Sin temor a equivocarme, creo hablar en nombre, no de una mayoría amplia como reclamaba Núñez Feijóo y le fue denegada, sino de una mayoría amplísima al solicitar de manera educada pero firme a nuestros representantes políticos que nos den unos días de descanso. Después de haber soportado dos campañas electorales de un nivel de inteligencia al límite de la funcionalidad, nos hemos ganado el derecho a que nos ahorren otra precampaña, al menos en verano. Hay un tiempo para los paripés y otro para estarse quieto y ahora toca reposo.
Empezando por el gobierno, Félix Bolaños podría tomarse unos días libres. Podremos sobrevivir unas semanas sin unas declaraciones con esa gravedad papal tan suya para explicarnos lo malísimo que es Feijóo y lo peor que es Abascal y cómo los socialistas han ganado, aunque parezca que han perdido. Todos sus socios y sus votantes se lo agradecerán. Ese sería el voto más útil en este momento, el voto de silencio.
Es sabido que todos los socios potenciales de la investidura están convencidos de que se le ha abierto una “ventana de oportunidad” -el nuevo concepto más “in” entre los analistas del foro- que deben aprovechar de cara a la investidura. Pero a nosotros también se nos ha abierto otra ventana de oportunidad que queremos aprovechar, se llama vacaciones.
Es humano que cada diputada y diputado con voto quiera disfrutar su momento de gloria y explicarnos que la gobernabilidad pasa por sus manos. Pero este carrusel de declaraciones tiene que parar; aunque sólo sea para ahorrarles el mal trago de comerse sus propias palabras en unas semanas. A este paso, Sánchez necesitaría tres legislaturas para atender las peticiones planteadas sólo para empezar a hablar. El margen de negociación que tienen todos es el que es y no da para tanto ni de lejos.
Finalmente, una petición, de gallego a gallego, para Núñez Feijóo, quien estos días disfruta de un merecido descanso en las Rías Baixas. Alberto, machiño, nosotros también nos hemos ganado un descanso. Dile a Miguel Tellado y a Cuca Gamarra que paren un poco, que la única anormalidad democrática que hay aquí es dar la vara de semejante manera con este calor.
A Vox no le pido nada porque no me gusta perder el tiempo y porque ni se molestan en interrumpir sus vacaciones para anunciar, en un comunicado dictado por teléfono al becario de turno, que votarán a Feijóo a cambio de nada, porque ya se les han dado todo lo que querían en los gobiernos autonómicos. Salvar España y hacerlo desde la barra del chiringuito es posible, Santiago Abascal es la prueba viviente.
Señorías, por favor. Descansen, que nos lo hemos ganado a pulso.