Nos toman por tontos
Los líderes políticos españoles llevan dando vueltas en la misma rotonda desde hace cuatro años sin que nadie encuentre una salida y nos tienen atrapados a todos los demás en este tiovivo infernal.
No nos engañemos: los políticos siempre han jugado con las palabras y siempre han pensado que a los ciudadanos es mejor no decirles toda la verdad. Eso no es cosa de la nueva política; ahora bien, lo de estas últimas semanas está superando todos los límites.
Vivimos en el bloqueo permanente y lo peor es que nos toman por tontos. Ciudadanos queriendo los votos de la ultraderecha pero sin que se note; el PSOE de Sánchez calificando ahora de honorables a los socialistas a los que llamaban traidores hace tres años por abstenerse ante Rajoy; Casado olvidándose de que dijo que no impediría un gobierno del PSOE si se daban las circunstancias que ahora tenemos; Podemos intentando darle un barniz de dignidad herida a una estrategia legítima pero que pasa pura y simplemente por conseguir ministerios, porque creen que se juegan su futuro; y Vox, a lo suyo, soltando su veneno político contra los colectivos más desprotegidos.
Pasan las semanas y nadie hace su trabajo. Sánchez e Iglesias se han reunido cinco veces y realmente no se han movido ni un milímetro de sus posiciones. Todo lo que dicen o hacen estos días es para ganar el relato. Los dos han ido tan lejos en sus planteamientos: el líder del PSOE diciendo que no puede dirigir un cogobierno y el dirigente de Podemos jugándoselo todo a entrar en el Ejecutivo que para evitar unas nuevas elecciones, uno de los dos tendría que tragarse un sapo enorme y enterrar su ya escasa credibilidad.
Por la derecha, el sainete también es bochornoso. Ver al PP y a Ciudadanos pendientes de la última ocurrencia de Rocío Monasterio o Espinosa de los Monteros es vergonzoso. Casado y Rivera han aceptado entrar en el juego con los ultras y esa sombra les va a perseguir toda la legislatura.
Ciudadanos está viviendo bajo una tormenta perfecta y tiene que ser consciente de que sus decisiones políticas, como la de apoyarse en Vox, tienen consecuencias. El boicot que sufrió en la manifestación del Orgullo fue lamentable y condenable y no me hacen falta informes policiales porque estaba al lado, pero su reacción es siempre tan exagerada y desaforada que muchas veces pierde la razón. Si por Rivera o Arrimadas fuera, estaríamos viviendo permanentemente en el día de la infamia y, por suerte, los ciudadanos están muy por encima del nivel medio de nuestros políticos.