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La república independiente de tu voto

Una treintena de candidaturas se quedan fuera de las elecciones del 20D

Gumersindo Lafuente

Habla el CIS y arranca la campaña. Sube la temperatura electoral y la incertidumbre habitual que acompaña a cada elección empieza a dar paso a algo parecido al pánico. Hasta el Banco de España pone su granito de incertidumbre con una oportuna predicción de fuerte caída de la bolsa en los próximos meses. Venezuela está ya tan gastada como argumento que hay que buscar el miedo en otros lugares. La derecha siempre ha encontrado en el temor un vivero de votos, pero ahora parece que otros, ante le vitalidad de los emergentes, se apuntan también a esa estrategia.

Queda mucho y poco para el 26J. En la campaña del 20D la última semana fue decisiva. Pero en esta, el periodo de reflexión está siendo tan largo, y la escenificación pública del fracaso a la hora de formar gobierno tan clarificante de dónde va a estar cada uno, que es probable que muchos tengan ya claro su voto.

La política, como la vida, muchas veces puede ser injusta. Por eso no es extraño que los partidos más desgastados sean los que aparentemente han puesto más énfasis en llegar a acuerdos. PSOE y Ciudadanos, Pedro Sánchez y Albert Rivera, no han salido bien parados de estos meses de negociaciones infructuosas y así lo reflejan casi todas las encuestas. El PP aguanta a duras penas, pero la imagen de Mariano Rajoy también ha salido tocada. El líder popular corre el peligro de convertirse en prescindible en una más que probable negociación de gobierno en minoría de su partido. Su cabeza sería el trofeo que se cobrarían Ciudadanos y PSOE para no interponerse en una votación de investidura.

Imaginen qué panorama, de cumplirse lo aventurado ayer por el CIS. De pronto, un verano sin Rajoy, como pide el vídeo de los socialistas. Pero también sin Pedro Sánchez, que supongo dimitirá inmediatamente si su partido pierde ante Unidos Podemos en votos y en escaños. Ciudadanos cediendo diputados y obligando a Rivera a ser la bisagra del PP. Y Unidos Podemos convertido en el mayor partido de la oposición y con muchas posibilidades de ser primera fuerza política en las próximas elecciones en el País Vasco y en unas hipotéticas catalanas si en septiembre la CUP decide derribar al gobierno de Carles Puigdemont.

Los que pensaban que todo iba a seguir igual ya pueden ir repasando sus cálculos y estrategias. Afortunadamente, en este nuevo escenario los votos, todos y cada uno, cuentan mucho más que antes. Por eso no hay que desperdiciarlos. El voto emocional, el argumentado, el fiel, el de rechazo o castigo... Todos son válidos y apreciados. Pero hay uno que valiendo lo mismo es el más manipulable: el voto del miedo. No es hora de dejarse amedrentar. Prefiero mil veces que me seduzcan a que me atemoricen. Recibo encantado el catálogo de Ikea-Podemos, que ha logrado poner en primer plano la importancia de leer los programas, pero rechazo los mensajes que predicen calamidades sin fin y que curiosamente vienen mayoritariamente de los partidos responsables de la desigualdad, la pérdida de derechos y la corrupción. 

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