Ante un cambio climático que evoluciona a un ritmo más acelerado de lo previsto y nos conduce hacia los modelos menos favorables, debemos aceptar que lo que creíamos imposible puede ocurrir, como quedarnos sin agua en las grandes ciudades.
Resulta especialmente difícil adquirir y compartir conocimiento sobre el cambio climático sin ceder al alarmismo. La información es tan preocupante que puede provocarnos ese resbalón que tanto conviene eludir: el catastrofismo es el peor enemigo de la comunicación ambiental. Pero a veces es necesario asumir el riesgo.
Los expertos que analizan los impactos del calentamiento global a escala mundial señalan que una de las regiones que se está viendo más afectadas es la del Mediterráneo, donde las temperaturas aumentan muy por encima que en el resto del planeta y, en consecuencia, el ciclo del agua empieza a verse afectado.
Según los pronósticos, los episodios extremos se podrían acentuar en los próximos años: las sequías serán cada vez más severas y darán paso a períodos de precipitaciones intensas que provocaran grandes inundaciones.
Ante tales escenarios es necesario aunar voluntades y sumar conocimientos para afrontar el riesgo del agua con las máximas garantías de éxito.
Por eso, hay que pedir a los candidatos que se disponen a afrontar la larga y escalonada campaña electoral que ahora empieza, que se dejen de demagogias respecto al agua, que dejen de tirársela unos a otros a la cabeza, y que se centren en explicarnos cómo piensan afrontar el reto al que nos enfrentamos para seguir garantizándonos un acceso cómodo y seguro al agua potable, preservando y mejorando la calidad ambiental de los ecosistemas acuáticos.
Ante el nuevo episodio de sequía que nos aguarda, con los suelos agrícolas y forestales resecos y los embalses en torno al 58% de su capacidad, 12 puntos por debajo de la media, el agua y el cambio climático no pueden ni deben permanecer ausentes de los próximos debates electorales, como ha venido ocurriendo hasta ahora.
Basta ya de ningunear al medio ambiente en las campañas electorales. Basta de relegarlo al olvido con la excusa de que hay temas más importantes y que es una cuestión que solo preocupa a una minoría ciudadana. ¿Minoría?
El cambio climático es la mayor preocupación ciudadana en el mundo. Una inquietud que va en aumento. La última gran encuesta al respecto, realizada por el Pew Research Center (PRC) a casi 30.000 personas de 26 países diferentes, señala que cerca del 70% de los ciudadanos perciben el calentamiento global como la mayor amenaza a la que nos enfrentamos. Los países donde más crece ese desvelo son Francia, México, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, España, Sudáfrica o Australia, entre otros.
Y una de las principales angustias expresadas por los ciudadanos es la de quedarse sin agua: restricciones en el agua de riego, cortes en el suministro urbano, grifos sin abastecimiento. Ahora sabemos que estos escenarios, que creíamos tan alejados de nuestras confortables sociedades, también aparecían reseñados para nuestros países en los modelos menos favorables del panel de expertos de las Naciones Unidas (IPCC): unos escenarios hacia los que vamos de cabeza.
Por todo ello debemos exigir a quienes aspiran a gobernarnos que nos expliquen el riesgo del agua y, sobre todo, cómo piensan afrontarlo: lejos de la demagogia y el oportunismo electoral, entendiendo que la mejor manera de minimizar dicho riesgo es compartir conocimiento, colaborar: sumar esfuerzos por parte de todos.
Con tal propósito se ha presentado esta semana en Barcelona la Coordinadora de Treball per l'Aigua, una plataforma de reflexión impulsada por el catedrático de geografía física de la Universidad de Barcelona Javier Martín Vide y en la que he tenido el privilegio de participar junto a un variado grupo de académicos, investigadores, divulgadores ambientales y entidades del agua con el deseo de proponer una reflexión, serena pero urgente, sobre el futuro del agua ante el desafío del cambio climático.
Un punto de encuentro para el debate en el que, desde Catalunya, queremos dar cabida a las opiniones de todos los ciudadanos interesados por este importante tema.
Entendemos que ha llegado el momento de alcanzar un gran acuerdo entre administraciones, científicos, entidades y ciudadanos que contribuya a impulsar una gestión eficiente y medioambientalmente responsable del agua. Una gestión que nos permita eludir los peores escenarios y nos garantice el acceso de todos al agua desde el respeto al medio ambiente.