Uno de los hombres fuertes del franquismo justificando las decenas de miles de asesinatos cometidos por la dictadura. Un medio de comunicación nacional dándole el altavoz para humillar a las víctimas y lanzar una sarta de datos falsos sin hacerle una miserable repregunta. Una importante dirigente del partido democrático que gobierna España aplaudiendo públicamente a este apologeta del genocidio ideológico y del fascismo…
Es cierto que ya nada nos sorprende en una España en la que el mismísimo presidente del Gobierno se niega a calificar de dictadura… a la dictadura de Franco. Sin embargo, la entrevista que este sábado publicaba El Mundo con el exvicepresidente franquista Fernando Suárez supone un nuevo salto cualitativo en el blanqueamiento del franquismo y de sus crímenes al que estamos asistiendo durante estos últimos años.
La primera pregunta que deberíamos hacernos es si en un país normal podría ocurrir esto. La respuesta es “no”. En Alemania a ningún medio, salvo que sus periodistas lucieran esvásticas en sus chalecos, se le ocurriría ceder sus páginas para que un antiguo dirigente del Reich se dedicara a defender al “tío Adolf” y a justificar su afición por reunir a disidentes y diferentes en el interior de salas precintadas y perfumadas con Zyklon B. Realmente en Alemania o en Italia ni siquiera habría sido posible plantearse tal opción porque ese exdirigente habría purgado sus penas en una prisión y concitaría el rechazo unánime de la sociedad hasta el fin de sus días.
Aquí somos tan diferentes que tuvo que ser una jueza argentina, María Servini, la que dictó en 2014 una orden de detención internacional contra Fernando Suárez (léase El Entrevistado) por su responsabilidad directa en los últimos fusilamientos perpetrados durante la dictadura. Aquí somos tan diferentes que no solo enterramos en una papelera esa orden, sino que no permitimos a la magistrada interrogar ni a este ni a otros angelitos de la dictadura como el célebre Billy el Niño.
En un país normal no sería necesario contestar a las falsedades lanzadas este sábado por Suárez; bastaría recordar que su carrera profesional y política la desarrolló en el seno del “Movimiento Nacional” y que la culminó como ministro de Trabajo y Vicepresidente del último Gobierno de Franco. Estaría todo dicho. Aquí, sin embargo no tenemos otro remedio que contestar con datos a este nuevo intento de limpiar la sangre que inundó España durante la dictadura.
1.- Es falso que la represión franquista se produjera “cuando el ejército de Franco llegó a pueblos en los que habían matado al párroco y a 10 o 12 familias conocidas”; y es un insulto a las víctimas que añada “¿qué iban a hacer? ¿Felicitar a los asesinos?”. La represión y el genocidio ideológico no fue una respuesta, sino una estrategia decidida antes de iniciarse la sublevación. Lo dijeron los propios golpistas en numerosas ocasiones. Baste como ejemplo recordar lo dicho por el cabecilla de la sublevación, Emilio Mola, a finales de julio de 1936: “Hay que sembrar el terror… hay que dar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros. Nada de cobardías. Si vacilamos un momento y no procedemos con la máxima energía, no ganamos la partida”. Tanto fue así que en las zonas que cayeron inmediatamente en manos de los sublevados y en las que, por tanto, no había nada de qué vengarse, hubo la misma represión o más que en el resto. En Canarias los franquistas asesinaron a un mínimo de 2.600 personas, en Galicia a más de 4.000 y en Navarra a 3.280… En ninguna de las tres regiones se había producido ninguna víctima entre el clero o las derechas. Necesitaría 150.000 artículos como este para aportar todos los datos y, sobre todo, para hablar de cada uno de los 150.000 hombres y mujeres: militares, políticos, sindicalistas, maestros, intelectuales, obreros, campesinos… que fueron asesinados exclusivamente por sus ideas y por defender la legalidad constitucional.
2.- Comparar a Franco con Hitler no es negar ninguna evidencia. El franquismo y el nazismo fueron dos expresiones del fascismo europeo hasta que Hitler perdió la guerra. Es cierto que en los momentos previos a la derrota del Reich, temiendo que el Führer le arrastrara con él en su ya segura caída, Franco intentó desvincularse de la cruz gamada para ganarse el favor de los Aliados. Sin embargo entre 1936 y 1944 ambos regímenes fueron aliados en las dos guerras y cómplices en sus crímenes. Franco y Hitler combatieron juntos y mataron juntos. No es un invento de la izquierda el papel decisivo de la ayuda militar alemana e italiana en la derrota de la República. No es un invento el suministro de materias primas españolas al Reich durante la II Guerra Mundial y de las decenas de miles de “voluntarios” de la División Azul. No es un invento los acuerdos suscritos entre la Gestapo y la policía franquista para intercambiar información y prisioneros. No es un invento la extradición a España por parte de Alemania de republicanos refugiados en Francia. No es un invento la deportación y el exterminio en campos de concentración nazis de casi 10.000 españoles y españolas por un acuerdo entre Madrid y Berlín. No son un invento las esvásticas que decoraron las calles de las ciudades españolas entre 1936 y 1944. No es un invento.
3- Es falso que se haya demostrado documentalmente que el Frente Popular ganara fraudulentamente las elecciones de 1936. La obra a la que alude Suárez está realizada por dos investigadores revisionistas, imitadores del tristemente célebre Pío Moa, y ya ha sido rebatida, entre otros, por historiadores de la talla de Ángel Viñas, Francisco Espinosa o José Luis Martín Ramos. Suárez, tal y como hicieron los autores a los que cita, se limitan a mantener tal cual la tesis que se inventó el franquismo en 1939 para intentar justificar su sublevación contra el Gobierno legítimo elegido en las urnas. Podríamos añadir, además, que los golpistas llevaban desde el 14 de abril de 1931 conspirando contra la República y ya realizaron intentonas como la de 1932 sin que se hubiera producido ningún “fraude electoral”. La falsa excusa recuerda a otra que suele manejar el franquismo: el asesinato de Calvo Sotelo; un argumento al que cada vez acuden con menos frecuencia porque ya quedó sobradamente demostrado que la sublevación se organizó mucho antes de la muerte del político conservador.
4.- Suárez acusa a la izquierda de “sectaria” y de “reescribir la Historia” cuando es precisamente, todo lo contrario. Lo que intentan los movimientos memorialistas y los historiadores a secas (es decir, los no revisionistas) es escribir la Historia tal y como sucedió, no como nos lo contó el franquismo.
Reitero: nada de esto y mucho menos este artículo debería ser necesario en una nación normal. Sin embargo estamos en un país en el que la reacción del Gobierno ha sido aplaudir públicamente, a través de su delegada en Madrid, la apología del asesinato, la dictadura y la mentira realizada por este dirigente franquista. El hecho de que Mariano Rajoy no haya cesado a Concepción Dancausa, un minuto después de publicar su vergonzoso tuit, demuestra que nuestro presidente desearía poder reflexionar de cuando en cuando en la cripta del Valle de los Caídos.
Solo me queda esperar y desear, muy sinceramente, que Felipe VI no haya asentido al leer cómo Fernando Suárez le aconsejaba consolidar su reinado no permitiendo que se deslegitime el franquismo. “Franco fue el propulsor de la Monarquía —esta quizás es una de las pocas verdades que dice el dirigente ultraderechista en la entrevista—. Si se convierte a Franco en una figura comparable a la de esos grandes dictadores sanguinarios de la humanidad, se le da una connotación a la Corona que la pone en riesgo”. Majestad, por favor, dígame que no comparte la tesis de Suárez.