Años, años y años de experiencia en cargos importantes dan a los políticos una pátina que los votantes suelen reconocer. Según la versión de 'lo que no te mata te hace más fuerte' que aparece en ese tratado de la política española en forma de película que es 'Conan, el bárbaro', eso hace que los políticos que resisten tengan a su alcance cosas que a los noveles les resultaba muy difícil de conseguir: autoridad interna, tranquilidad en momentos de zozobra, o habilidad para saber cómo reaccionará el rival.
Rubalcaba ha acumulado un amplísimo bagaje al respecto hasta el punto de confundir sus planes con la realidad. El hecho de que la realidad tenga un aspecto tenebroso para su partido es quizá comprensible, pero no una disculpa.
La jugada del último minuto le fue muy útil en mayo de 2011 cuando Carme Chacón renunció a competir contra él en las primarias que se iban a celebrar pero que nunca se celebraron. Sólo un mes antes, todos lo tenían claro: “El PSOE da por seguro que Chacón y Rubalcaba irán a las primarias”. Muy pronto, Chacón supo en qué consistía el Método Rubalcaba y sólo pudo ofrecer al final la imagen de la derrota. Por lo visto, no era suficiente con que tuviera que resignarse a las presiones. Tuvieron que sentarla al lado de su verdugo para que la humillación fuera más evidente.
Ahora Rubalcaba lo ha vuelto a hacer, aunque esta vez parece que el papel de ejecutor hay que asignarlo a alguien que está más al sur. Otro proceso de primarias que parecía seguro vuelve a quedar congelado, no cancelado de forma definitiva, pero sí con un interrogante que sólo los ilusos creen que se despejará en sentido positivo. El PSOE ha decidido cambiar sus planes a causa de la derrota en las elecciones europeas y convocar un congreso extraordinario en julio. Las primarias de noviembre quedan inmersas en una especie de limbo que dependerá del resultado del congreso.
Las primarias no son ninguna pócima milagrosa que revertirá la pendiente por la que cae el PSOE. No ayudarán a recobrar la credibilidad perdida desde 2010. No ofrecerán un triunfador al que la gente no relacionará con los años perdidos de Rubalcaba. Pero es el único instrumento a su alcance para intentar revertir una situación que, ahora sí, empieza a cobrar un carácter desesperado.
Al menos, el vencedor de esas primarias será alguien que en su primera encuesta del CIS no recibirá un 90% entre los que tienen poca o ninguna confianza en él, como le ocurría a Rubalcaba.
Tras el resultado de las europeas, el concepto de suelo electoral del PSOE ya es una quimera. A pesar de una campaña de la que Valenciano y Rubalcaba dijeron estar muy satisfechos y que contó con la imprevista colaboración de Cañete, el partido sigue cayendo y cayendo y cayendo.
En la última intriga, aún no sabemos con total seguridad si Rubalcaba vuelve a jugar el papel de cardenal Richelieu o si es sólo uno de los mosqueteros de la nueva reina. ¿Es todo una jugada con la que Susana Díaz impondrá el poder del PSOE andaluz para favorecer la elección de alguien que sirva a sus intereses? ¿Alguien que controle el partido hasta que se celebren elecciones anticipadas en Andalucía en otoño que le den a ella el aval directo en las urnas que certifique que puede aspirar a algo más alto?
Lo que es indudable es que el PSOE ha cambiado sus prioridades. Ya no se pone en manos de la sociedad para que en unas primarias abiertas elija a su próximo líder, y que Dios y Pablo Iglesias (el que está muerto, no el de Podemos) repartan suerte. Se coloca en una situación en la que el aparato tiene todas las cartas en su mano para poner en práctica sus deseos, sean los que sean. Habrá un nuevo secretario general, y ya veremos quién se atreve a ir contra él en unas primarias y si el más distinguido de los valientes no recibe el mismo tratamiento que sufrió Chacón en 2011.
Las comparaciones del PSOE con el Pasok siempre han sido entre cómicas e interesadas. Han sido muy habituales entre gente de IU, que igual ahora están pensando si no les pasará lo mismo a ellos con la irrupción espectacular de Podemos. Vivimos tiempos impredecibles en política, y los que se quedan sentados esperando a ver pasar el cadáver de su rival lo mismo acaban siendo testigos de su propio funeral.
En cualquier caso, para todo hay clases. Es muy difícil acercarse a la marca del Pasok, que perdió 30 puntos en las urnas en tres años. Por alguna razón, el PSOE parece empeñado en igualar ese récord, aunque necesite un poco más de tiempo. Los votantes tendrán que reconocer que tal esfuerzo no puede quedar sin recompensa.