El sujeto político revolucionario es una niña trans
Anda la izquierda pospacto de investidura en uno de esos debates incomprensibles para el ciudadano común y que sobre todo se da en las redes sociales, en artículos como este y en alguna conferencia y que se resume en acotar el sujeto político del feminismo, y claro, al mundo marxista no hay nada que le ponga más que definir los sujetos políticos del marxismo. No perturbaré a quien se sienta perdido con cuál es la disputa teórica porque aunque siempre existen esas discusiones, y no pasa nada, la izquierda se construye debatiendo, pensando y reflexionando. No se trata de eso. Se trata de hombres y, ahora mujeres, con miedo a perder su posición de poder. Aunque a veces sea simplemente una posición de influencia. Y eso sí es un problema, porque si la izquierda se construye pensando, se destruye con luchas de poder egoístas que buscan machacar al adversario, a veces inventado. En la que está enfrascada la izquierda en la actualidad con la excusa del feminismo y la Teoría queer es una de ellas que además es parasitada por los machos alfas del marxismo tuitero haciéndose pasar por aliados para hablar de su hidra de Lerna que es el posmodernismo.
Sé de marxismo lo justo para que sea mi guía, sé de feminismo lo justo para identificar a quienes dicen saber y han leído a tres influencers en una habitación propia. Pero de lo que sé mucho porque he realizado mi labor profesional analizando e identificado ese proceso es de luchas de poder maquilladas de discusiones teóricas y estratégicas. Hay todavía quien cree que el problema entre Íñigo Errejón y Pablo Iglesias era de estrategia en los pactos o de transversalidad o radicalidad y no única y exclusivamente dirimir quién mandaba. Suerte en vuestra vida.
El mayor problema de la izquierda contemporánea en España es utilizar debates teóricos como excusa para dirimir disputas de poder. No existe una disputa en España entre el feminismo radical y los exponentes de lo queer derivada de un proyecto de ley de Podemos de 2017 que incluye el tercer género. No es verdad. Existe una rama del feminismo que tenía la exclusividad académica y política vinculada al PSOE y que durante las negociaciones fallidas vio ese poder en entredicho. Desde entonces azuza un debate que estaba en los círculos de discusión feminista de manera honesta y sana para iniciar una guerra descarnada por recuperar esa hegemonía que las feministas de Podemos están poniendo en cuestión. Para que nos entendamos, Carmen Calvo llevó mal perder Igualdad y mandó a sus huestes a recuperarla. Amelia Valcárcel, Laura Freixas, Alicia Miyares y demás. Lo llamativo de esta disputa iniciada en la Escuela de Pensamiento Rosario Acuña es que los garantes del marxismo auténtico asumieron los postulados del PSOE clásico para convertirse en sumisos a su posición política. Lo radical en términos marxistas son los intereses espurios de una sección del PSOE. Atiende. Pero no descartemos que sean solo unos tontos útiles que no lo saben.
No tengo una opinión formada concluyente sobre la Teoría queer al ser una corriente bastante compleja. Con lo poco que sé de este pensamiento académico, no creo que sea una solución política real para diversos colectivos aún despreciados. Pero mi opinión sobre un tema que conozco por unas pocas lecturas no importa demasiado. La mayoría de quienes dicen que es el mayor peligro para el feminismo demuestran saber poco de ella hablando con un supuesto conocimiento que la razón no les otorga. No defiendo la Teoría queer, pero estoy a favor de la despatologización de quien padece disforia de género y a favor de que una persona trans se autodetermine. Es una aberración asimilar la transexualidad a la pedofilia, y además estoy en contra de la gestación subrogada y a favor de la abolición de la prostitución. Pues bien, todo esto es incompatible con las posiciones estancas que se han querido transmitir en el falso debate teórico. Basta con que te horrorice la campaña de desprecio al colectivo trans para que seas ubicado en defensor de la teoría queer y acabes siendo un putero y proxeneta. Esta es la verdadera degeneración. La argumental. La que se ancla sobre falacias. Para saber eso no es necesario ser Engels ni Dworkin, simplemente tener pensamiento crítico para identificar a esos personajes que hacen de la deshonestidad intelectual su medio de supervivencia e influencia.
Se trata de ver cuestionada la posición de poder. El privilegio, y este puede ser absoluto o en comparación con alguien. El feminismo siempre ha sido el ogro de los marxistas reaccionarios de nuestro tiempo, que tienen idealizado el sujeto político revolucionario y se niegan a que se lo cambien. Siempre han considerado las exigencias feministas una atomización de la única y verdadera identidad que debe guiar el cambio, la clase. La clase trabajadora como ente idealizado. Un mal que ha sido asumido por un sector del feminismo para considerar la mujer como sujeto político inamovible y que ve en otras identidades un elemento que desvía las auténticas reivindicaciones feministas. Marxistas que veían en el feminismo una amenaza y feministas que ven en las transexuales una amenaza. Se vive siempre mejor mirando desde arriba a algún colectivo. Tutelándole.
El marxismo no es un objeto de adoración que poner en una vitrina. Es una herramienta de comprensión del mundo para su transformación. Manuel Sacristán decía en sus aforismos en los años 80: “Wolfgang Harich […] ha llamado la atención (con otras palabras) sobre la revisión necesaria de la concepción del sujeto revolucionario. Lo que aquí se ha presentado como cambio de una dialéctica formal de la pura negatividad por una dialéctica empírica que incluya consideraciones de positividad es para Harich una feminización del sujeto revolucionario y de la misma idea de sociedad justa. Creo que lleva razón, porque los valores de la positividad, de la continuidad nutricia, de la mesura y el equilibrio -la piedad- son en nuestra tradición cultura principalmente femenina”.
Si de verdad el marxismo es tu guía no intentas modular el sujeto político revolucionario, simplemente trabajas con el que tu época te ha dado. No existe ninguna posibilidad radicalmente transformadora en el obrerismo actual, aquel sujeto político está mitificado y no se corresponde con su capacidad performativa en la actualidad. El ecosocialismo y el feminismo, y no el transexcluyente, sino el que se abraza junto a las trans en una pancarta, es el movimiento conjunto que tiene capacidad disruptora en 2020 para dar solución a los problemas de la clase trabajadora. Asúmanlo o échense a un lado, el sujeto político revolucionario de nuestros días es Greta Thunberg entrelazando los brazos con una adolescente feminista y una trans de 10 años. Un marxista se pondría detrás.
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