Yo no sé si el 26J veremos el sorpasso que predice el CIS, el sorpassito que vaticinan otras encuestas (en votos pero no en escaños), o hasta el sorPPasso con que sueñan los más optimistas de Unidos Podemos. Lo que sí es que el sorpasso electoral, cuando llegue, será solo el último de una larga serie de sorpassos en los últimos años. El del 26J sería el más sonado, sí, el campanazo, pero no habría sido posible sin los muchos previos.
En el origen de Podemos (aparte de Venezuela, Irán, el comunismo, la Sexta y el Papa Francisco, se entiende) está un grupo de profesores universitarios y activistas que a finales de 2013 se dio cuenta precisamente de eso: que cada vez más gente había dado ya el sorpasso. La mayoría lo daba sin hacer ruido, en la intimidad, casi sin darse cuenta, pero irreversible.
Recuerdo cómo algunos de los fundadores de Podemos, en los meses previos a su nacimiento, enseñaban encuestas donde entre líneas se podía anticipar la crisis política que acabó llegando tras la crisis económica y social. Encuestas que mostraban un desplazamiento de discurso, un corrimiento de valores y principios que en efecto iba más allá del eje izquierda-derecha, compartido por ciudadanos a ambos lados. Un movimiento tectónico que todavía no sonaba a terremoto, pero que estaba ahí para quien acercase la oreja, y apuntaba a los pilares del “consenso” español.
Una parte de ciudadanos había dado un primer sorpasso en 2011, en el 15M y los meses posteriores. El “no nos representan” gritado en las plazas era eso: un sorpasso cultural al sistema de partidos, aunque todavía solo de palabra. Otros muchos siguieron sorpassando mientras participaban en Mareas, huelgas y stop desahucios en aquel intenso ciclo de protesta.
Pero también hubo muchos otros, la mayoría, que daban el sorpasso desde casa, sin salir a la calle, solo viendo el telediario o la tertulia política y maldiciendo entre dientes. Gente que se sentía engañada, estafada, e iba perdiendo la confianza en los partidos tradicionales y en las instituciones. Gente sorpassada por la corrupción, la desigualdad, los recortes, la falta de expectativas y la descomposición generalizada del sistema post-Transición. Gente con ganas de pegar un buen sorpasso en la mesa.
Algunos todavía iban a votar, y acababan eligiendo partidos a los que en realidad ya hacía tiempo que habían sorpassado, pero los votaban por no encontrar una papeleta sorpassante. De ahí el éxito fulgurante de Podemos: era lo que muchos esperaban, la posibilidad de hacer realidad las ganas locas de pegarle un sorpasso en los morros a los partidos de la crisis.
Ante esa ruptura, no hay campaña del miedo que valga. Ante esa desconexión, poco pueden ofrecer PP y PSOE, que casi deberían darse con un canto en los dientes por seguir manteniendo tanto apoyo después de todo lo que ha caído y cae, pues entre sus votantes hay muchos que ya les dieron el sorpasso aunque todavía cojan su papeleta.
La pregunta no es por tanto si habrá sorpasso, sino cuándo. Si caerá ya el 26J o será en las siguientes elecciones. Y hasta si lo protagonizará Unidos Podemos, o acabarán ellos mismos sorpassados a poco que se descuiden.