Todas las partidas de gasto han sido recortadas desde 2010 excepto pensiones y deuda pública

Eduardo Garzón Espinosa

Miembro de la Fundación Europa de los Ciudadanos (Izquierda Unida) —

A pesar de que todos los ciudadanos españoles hemos notado en mayor o menor medida las políticas de austeridad (fundamentalmente recortes de gasto público e incremento de impuestos) que comenzaron a aplicarse en mayo de 2010, muchos economistas autodenominados “liberales” sostienen que en España no ha habido austeridad. ¿Cómo es posible que digan esto cuando se ha recortado claramente en sueldos de empleados públicos, en educación, en sanidad, en pensiones, en dependencia, etc? El argumento que suelen utilizar es que el gasto público español, en vez de reducirse, se ha incrementado durante la crisis económica. Otro argumento muy recurrente es que el déficit público sigue siendo muy elevado. Veamos cuánto de cierto hay en ello.

En primer lugar hemos de diferenciar dos periodos de recesión posteriores a la irrupción de la crisis de 2008, separados por una débil mejora de los indicadores económicos (los llamados en su día “brotes verdes”): el que comprende los años 2008 y 2010, y el que va desde el 2010 hasta el 2014 incluido. La primera recesión está caracterizada por un colapso de la economía que fue combatido con incremento del gasto público (fundamentalmente en forma de inversiones públicas, creación directa de empleo y prestaciones por desempleo). La segunda recesión se caracteriza por la aplicación de políticas de austeridad (recortes de gasto, aumento de impuestos, reformas laborales agresivas para el trabajador, rescates bancarios, etc). El punto de inflexión fue mayo del 2010, cuando el gobierno del PSOE se rindió a las exigencias de la Unión Europea y comenzó a aplicar los primeros recortes brutales de toda la historia de la democracia española.

Merece la pena destacar que en la primera recesión la economía se contrajo un 3,6%, mientras que en la segunda lo hizo bastante más: un 5%. La destrucción de empleo en el primer periodo fue de un 9,3%; en el segundo de un 9,9%. Es decir, la crisis auto infringida por los gobernantes españoles y europeos a partir del año 2010 fue más intensa y más prolongada que la crisis sistémica originada en el año 2008. En consecuencia, podemos deducir que si las políticas de austeridad no hubiesen tenido lugar, la recesión económica y la explosión de desempleo no habrían sido tan intensas.

Ahora veamos la evolución del gasto y del ingreso público en ambos periodos utilizando el gráfico adjunto. En el primer periodo (2008-2010) el gasto siguió prácticamente la misma senda que había mantenido durante los años de crecimiento económico. La línea que se desvió de su camino fue la de los ingresos públicos, que cayeron abruptamente, provocando el consecuente déficit público. Es importante resaltar que la aparición del déficit público no se debió al aumento del gasto público, sino a la caída de los ingresos. De hecho, si el sector público español hubiese estado recaudando la misma proporción de impuestos que el promedio de sus vecinos, el déficit público registrado hubiese sido minúsculo, del orden del 1% del PIB (¡en vez del 11% que se alcanzó realmente en el año 2009!).

En el segundo periodo (2010-2014), los iniciales y brutales recortes de gasto redujeron sólo levemente el gasto público total en los primeros años (en 2012 se volvió a incrementar debido al rescate del sector financiero), para caer notablemente en 2013 y 2014 con la aplicación de recortes todavía más drásticos por parte del gobierno del PP. Por su parte, los ingresos apenas se incrementaron a pesar de los más de 30 incrementos de impuestos aprobados por Rajoy (IVA, IRPF, IS, tasas, IBI, tabaco, alcohol, carburantes, etc), puesto que aumentar impuestos a las capas medias y bajas en mitad de una recesión sólo logra intensificar el efecto recesivo. A pesar de esa enorme caída del gasto, si España tuviese una recaudación equiparada a la presión media europea, en 2014 hubiese registrado un superávit del 3% del PIB (en vez de un déficit del 5,8%).

Pero a pesar de todo, el gasto público total no cayó tanto como podríamos haber imaginado. ¿Por qué? Por lo siguiente: si desglosamos para el segundo periodo el gasto público por partidas observamos que sólo dos aumentan, pero una de ellas lo hace de forma sobresaliente: el pago de intereses de deuda pública.

La otra partida de gasto que aumenta en el periodo son las pensiones de jubilación, y no porque los gobiernos del PSOE y PP incrementaran la cuantía de las pensiones, sino porque aumentó notablemente el número de jubilados (por llegar a la edad de jubilación y por jubilaciones anticipadas). El resto de partidas desciende, y algunas de forma muy considerable, como la destinada a vivienda y servicios comunitarios.

Evolución porcentual de las partidas de gasto entre 2009 y 2013

Es decir, que el gasto público total no se redujese mucho a pesar de los salvajes recortes se explica fundamentalmente porque el gasto en deuda pública se incrementó de forma sobresaliente y porque la propia dinámica de la población y del mercado laboral ha incrementado los gastos en pensiones de jubilación, y no porque los gobiernos no hayan recortado mucho como dicen determinados economistas. Ello ha suavizado el efecto del recorte en el gasto público total, dando la sensación de que el mismo no ha caído tanto. Pero la realidad es que la inmensa mayoría de las partidas presupuestarias que sostienen el Estado del Bienestar han sido recortadas fuertemente en relación al nivel que tenían en 2009.