Síndrome de estrés postelectoral

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Una semana después de las elecciones europeas del 9J, las últimas del largo ciclo electoral iniciado el 28M del año pasado, media España todavía no se ha recuperado, mientras la otra media ya únicamente conserva las fuerzas justas para confiar en el advenimiento de las vacaciones de verano y poder dejar de sentirse como Bill Murray en el día de la marmota; pero encerrados con el juez García Castellón y los fiscales del procés en lugar de Andie MacDowell. 

Es oficial. Media España presenta claros síntomas de padecer el síndrome de estrés postelectoral. No se engañen. No crea que usted está a salvo porque se defina de izquierdas o de derechas, de cuello azul o cuello blanco, nativo o importado, católico o ateo. No se puede establecer un patrón por ideología, geografía, renta, educación, religión o etnia. 

La afección rompe la barrera entre los bloques de izquierda y derecha, se extiende por igual de norte a sur y de este a oeste, entre los ricos más ricos eximidos del impuesto de sucesiones y los pobres más pobres electrocutados por el IVA de la luz, de los licenciados en la universidad de la vida a los brokers con máster comprado al peso en alguna universidad privada de pinta y colorea, entre fieles de misa diaria e infieles de blasfemia dominical o entre romanos, griegos, visigodos o bereberes.

Por fortuna la sintomatología es clara y resulta fácilmente identificable. Lo primero y más definitorio es tener ganas de pelea por lo que sea y con quien sea. Se pasa usted el día como un boxeador sonado, pegando ganchos al aire buscando un adversario con quien en enzarzarse y cabreándose porque no lo encuentra. Todo le indigna, todo le parece un escándalo y una vergüenza, le duele España, sobre todo por la memoria de los muertos y si acude a la Feria del Libro exige protección policial. Todo el día tiene ganas de irse a Francia a apuntarse a un frente o al otro para parar lo-que-sea-ismo. Los enemigos claros y el chocolate espeso es un guía.  Si alguien le recuerda que no hay elecciones previstas en todo 2025, entra en negación furiosa e incontrovertible, luego se indigna democráticamente y finalmente se echa a llorar y se deprime porque el mundo es una porquería.

El arco de síntomas complementarios del cuadro principal presenta múltiples variaciones. Suele ser muy común anhelar que haya repetición electoral en Catalunya con más ganas que un adicto al fentanilo. También, dejar de rendir en el trabajo o las relaciones sociales porque no puede pensar en otra cosa que la negociación de los presupuestos y el adelanto electoral. Una señal de alarma bastante fiable suena cuando el hablar de la amnistía o de la financiación de Catalunya le provoca síntomas psicosomáticos o incluso reacciones alérgicas. 

Esta guía de urgencia puede serle útil para evaluar si usted o alguien cercano padece o puede ir en camino de padecer de estrés postelectoral. No se alarme. La buena noticia es que no es grave. Se remedia con la realidad y el paso de tiempo. Tenga paciencia.