Usar a los muertos está en lo más hipócrita y cruel de los vivos. Todos lo hemos visto o sufrido alguna vez. El caso de Rita Barberá es un claro ejemplo. Se está mezclando todo. Una cosa es el respeto por la muerte de una persona y otra es la disputa política, ensalzarla como un ejemplo o aprovechar su fallecimiento para hacer advertencias a los medios informativos y a la oposición.
Es una grave amenaza que dirigentes del PP, como Rafael Hernando o Celia Villalobos, señalen a periodistas y opositores hablando de “cacería mediática y política”, “linchamiento” o “persecución que ha condenado a Rita a la muerte”. Han hecho la autopsia antes que nadie y han olvidado, interesadamente, que se puede respetar un fallecimiento y haber contado antes los escándalos políticos. Ambas cosas deben hacerse.
Salvo que se pretenda culpar, atemorizar o acomplejar al mensajero. Con respeto a la verdad deben contarse los casos de corrupción. Aunque no le gusten al señor Hernando. Y con la misma dignidad debe lamentarse la pérdida de una vida. Humanamente, llama a la reflexión para qué le han servido a Barberá tantos años de poder y líos políticos, cuando ves su muerte repentina y relativamente temprana, a los 68 años, con la intranquilidad de que la justicia le seguía los pasos. Una pena.
Algunos que le dieron la espalda, ahora se llenan la boca. Los que decían que ya no era militante del PP, ahora la elogian como un símbolo. No hay término medio. Hasta el ministro de Justicia ha asegurado que no había “ninguna prueba, ni justificación” contra ella, a pesar de que estaba imputada por blanqueo de capitales en una presunta financiación irregular de su partido. Señor ministro, una cosa es dar el pésame en el día del juicio final y otra darla por juzgada sin que se haya celebrado el juicio.
Ya muerta, el Tribunal Supremo archivará la causa contra la ex alcaldesa y senadora, pero no debería aprovecharse para que, si hay otros culpables, se vayan vivitos y coleando. Si la han hecho, que la paguen. No sería la primera vez que intentan cargarle las culpas al muerto. Si no hay obstáculos y maniobras de impunidad ante la justicia, seguro que todo irá mucho más rápido.
Y mientras, descanse en paz Rita Barberá. La de los 40 años en política con repetidas victorias electorales. La de la transformación de Valencia. La del pitufeo, Nóos, la visita del Papa, la Fórmula 1, la Ciudad de las Artes o las burlas a las víctimas del Metro… Que la tierra te sea leve y líbranos de los que arriman el ascua al caloret de tu féretro.