Un tercio de los españoles no entienden lo que leen
Lo contaba esta semana el Telediario de TVE y quedó seguramente oculto entre el ruido: uno de cada tres españoles tiene dificultades para entender un texto largo. El dato lo aportaba el que, para simplificar, se ha dado en llamar informe PISA para adultos. En realidad, una evaluación internacional de las capacidades de personas entre 16 y 65 años para resolver “situaciones dinámicas” en entornos complejos, o su nivel en conocimientos importantes como matemáticas y comprensión lectora, esa habilidad que capacita para, precisamente, entender lo que se lee. Su finalidad última, no se explica otra función de leer que no sea enterarse de lo que pone en el texto.
Personalmente el estudio me ha parecido clarificador porque explica muchos hechos del momento actual. No es una encuesta más. El de los estudiantes lo realiza la OCDE regularmente cada tres años para orientar a los gobiernos y autoridades educativas. El de los adultos también lo lleva a cabo la OCDE (con la UE en este caso) y lo llaman Evaluación Internacional de las Competencias de los Adultos (PIAAC). Su ciclo es de diez años y es la segunda vez que se realiza. Han participado 245.000 personas de 31 países desarrollados. El de menor renta es Chile.
Finlandia, Japón, Países Bajos, Noruega y Suecia destacan en todas las áreas, y una proporción significativa de su población adulta demuestra capacidades avanzadas. Pero en general todos bajan, y el promedio de los países de la OCDE indica que el 18% de los adultos ni siquiera tiene los niveles más básicos de competencia en ninguno de los dominios.
España está 15 puntos por debajo de la media del mundo desarrollado. Solo se sitúan detrás Estados Unidos, Israel, Lituania, Italia, Polonia, Portugal y Chile. Los hombres tienen mejores resultados en matemáticas y las mujeres en lectura, pero en 10 años las mujeres españolas han escalado siete puntos de mejora también en matemáticas.
Tradicionalmente, fuera de encuestas, los españoles, aunque se asociaban a una menor preparación, sí eran elogiados por tener grandes habilidades para enfrentar con soluciones creativas los problemas. Este punto es la primera vez que se evalúa y también salimos mal parados. Solo lo hacen peor Italia y Corea (Figura 1). Este apartado del estudio no lo recoge ningún medio español que haya encontrado.
Atención a este otro apartado. Las competencias de la población merman con la edad salvo en España, donde el grupo de los mayores (55 a 65) obtiene la menor diferencia con el más joven de la mayoría de los países evaluados. Además de en España, ocurre también en Suecia, Finlandia y Dinamarca. Las conclusiones se las dejo a ustedes.
La educación, destaca el estudio, puede reducir las desigualdades en la sociedad, pero también puede perpetuarlas, ya que las disparidades en los logros educativos tienden a persistir a lo largo de las generaciones. Curiosamente otro estudio de la OCDE en 2021 –este se llamaba 'Learning for Life'– resaltó que los jóvenes españoles tampoco andan muy listos en comprensión lectora y que además no mejoran con los años. Anotaron que pasan de los 15 a los 27 años con el mismo rendimiento en comprensión lectora. Los más mayores sacaban mejor nota en el de adultos.
Es sólo y nada menos que la base, la raíz; los resultados los vemos en el desprecio incluso a la ciencia. Los ataques que están sufriendo los científicos, las científicas sobre todo, por las hordas de negacionistas; machistas, además. Millones de idiotas se vieron empoderados al saltar a las redes sociales a opinar e insultar a todo cuanto no entienden, ni tienen el menor interés en entender. Vivimos tiempos de duda en las certezas y de fe absoluta en la primera idea sin base que salta al vuelo.
El Telediario de ese mismo día colocó, por casualidad, otra noticia en la que refería que España es uno de los países del mundo con mayor número de bares, uno por cada 300 personas.
