Tres semanas de globo

18 de mayo de 2024 22:51 h

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Cualquier cosa que un hombre pueda imaginar, otro hombre la puede hacer realidad

En la novela inaugural de sus Viajes Extraordinarios, Jules Verne propone una aventura aérea para desentrañar los misterios de un continente entonces desconocido; Cinco semanas en globo obtuvo el triunfo esperado y catapultó su carrera. Vengo a proponerles hoy que suban conmigo al aire para intentar desembrollar los misterios que pueden traernos las próximas tres semanas en las que con seguridad pueden suceder muchas cosas. Siguiendo la cita de Verne deberíamos concluir que lo que yo soy capaz de imaginar, otros hombres pueden hacerlo realidad. Para esta aventura extraordinaria sólo es preciso una mente abierta, buscar las briznas de realidad en todos los discursos, incluso en aquellos que procedan de los medios más fachosféricos, porque nadie tiene el monopolio de la mentira absoluta y porque las mejores mentiras se construyen sobre columnas de verdad, sólo hay que saber hallarla.

Nadie cree que Illa no vaya a ser MHP de la Generalitat. No lo cree ni el PP, digan lo que digan en público. Saben que Illa gobernará o habrá elecciones. Ustedes y yo sabemos que Illa gobernará o habrá elecciones. Puigdemont sabe que Illa será president o se repetirán los comicios. No le demos más vueltas. Eso no significa que para Sánchez haber logrado “matar” electoralmente a ERC, a Podemos, a Sumar no acarree problemas y que intentar rematar a Puigdemont, no le complique del todo la legislatura.

Un buen resultado electoral en las europeas dejaría al líder socialista firmemente aposentado, olvidadas sus derrotas electorales, pero no le evitaría los problemas internos de su gobierno y la imposibilidad de legislar o sacar adelante unos presupuestos. Así que habiendo logrado la proeza de debilitar a todos sus socios se encontraría presidiendo un gobierno que incluye a una vicepresidenta que no logra levantar el vuelo en las urnas para apoyarle y una ministra que ni siquiera ha sido elegida líder en las primarias de su partido, pero que le dan una guerra tremenda tirándole de la manga de la chaqueta para llevarle incluso a sitios a los que él no desearía ir. Luego se le viene encima lo del Parlamento y es que, por mucho que hayan hincado el pico socios que le son imprescindibles, en Madrid siguen manteniendo la misma fuerza: siete diputados Junts y siete ERC. Compremos incluso que ERC decide caer en la irrelevancia continuando de bastón de los socialistas, ¿alguien cree que Puigdemont va a morir sin intentar matar? No, no es posible actualmente, con su respaldo popular, que los elementos más pragmáticos de su partido se deshagan de él si él no quiere irse. 

No son los únicos líos del presidente. Esta semana comparecerá para explicar cuestiones relativas al desempeño laboral de su esposa y su pretendida colisión con su cargo pero el procedimiento judicial sigue en marcha. Será lawfare pero lo cierto es que sorprendentemente Begoña Gómez se ha personado en una causa a la que la Justicia no le había llamado. Verán que ha designado como abogado a Antonio Camacho, ex fiscal ex ministro de Interior y, por cierto, activo negociador del proyecto de ley de amnistía por parte socialista. Camacho estuvo presente en la testifical que esta semana protagonizaron los periodistas y directores de medios sobre las noticias que habían publicado en torno a Gómez. Resulta que en el proceso español no hay lugar para “turistas” así que todos los que acudieron lo hicieron porque estaban personados. ¿En calidad de qué ha pedido personarse Camacho dado que el juez Peinado no ha dictado ningún auto en el que impute a Begoña Gómez? Como movimiento procesal no parece muy hábil puesto que supone reconocer que eres la parte que sufrirá acusación sin que te hayan acusado. Normalmente los abogados no se personan hasta que sus clientes han sido declarados investigados en un auto y llamados a declarar. Doctores tiene el Derecho, no obstante. Ese lío pues está ahí. Por mucho lawfare que vean no se va a disolver como un azucarillo -¿recuerdan a los catalanes que entraron en prisión mientras clamaban ¡lawfare!?- y la comparecencia y aportación de los testigos bloquea la consideración de que sólo hay una denuncia de recortes; ahora ya hay más, hay documentos que tiene el juez lo que le permitirá tirar adelante.

