto claramente histórico-social, proyectándose política o ideológicamente, donde la monarquía se diluye como opción “democrática” para las cohortes más jóvenes y sí para las cohortes maduras, porque en definitiva, lo que aquí se discute es la “voluntad democrática” de ambos sistemas más allá de los últimos escándalos de corrupción de la monarquía en nuestro país. Claramente se observa una relación directa entre ideología y sistema a elegir, es decir, Monarquía-derecha vs República-izquierda, relación, nuevamente dialéctica, que contrapone dos imaginarios socio-políticos marcados a fuego por el estatus ideológico.
Sin lugar a dudas, la Monarquía Parlamentaria sería la opción mayoritaria para la población española a día de hoy, el 51% así lo afirman frente al 33,4% que que eligen la República, casi idénticos resultados que entre “monárquicos/republicanos” cuyos espacios ideológicos calcan el análisis anteriormente citado.
Hay una apropiación ideológica de estos dos conceptos simbólicos que deberían estar enmarcados más allá de los hábitos o espacios ideológicos y plantear un debate verdaderamente democrático sobre Monarquía/República, sin que la derecha se apropie del concepto Monarquía ni que la izquierda se apropie del concepto de República, porque, de esta manera, lo único que se pretende es el de detentar el dominio simbólico-político de sus respectivas visiones del mundo sobre el contrario, sin merecer ninguna de las dos visiones la categoría de democráticas.