Si la respuesta es Tabarnia...

Es una ocurrencia sobre la que me había negado a hablar hasta ahora para no darle una publicidad que no merece. Sin embargo, la locura, la manipulación y la mediocridad imperante en no pocos medios de comunicación, unida a la irresponsabilidad de algunos destacados políticos, ha colocado a Tabarnia en primera línea del debate interminable sobre Catalunya.

Si alguien tiene dudas de dónde parte la iniciativa, solo tiene que leer la prensa del Movimiento o sintonizar el canal oficial del Partido Popular. TVE ha dedicado muchos minutos de su programación “informativa” a ondear la bandera de ese supuesto embrión de comunidad autónoma. En sus Telediarios, los chicos y chicas de Soraya han dado la noticia con toda solemnidad, como si se tratara de una propuesta seria que proviniera de una organización mínimamente representativa. La broma se ha convertido en realidad para millones de españoles y ha llegado a copar la portada de diarios independientes venidos a menos. Daba igual que ni siquiera se supiera quiénes eran los promotores de la idea: ese ente extraño y opaco, con tufillo rancio, que se hacía llamar Barcelona is not Catalonia. ¿Qué más da el rigor periodístico y la ética política si, al fin y a al cabo, el concepto Tabarnia concuerda con nuestra línea editorial o con nuestra estrategia electoral?

Sin ningún pudor, en las casas de los españoles se han colado sin filtros los datos aportados por esta “plataforma” para demostrar que hay una Catalunya claramente constitucionalista en las provincias de Tarragona y Barcelona. No hace falta ser periodista de investigación para constatar rápidamente que las cifras y los mapas están muy, pero que muy manipulados. Basta tomar una calculadora y el listado oficial de resultados del 21-O para comprobar que en cuatro de las diez comarcas de esa región supuestamente españolista se dio, en realidad, una mayoría independentista. Me resulta hasta ridículo tener que desmentir los datos de una web semi-fantasma, pero es necesario hacerlo tras comprobar la gran cantidad de medios que han reproducido tal cual las cifras y los mapas manipulados.

Lo realmente preocupante de todo lo que está ocurriendo con Tabarnia es que una chorrada como esa haya sido difundida y aplaudida por dos de las tres formaciones constitucionalistas. Mal empieza Inés Arrimadas como lideresa del partido más votado en Catalunya si adopta estrategias de hooligan y discursos de barra de bar durante el aperitivo. Estrategias y discursos que siguen yendo en la línea de criminalizar y, en este caso, ridiculizar un sentimiento como el independentista que obtuvo hace una semana el 48% de los votos y que cuenta con mayoría absoluta en el Parlament.

Si la dirección de Ciudadanos y la del PP quisieran de verdad reconducir la situación en Catalunya, deberían mirar hacia el Reino Unido. Allí habría sido impensable que surgiera una ocurrencia como esta para afrentar a los independentistas escoceses. Cuando los partidarios de la independencia ganaron en 2011, con mayoría absoluta, las elecciones regionales en Escocia, el primer ministro británico David Cameron no fue a la guerra, sino que tomó la iniciativa política. Lo primero que hizo es adelantarse al líder independentista, Alex Salmond, y ofrecerle mayores cuotas de autogobierno. La bandera escocesa fue izada repetidas veces en el número 10 de Downing Street como muestra de respeto y cariño hacia sus vecinos. La mismísima Reina de Inglaterra desarrolló un discurso bien diferente al que escuchamos desde hace años por boca de nuestro monarca y de los políticos de la derecha. Isabel II no apeló al amor ciego y patriota hacia el Reino Unido, sino al amor por Escocia. “Todos tenemos eso en común. Es el amor por Escocia lo que nos ayuda a mantenernos unidos”, dijo la anciana soberana. Con esta estrategia, el unionismo venció por diez puntos al independentismo en el referéndum celebrado en septiembre de 2014.

Ya no hay remedio. Tabarnia ha dejado de ser nada y, gracias a la actitud de las derechas políticas y mediáticas, se ha convertido en un símbolo. El símbolo de que Madrid quiere perpetuar su estrategia inmovilista en Catalunya. Ciudadanos y el PP ya solo piensan en su batalla por el control del ala diestra del próximo Congreso de los Diputados. Catalunya sigue siendo solo una herramienta para ganar votos en el resto de España. Por eso hoy Arrimadas, Rivera, Soraya y Rajoy se carcajean al ver el impacto que la iniciativa “tabarnaria” ha tenido en Andalucía, Extremadura, Madrid o las dos Castillas. Sin duda, ven con gozo cómo sigue creciendo el número de firmas que se recogen en Change.org para apoyar esta jaimitada. A ellos no les importa comprobar, ya lo sabían, que la mayoría de esas firmas provienen de Valladolid, Madrid, Málaga o Linares. No les importa que iniciativas como esta contribuyan a incrementar una ya muy extendida catalanofobia.

El Reino Unido quiso y quiere que Escocia se sienta cómoda dentro de la Unión. Aquí, una parte importante de España solo busca someter, humillar y utilizar torticeramente a Catalunya. Ese prototípico señorito andaluz que es Carlos Herrera dijo este jueves desde su púlpito radiofónico de la COPE que se “estaba partiendo la caja con esto de Tabarnia”. ¿Hace falta añadir algo más?