No es menor tampoco el lío de la Fiscalía. Será lawfare o mala leche corporativa pero lo cierto es que hay un instructor en el TSJM que exige saber quién dio la orden de enviar la nota de prensa en la que se incluía una frase textual del abogado del novio de Ayuso -otro preclaro procesal- en la que reconocía la comisión de dos delitos fiscales: no hará falta mucho puesto que el propio Álvaro García se ha declarado públicamente responsable en último término. No me quiero ni imaginar que el instructor tire para arriba, lo envíe a la Sala II y esta ¿impute al fiscal general del Estado? ?¿Se imaginan un fiscal general del Estado imputado? Inaudito, inédito, insólito, inconcebible, extravagante pero ahora mismo, si somos realistas, no imposible.

Muchos líos, demasiados. Muchas hipotecas y complicaciones, demasiadas. Que no cunda el pánico porque aunque lo haya negado -también negó otras cosas que luego hizo- Pedro Sánchez tiene en sus manos el botón nuclear.

El botón no es otro que la convocatoria de elecciones generales. Eso pondría el marcador a cero para el siguiente tiempo. Podría arrastrar el voto útil y no precisar meter a ninguno de sus apoyos parlamentarios en el gobierno, lo cual le daría una comodidad inmensa con una legislatura completa por delante. El sueño húmedo de Sánchez tiene que ser un gobierno monocolor. Podría conseguir que el peso de Junts disminuyera en Madrid o no fuera decisivo para sacar adelante proyectos, con una mayoría de peso socialista en el Congreso. Incluso, si me apuran, podría cambiar de fiscal general puesto que el actual cesa al cesar el gobierno. Podría asesinar políticamente a Feijoo y ganar el espacio de centro izquierda, ahora que se ha visto que el plan de los indultos y la amnistía no ha salido mal. Incluso podría rematar a Puigdemont convocando antes de aprobar la Ley de Amnistía que decaería con la propia disolución de las Cortes. Y sobre el lío que le han montado con Begoña, puede pensar que reforzado y con cuatro años por delante, las trampas para hacerle tambalear decaerán puesto que, además, podrá gobernar sin interferencias a la izquierda y sin tanta presión independentista. 

Esa es la buena noticia, la existencia del botón nuclear. La mala es que no lo puede pulsar hasta el 29 de mayo. Eso lo sabe él y lo sabe todo el mundo y todo el mundo incluye a Feijoo y a Puigdemont. Tanto en editoriales del mundo independentista como de diarios conservadores he visto apuntar ya al método para congelarle el dedo a Pedro Sánchez y que no pueda pulsarlo y que no sería otro que presentar el mismo día 28 una moción de censura. Los conservadores creen que es viable aunque parece que dudan de los redaños de su líder para dar el paso: es un órdago si le sale mal sería su fin. 

A vista de pájaro se ve que las fechas, los intereses cruzados, las dinámicas marcadas por las distintas elecciones y lo que se avista en el futuro nos ponen delante tres semanas frenéticas en las que podrían pasar muchas cosas. Les recomiendo que no dejen de leer a los periodistas serios de derechas o independentistas, que los hay, porque entre col y col encontrarán las miguitas de Pulgarcito, si es que lo que buscan es hacerse una composición de lugar. Probablemente el reguero que vemos es producto directo de la estrategia pergeñada por el propio Sánchez e iniciada en aquellos cinco días de abril. El relato de la bandera de España en Ferraz y del “Cataluña también quiere a España” puede fácilmente formar parte de ese relato que pretende fagocitar no solo los votos de la izquierda más izquierda pero también más pragmática sino también los del centro izquierda que en su día votó socialista y se retiró después asustado por la dependencia de los independentistas y los comunistas. 

Puede que no les haya gustado el paisaje desde el globo, aunque eso no le quita una pizca de verosimilitud, que es lo importante en toda obra literaria (Coleridge, dixit). Termino, como empecé, citando a Jules Verne: “No hay obstáculos imposibles: hay voluntades más fuertes y más débiles, ¡eso es todo!”