Hay habilidades que dependen del interés que se ponga en aprenderlas y ejercitarlas. No solo son innatas. Si no comprenden lo que leen, si se guían por lo que oyen –que supone menos esfuerzo que leer– en informativos presuntos o rigurosos, si además en parte o en todo les están mintiendo, se explicaría mejor lo que ocurre. Porque ni ellos ni seguramente sus ídolos tienen un mensaje estructurado y basado en hechos. Los bulos que se traga gran parte de la población son el mejor reflejo de esta preocupante evidencia. Relacionar hechos con consecuencias es de 1º de lógica.
Que siga en su puesto de presidente de la Comunidad Valenciana tras su escandaloso papel en la DANA y con su sprint de repartir obras de reconstrucción entre viejos conocidos de la corrupción local o que suba en apoyo electoral Vox, cuando acaba de votar en contra de las ayudas a los valencianos por la Dana, resulta inexplicable desde el punto de vista racional.
Tampoco se comprende a ese nivel que, como comentamos en otro artículo, el gran trampolín de Ayuso fuera la pandemia con sus políticas de viva las terrazas y sálvese el que pueda... salvo 7.291 ancianos de las residencias que daban menos trabajo recluidos con su enfermedad hasta morir. Porque pasó del peor resultado del PP en Madrid en toda su historia ( 719.852 votos ) a doblarlos con creces y obtener mayoría absoluta en 2021. O que millones de argentinos hayan votado a Milei y le mantegan el apoyo un año después tantos de ellos pese a lo que ven. O a Trump con todo cuanto va a hacer en contra de la mayoría.
Lamentablemente, se constatan en grandes capas de la población carencias que, en muchos casos, se acercan al llamado analfabetismo funcional. Este viernes que se ha celebrado la Conferencia de Presidentes en los cauces que se esperaban, con las salidas de pata de banco y afanes de protagonismo, con la proclamación habitual del Estado independiente de Madrid volvemos a constatar que muchos votantes no saben las competencias que votan cuando acuden a las urnas.
Un dato solo como ejemplo: La Comunidad de Madrid continuará siendo la que menos invierta en sanidad por habitante en 2025: 1.482,25 euros anuales. La media de la UE se sitúa en los 2.558 euros por habitante, muy por encima de la española en su conjunto que será de 1.944 euros. Asturias es la que más se acerca a Europa: 2.422,28 euros.
Algo debe haber fuera de la lógica –y dentro plenamente de la desinformación– para que tantos ciudadanos escuchen y no cuestionen a los Luis y Luisas Candelas de la corrupción cuando salen en la tele como marías inmaculadas a acusar a otros de los latrocinios que ellos practican con inigualable maestría.
“Sabemos que nos mienten. Saben que nos mienten. Saben que sabemos que nos mienten. Sabemos que saben que sabemos que nos mienten. Y aun así, siguen mintiendo”, decía el disidente soviético Alexander Solzhenitsyn, Premio Nobel de Literatura en 1970.
Es que se trata de saber, no de creer. Hay quizás demasiado ruido y no se le ve un remedio, rápido al menos. Un desasne masivo de grandes sectores que lo necesitan no parece muy viable. Se precisarían dosis intensivas de educación, de criterio y tolerancia, silencio, calma, leer y entender. Hablar, compartir. Seguir avanzando en lo contrario conduce al abismo. Los mensajes e insultos de la derecha extrema son en extremo simples, muy fáciles de entender, hasta una mosca de la fruta lo haría sin recurrir ni a su madre, pero ese camino conduce a la burricie, a devastar la razón. El fin inverso al progreso de todos.
Que mejor que el embrutecimiento es aprender con García Márquez por qué cuando le miraste tus huesos se llenaron de espuma. O, con Albert Camus, que en las profundidades del invierno finalmente se aprende que, dentro uno mismo, hay un verano invencible. O con Gil de Biedma, que de todas las historias de la Historia la más triste sin duda es la de España, porque termina mal. Como si el hombre, harto ya de luchar con sus demonios, se entregara a ellos. O que siempre hay un Mario Benedetti para defender la alegría como una trinchera, defenderla del escándalo y la rutina, de la miseria y los miserables.
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