El rey y los problemas de los ciudadanos
Diría que somos miles los ciudadanos preocupados por el deterioro de la democracia en nuestro país -desde luego es para estarlo-. Asistimos a actuaciones judiciales de una factura o desproporción escandalosas y a una oposición política de trinchera, apoyada por los medios que subvenciona -con nuestro dinero, por cierto- como cómplices. Sin duda era demasiado esperar que el jefe del Estado -rey o no- diera alguna clave o salida a esta inquietud social. Máxime en un momento especialmente convulso de nuestra historia nacional e internacional.
El problema es que sí necesitamos resolver una serie de cuestiones esenciales y los mensajes desde una especie de olimpo y sujetos a interpretaciones tipo oráculo desalientan más que ayudan. Ha sido el segundo mensaje navideño menos visto en los diez años de reinado de Felipe VI, pero la Corte política y mediática se ha apresurado a darle lustre. El editorial de ABC habló de “el mensaje revolucionario del bien común”. De Felipe VI. Veinte siglos largos ya de civilización y todos sus prolegómenos desde los confines de la prehistoria nos contemplaban para flipar con semejante descubrimiento.
Fue ayer, cuando en la Cadena COPE, esa emisora de la Confederación Episcopal volcada en manipular contra el gobierno que también subvencionamos con nuestros impuestos, cuando escuché a mediodía una especie de editorial -voz masculina- asegurando que “hay una abrumadora distancia moral entre la Zarzuela y Moncloa. El rey, decía, conoce los problemas de los ciudadanos no como Pedro”. El Rey y Pedro confrontados. Desde luego, en la Zarzuela flota aún la superioridad moral precisamente que dejó el antecesor en la jefatura del Estado, a tal cantidad de niveles que lo impregna todo. Pero vayamos a los problemas de los españoles, esos que conoce tan bien el actual rey por experiencia propia se conoce o por que se fija mucho..
Cada cual tiene los suyos, sus anhelos y metas, pero el principal problema no es la emigración -para citarlo el primero- salvo para los párasitos que, a diferencia de quienes vienen de fuera plenos de valentía a buscarse un futuro- ven en los extranjeros -pobres- un obstáculo.
Lo que desde luego nos afecta a todos y gravemente es el clima político de acoso y derribo de la derecha contra el gobierno democrático. En absoluto es del mismo calibre. No se pueden medir en equidistancia, como hizo el jefe del Estado, los feroces y constantes ataques del PP contra el ejecutivo de Pedro Sánchez. Los populares han acogido con entusiasmo las palabras del rey porque son una forma de lavar su actuación. Y encima, contraviniendo los principios del periodismo, el PP cuenta como cómplices con una serie de medios a su servicio, inasequibles a tergiversar lo que haga falta. ¿Quieren un ejemplo? de este mismo viernes. Con la reina del mambo en portada.
Menciona de hecho lo que nos lleva de pasmo en pasmo: algunas actuaciones judiciales que, sin duda, merecían alguna mención del jefe del Estado y algo más que mención. Recapitulemos. Tenemos a un juez que, según hemos oído en una grabación, manipuló las palabras de un testigo -nada menos que Güemes, bastión del PP- para inculparle incluso, por no acusar a Begoña Gómez como parecía desear. Que ha invadido hasta La Moncloa llevándose de la mano a la ultraderecha y ha permitido difundir lo interrogado. Es bochornoso, muy preocupante. Pero en medio de demasiados silencios, hasta la presidenta del Poder Judicial ha recriminado a Sánchez, verdadero objetivo de la maniobra, por quejarse ¡de los jueces!
Entre otros de los varios que parecen inventos para hacer ruido judicial y mediático -muy efectivo-, nos encontramos con otro caso de verdadera envergadura. Cada día titulares en todos los medios sobre la procedencia de los emails en los que el abogado del novio de Ayuso reconocía los delitos de fraude fiscal y falsedad documental de los que está acusado, ofreciendo un pacto a Hacienda. Cada día, cuando el ínclito lleva en cambio casi un año sin pasar por el juzgado. ¿Por qué?
Quien mandó a los medios un email con un bulo -es un hecho- diciendo que el pacto lo ofrecía la Fiscalía a González Amador fue el Director de Comunicación de la presidenta de Madrid, Miguel Ángel Rodríguez, y a él ni lo ha citado a declarar. Los Ayuso lograron que el Tribunal Supremo imputara al fiscal general del Estado, tratado casi como un terrorista -tanto en el proceso como en los medios- por una supuesta revelación de secretos. Por supuesto los acusados de delitos tienen derechos, los demócratas así lo creemos, pero también el fiscal general y los ciudadanos en cuyo nombre y salvaguarda actúa esta institución, y francamente hay muchos altamente preocupados. El famoso novio de Ayuso ha osado -además- pedir el control de los teléfonos de varios periodistas -cuatro de este medio Eldiario.es- cuando la Constitución protege nuestras fuentes. Y el juez ha dado al menos los números “a las partes”, leemos. ¿Qué futuro nos están preparando?
Más aún, ese mismo magistrado del Supremo se ha permitido llamar a declarar a un subordinado ¡al Fiscal que imputó a Alberto Rodríguez Amador el fraude a Hacienda! La desmesura del “Caso emails” inquieta a muchos ciudadanos. ¿No creen que al jefe de un Estado democrático debería preocuparle lo que parece una coacción a la prensa y a la justicia que obra en derecho?
Parece una auténtica broma decir que el rey sí conoce los problemas de los ciudadanos desde su palacio dorado y su vida de privilegios. Que sabe lo que es estar enfermo y aguantar una larga lista de espera o tiene problema alguno de vivienda, enseres o manutención. Y quien facilita las ayudas a las familias afectadas por la DANA de Valencia, por ejemplo, es el gobierno del Estado. Quien envió a la UME que así pudo salvar vidas, en ausencia de la Generalitat, fue el gobierno del Estado. Referirse a una “falta de coordinación de las administraciones” teniendo al presidente de la Comunidad, Carlos Mazón, oculto entre mentiras y a saber qué más, es algo irritante, la verdad. Contribuye a la crispación porque avala las mentiras y el acoso del PP.
Citar en primer lugar la inmigración da… mucha pena. Olvidar la violencia machista, también. Gaza y Ucrania no digamos. Hay ciudadanos en este país con sensibilidad y un elevado concepto de la justicia.
Acudir a Valencia varias veces tras el fiasco inicial es una buena iniciativa salvo que se extreme. Rozar el populismo entusiasma al público afín, entregado sin preguntas. Pero da la sensación de estar más cuidando la empresa familiar que los problemas de los españoles. Incluso les funcionaría mejor así una mayor implicación en la realidad que vivimos el resto de los ciudadanos. No, no esperábamos que el rey jefe del Estado diera respuesta a las verdaderas inquietudes actuales de los españoles. Pero por su capacidad real de acciones ejecutivas sí podía usar su influencia -que la tiene- en las soluciones. Es su papel constitucional de hecho: “arbitrar y moderar el funcionamiento de las instituciones”. Lo peor es que no hay mucho más para dar esas soluciones en este insufrible y podrido clima político que pone zancadillas constantes a quien realmente, mejor o peor, trabaja. Vienen, además, terribles curvas desde el otro lado del atlántico. La brutalidad planeada ya de un gobierno estadounidense llevada al máximo. Del mismo signo de los que aprietan para aquí alcanzar el poder por cualquier medio.
Y, solos. dudo que podamos combatir esta marea, en medio de quienes -no por casualidad- quieren tapar la boca a los periodistas y a los fiscales que cumplen su obligación.
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