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Sangre electoral en la escena

Si Shakespeare contase la actual lucha de facciones políticas le daría un cierto vuelo a la cosa, le dedicaría al personaje de Montoro una escena en la obra y comprenderíamos lo violento y significativo que es lo que acaba de hacerle a Aznar.

Se puede decir que el PP está haciendo limpieza de cara a esas elecciones que ya parecen inevitables, ahí entraría lo de Soria, alcaldes que dimiten…, pero lo de Aznar da la dimensión de la enorme crisis no solo del PP sino del sistema de poder político madrileño español. Porque la sanción y la humillación pública de Aznar es un sacrilegio y un parricidio, Rajoy ha matado al padre, Montoro clavo el puñal.

El proceso de crisis de la política española no se saldó en las pasadas elecciones como creían algunos actores políticos, como Ciudadanos y Podemos. No podía ser porque lo que está en cuestión es mucho más que la estructura del bipartidismo, desde hace dos años entró en cuestión la monarquía y la estructura del Estado, la república catalana es el nudo que anuda ambas cuestiones. La dimensión histórica de la crisis no podía ser solventada por el electorado en una única votación. Aunque tampoco va a quedar cerrada en esa segunda vuelta, el proceso llevará dos o tres años más. Para entonces España será distinta. Aunque nadie lo vaya a anunciar en la campaña electoral, la próxima legislatura, dure lo que dure, tendrá que se constituyente.

Y, realmente, Aznar y su idea de España es imposible que pueda participar en ningún pacto constituyente futuro. Rajoy tampoco, pero él sabe que también es pasado. Está haciendo lo que cree que debe hacer, aguantar el tipo para aguantar el partido sin que rompa y pueda evolucionar a otra época.

Los poderes económicos y mediáticos moverán sus apoyos pero saben que el verdadero desafío al status quo está en Catalunya, su problema es como vencer al independentismo catalán. Por eso, jugarán con Ciudadanos y con el PP, pondrán huevos en distintas cestas porque el PP no está acabado. Aunque tengan que presentarse con Rajoy de candidato, no es imposible que tras esta purga que afecta a quienes parecían blindados, Aznar, Soria, Feijóo…, sea capaz de ofrecer una promesa de renovación verosímil para su electorado.

Pero el PSOE también administra su crisis interna, otro proceso en marcha. Susana Díaz representa lo que Aznar en el PP, la vieja cultura del partido, la formada en los años ochenta. El PSOE no puede prescindir del poder territorial y los votos que ella encarna, pero Sánchez ya ha aprendido en estos meses, a toda pastilla y a la fuerza, que la política que tendrá que hacer su partido, en el gobierno o en la oposición, va a tener que ser muy distinta de la anterior. Sin embargo, el PSOE tiene un problema muy serio, no tiene proyecto político alguno.

No solo le falta un proyecto político de fondo, tampoco tiene una oferta concreta que pueda presentar ahora unas elecciones. Se presenta como un partido muñidor de pactos, puede pactar con unos y con otros, evidentemente un partido útil para formar gobierno, pero sin capacidad de movilizar el voto. Solo cuenta con sus incondicionales, muy definidos por la edad y por el territorio.

Quien sí puede ser que consiga llamar y concentrar voto puede ser Podemos. Los de Iglesias han ido reuniendo votos perdidos aquí y allí, pequeñas o medianas candidaturas, causas minoritarias, votos desilusionados…, y ahora cuentan sumar lo que queda de Izquierda Unida. La deriva del PSOE y su prepotencia fue dejando a un lado a mucha gente 'minoritaria' que si ahora se junta puede ser que desencadene un efecto movilizador y lo minoritario se haga mayoritario, al menos en el campo de la izquierda.

Podemos se presentó a las elecciones con la intención de ser mayoritario en la izquierda, no lo consiguió. Si en las próximas horas se fragua un gobierno de última hora alternativo al PP por sorpresa puede que tome una decisión que sea buena para el conjunto de la sociedad pero perderá la fuerza de su inercia, se detendrá. El PSOE habrá conseguido, por un lado, aplazar su crisis existencial y ganar tiempo desde la administración y, por otro lado, encerrar a Podemos en un juego convencional de partidos y pactos. Pero, si vamos a elecciones, entonces el PSOE comprobará que sus temores son ciertos, Podemos acabará siendo más adelante un partido sometido a los límites en que se mueven las economías de los estados hoy, pero por lo de ahora su objetivo es gobernar. Iglesias presume de cabellera porque pretende cortar la de Sánchez y Rivera.

La pasada campaña electoral fue una escaramuza, ahora veremos la lucha política en su crudeza. Correrá sangre en el escenario.