Sánchez y la bola de cristal
No puedes escapar de la responsabilidad del mañana evadiéndola hoy
No he ido a la copa de Moncloa y estaba invitada. Cada vez me parezco más a un royal, declino. Les juro que no estaba papando moscas sino en una comida bien interesante. No haber ido al mantecado, casi nunca me da tiempo a ir a los mantecados, no empece para que no me haya enterado de lo que se ha cocido en los corrillos. Para eso es la cosa, para hablar y que se sepa. Siempre ha sido así. ¿Para qué si no invitar a la chusma periodística al canapé de palacio? Para colocarles el mensaje, siempre es así desde el principio de los tiempos democráticos.
El presidente se roza con la chusmilla periodística por tradición y los periodistas aceptan la proximidad de la chusmilla política por obligación. Total, lo de siempre. Lo que no era tan de siempre era la queja doliente de Sánchez afirmando, en confianza pero con publicidad, que cree que la oposición juega “con cartas marcadas” porque líderes del PP afirman o prevén o anuncian cosas relacionadas con la situación judicial de su entorno más próximo. No estaría mal traído si no fuera porque hay varias explicaciones lógicas sobre esas declaraciones de Miguel Ángel Rodríguez o Feijóo, pero la que apunta el presidente no es la más propia de la navaja de Ockham, es decir, no es la más sencilla. Para poder intuir quién va a acabar imputado en tal o tal procedimiento, quién va a ser llamado a declarar, puede darse la circunstancia, claro, de que alguien desde dentro te la sople, pero también puede suceder que solamente del análisis objetivo de la realidad te lleguen razones que permitan afirmarlo. ¿Tiene información preferente el PP de dentro de la judicatura o simplemente mira y ve lo que es imposible de tapar? Yo más bien creo lo último.
No hace falta estar infiltrado, ser agente de la TIA o tener poderes especiales para prever el avance de alguna de las causas judiciales que cercan al presidente. Es más, sólo si te has dejado llevar por la mar de relatos te sorprende que pasen las cosas que pasan. Las cartas marcadas de los jueces se llaman Código Penal y Ley de Enjuiciamiento Criminal y a estas alturas no puedo manifestarles haber visto otra cosa. Así que a lo mejor lo que le pasa a los peperos es que abren las orejas a cualquiera que quiera explicarles el estado real de los procedimientos judiciales que cercan a Sánchez. Yo misma no preciso de bola de cristal alguna para vaticinarles algunas cosas y menos mal porque a mí la famosa bola me pilló en plena carrera, demasiado mayorcita para ese juego. Si el presidente quiere que le abra las vísceras de un ave para comunicarle su futuro jurídico puedo hacerlo sin tener mano con nadie. No saben los gobernantes lo que ganarían apartando de su lado a los halagadores sumisos y manteniendo gente capaz de enfrentarles a la realidad. Lo cierto es que lo saben, pero no lo quieren, para qué nos vamos a engañar.
No era buena la estrategia de confrontación total con los jueces. No era buena la estrategia de la negación absoluta de cualquier problema: todo va bien. No es buena la estrategia de verter sospechas sobre una posible connivencia entre los jueces y la oposición. Ni son buenas ni van a funcionar. La realidad volverá una y otra vez como las olas a la orilla. No hace falta bola de cristal para ver el problema de la utilización de medios públicos para usos privados. No hace falta bola de cristal para entender que no son un juez ni dos ni tres los que consideran que las investigaciones en el entorno del presidente deben llegar hasta el final. Estamos hablando de ocho jueces en el Caso Begoña, de cuatro jueces en el del hermano músico, de ocho o más en el de los negocietes de Ábalos. Ya les digo yo que ni quedan en tenidas asamblearias ni acuden por las noches a susurrarle al oído de los caballos a los adláteres de Ayuso y de Feijóo. No hay cartas marcadas, hay sentido común. Es imposible seguir sosteniendo que no hay ningún motivo para investigar y ningún progresista lo diría de los mismos hechos relativos a un presidente conservador.
Cosa distinta es que el tal Miguel Ángel sea un bocazas empapado en la provocación. La cantinela esa del “pa'lante”, una contracción macarra pueblerina, no ayuda a mantener el respeto sobre la figura del jefe de Gabinete de Ayuso. Es zafio, es inelegante, es retador y poco institucional, pero el empeño en ponerlo de manifiesto en las redes no le beneficia en nada. De ahí a colegir que el tal MAR tenga información privilegiada va un mundo. Lo tienen difícil, la verdad. La forma de obtenerla sería que o bien los propios jueces se fueran de la mui en conversas o comidas o bien a través de los presidentes de TSJ o de los jefes de prensa se obtuvieran algunas informaciones procesales sobre el desarrollo de los distintos procedimientos. Poco más. No veo a los jueces de la AN ni a Puente ni a Moreno ni a Pedraz dándole el parte al caspas de MAR. No, no se trata de eso. Se trata de que hay cuestiones tangibles que cualquier analista objetivo es capaz de ver, mientras que los encomendados de Sánchez hacen todo lo posible por enmarañarlas y ocultarlas. Si estás en la maraña todo te parece raro y extrañísimo que el PP vea el futuro. Si llevas tiempo al cabo de la calle de lo que pasa en la AN, en el TS o en Badajoz, entonces no te sorprende nada.
No es culpa de MAR ni hay una conjura que no sea que, si metes la pata, te la encuentran. No hay conjuras ni alianzas ni golpes ni vainas. Lo que hay es una serie de jueces investigando cosas que en absoluto son bonitas aunque bien pudieran no ser delictivas. On verra!, aunque como no vamos a Nôtre Dame a lo mejor no vemos nada. Hacerse la víctima tampoco funciona. Si alguien le vaticina un “calvario judicial” sólo necesita para ello tener ojos en la cara. No digo que me guste o me disguste, cuento lo que hay. A los gobernantes no se les “acosa”, se les controla por tierra, mar y aire, de manual de democracia occidental.
No tengo una bola de cristal, pero es harto probable que este frente se complique en los dos próximos meses. No responde a conjura alguna ni a un golpe de togas ni a ninguna barbaridad por el estilo. Simplemente, el sistema analiza cuestiones que no son claras y que podrían vulnerar la legalidad, siendo seguro a estas alturas que han vulnerado cualquier ética progresista sin necesidad de analizar más.
No hay cartas marcadas. Hay las cartas que han salido y las que faltan y las que están sobre la mesa. No hay bola de cristal, hay lógica jurídica.
Cuando solo te queda decir que los árbitros te tienen manía, te quedan pocos argumentos. Lo siguiente es llorar porque en el patio te han quitado la merienda. Por eso es mejor no ir a los canapés y a los mantecados, ya les digo.
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