Siria lleva tiempo intervenida por actores regionales e internacionales:
--Francia está suministrando a la oposición siria ayuda militar ‘no letal’, según confirmaba este miércoles el primer ministro francés.
--Los servicios secretos estadounidenses trabajan desde marzo en la frontera de Siria con Turquía para aconsejar a Arabia Saudí, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos sobre los grupos de la oposición a los que deben armar.
--Barack Obama ha autorizado operaciones encubiertas de la CIA y otras agencias para apoyar a los rebeldes sirios y ha aprobado una ayuda de 25 millones de dólares para apoyar a la oposición.
--Los servicios secretos británicos están ayudando a los rebeldes sirios, ofreciéndoles información sobre los movimientos de las tropas gubernamentales. more
--Arabia Saudí, Qatar y Turquía apoyan a los rebeldes sirios. Qatar llegó a proponer el envío de tropas árabes a Siria. Tanto Qatar como la monarquía absolutista de Arabia Saudí se han pronunciado a favor de una intervención militar.
--Siguen entrando armas para los rebeldes desde Líbano, Turquía e Irak. Buena parte de ellas procede de Qatar y Arabia Saudí.
--Existen algunos grupos de la oposición que se definen como yihadistas. En sus filas hay combatientes extranjeros procedentes de Libia o Irak, entre otros países.
--Irán y Rusia apoyan al régimen sirio. Teherán ha suministrado armas a Damasco.
La injerencia extranjera es clara. Mientras Irán y Rusia apoyan al régimen de Assad, diversos actores regionales e internacionales --Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Arabia Saudí, Qatar, Turquía e Israel- intentan aprovecharse de las revueltas para mantener o incluso aumentar su órbita de influencia en la región y debilitar así el eje Siria-Irán-Líbano (Hezbolá), principal contrapeso de Washington, Tel Aviv y los países del Golfo.
El pasado más o menos reciente nos recuerda hasta qué punto Oriente Medio ha sido dividido, esquilmado y utilizado por las potencias occidentales que han intervenido militarmente en busca de sus propios intereses, casi siempre opuestos a los de los ciudadanos de la región. La propia Historia contemporánea de Oriente Medio comienza con una gran mentira protagonizada por Reino Unido y Francia, firmantes del acuerdo secreto de Sykes-Picot de 1916, por el que se repartían el gran pastel de Oriente Próximo, Palestina incluida, a pesar de que Londres había prometido independencia a los palestinos a cambio de su apoyo contra los otomanos en la Primera Guerra Mundial.
Desde entonces, las intervenciones militares extranjeras en la zona no han traído la autonomía deseada por la población, han defendido intereses contrarios a los ciudadanos, han militarizado la región, la han dividido y han sumido a algunos países en conflictos bélicos de larga duración. El ejemplo más reciente y evidente lo tenemos en Irak. El contexto actual no es una excepción. Una intervención en Siria puede arrastrar a la contienda a otras naciones vecinas, militarizar más el país y someterlo a los intereses de las potencias involucradas, en perjuicio de los intereses de los ciudadanos sirios.
El empeño de unos actores por controlar una futura transición en Siria es evidente. Pero esto no deslegitima a quienes durante meses se han manifestado pidiendo libertad y demandando la caída del régimen. Lamentablemente, la propaganda ha jugado muy bien sus cartas en la cuestión siria, que se ha convertido en un tema de “o conmigo o contra mí”, con la proliferación de ‘pensamientos-plantilla’: ‘Si criticas a Asad, eres partidario de una intervención extranjera; si te opones a una intervención de la OTAN eres proAsad’. Y todo lo que se salga de esa plantilla, no cabe.
Más allá de las plantillas
--Que el régimen de Asad sea responsable de miles de muertos, heridos y encarcelados no hace ‘buenos’ a todos los que combaten contra él, ni a los actores extranjeros que de una forma u otra intervienen en el conflicto.
--Que grupos armados de la oposición también cometan crímenes y ejecuciones al margen de la ley no hace 'bueno' al régimen de Asad.
--Siria está intervenida por actores extranjeros, que intentan beneficiarse de la coyuntura. Eso no significa que las manifestaciones contra el régimen hayan sido fabricadas en los laboratorios de servicios secretos extranjeros, ni que la población que ha participado en las protestas esté manipulada o comprada.
--Siria, Irán y Hezbolá actúan como contrapeso de la gran influencia de Estados Unidos e Israel en la región. Eso no significa que Asad o Ahmadineyad sean adalides de las libertades o grandes izquierdistas. Las políticas económicas de Asad en los últimos años aumentaron el desempleo y las privatizaciones y redujeron las ayudas sociales, creando un caldo de cultivo para la protesta en los barrios más pobres de las ciudades, de donde sale buena parte de los opositores al régimen.
--La Rusia de Putin no comparte los intereses de Estados Unidos en Oriente Medio. Eso no significa que Moscú sea antiimperialista.
--Que el régimen sirio haya difundido propaganda y falseado datos no significa que la oposición sea una fuente de información rigurosa.
La verdad sobre Siria hay que buscarla en los hechos. De lo contrario, se corre el riesgo de terminar deformando la realidad para que ésta quepa en una plantilla. En medio del laberinto de intereses regionales e internacionales se encuentra la población siria. Más allá de los pulsos entre diversas potencias, por encima de la geopolítica, está el derecho de los ciudadanos a escoger su propio camino.