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OPINIÓN | 'Trump ama a Musk', por Elisa Beni

Trump ama a Musk

Combo de fotografías de archivo del expresidente y actual candidato republicano a las elecciones presidenciales de Estados Unidos, Donald Trump (i), y el magnate y propietario de la red social X, Elon Musk. EFE/ Jim Lo Scalzo/Caroline Brehman

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Creo que deberían apoyar a Donald Trump para presidente

Elon Musk

Trump ama a Musk y Musk pide el voto para Trump. Es el colofón que ambos han puesto a una larga charla llena de cuñadeces, bulos, falsedades, ideas infantiles y adulaciones a seres peligrosos e infames. Todo transmitido por X, como Musk manda.

Todo eso lo saben y también la deriva ideológica del de Tesla, si es que alguna vez tuvo ideología, y la huída de Trump en su día a otra red cuando Twitter aún tenía otros propietarios. No es lo más decisivo. Lo que me parece realmente importante es la evidencia de que Elon Musk es el propietario de una red social que usamos masivamente y que tiene la llave del algoritmo que controla qué es visible y qué no, qué contenidos se promocionan y qué ideas se difuminan o se ocultan. No se trata ya solo de que él en persona haya intervenido en la explosión de los disturbios violentos en Reino Unido, “la guerra civil es inevitable”, o de que se haya permitido interpelar directamente al primer ministro para recriminarle o corregirle, se trata de toda la parte subterránea de funcionamiento interno de la red a la que es imposible acceder.

Musk ha decidido intervenir directamente en la política de algunos países, entre ellos Estados Unidos, Venezuela e Italia y es muy posible que no se quede ahí. Sus críticas directas a la Unión Europea y su potencial para influir en elecciones o provocar sucesos violentos o antidemocráticos está presente. Musk quiere llevar al poder a Trump para que su país tenga un líder viril y cabroncete como China o Rusia y, además, no se corta de decirlo. Trump es un serio problema como presidente para todos los países europeos y para la propia UE. Sobre eso no hay prácticamente disenso ni siquiera entre los irreconciliables partidos españoles. Entonces, si Musk es todo eso, ¿no deberíamos considerarlo una especie de enemigo? Entonces si lo es, ¿qué hacemos en casa del enemigo varias horas al día?

Mi primera reflexión tiene que ver con los líderes europeos. Resulta realmente incongruente que Macron o Scholz o el propio Sánchez se comuniquen con sus gobernados a través de la red de este tipo. No tiene sentido que todas las instituciones europeas y de los estados miembros utilicen esa vía para difundir sus informaciones y sus recomendaciones. ¿Nos apostamos algo a que la policía británica y el propio gobierno siguen en X a pesar de la grave actuación de su dueño atizando las revueltas y del grave riesgo que supuso para su ciudadanía y sus instituciones? Esa línea roja contra el fascismo y el populismo, ¿la vamos a establecer a través de un medio controlado sin ninguna transparencia por un populista con tintes poco democráticos? ¿Vamos a intentar mantener una conversación democrática en una red dirigida conscientemente a la desinformación? Aceptar las reglas caprichosas y ocultas de Musk no casa mucho con esa preocupación por los bulos y la regeneración democrática.

Tenemos también a los que le pagan. No sé si habrán reparado en que muchos de los que teníamos la adveración de identidad azul cuando la red se llamaba Twitter, y a los que Musk nos la retiró nada más llegar, nos hemos negado a pagar para obtener la que él ofrece. No se trataba de cambiar exclusividad por democracia, como él ha intentado falsamente hacer creer, sino de que se trataba de una autenticación real de la identidad y la profesión o el cargo. Si eso lo obtiene cualquiera que lo pague, ya no tiene sentido. Así que reconozco que seguimos enganchados a una red que es cada día que pasa más tóxica, más negra, mas muskiana, pero al menos no le subvencionamos la involución. Seguimos ahí, la mayoría, por obligación o necesidad profesional y no porque no añoremos lo que era Twitter hace 15 años y es que hace quince años, más o menos, que empezó a joderse todo.

Los unos por los otros, ahí seguimos. Los periodistas porque están los políticos, los políticos porque están sus votantes, los votantes porque están los políticos, los periodistas, los artistas y todo aquel susceptible de ser insultado. Los medios de comunicación siguen para atraer lectores y clicks en sus informaciones y las informaciones se deforman para lograr los clicks y el público cada vez se informa más en una red que no jerarquiza la información, que no pondera la importancia y en la que una señora quitándose bragas tiene el mismo tratamiento que la ONU diciendo que duda de las elecciones en Venezuela. Miento, es harto probable que la dejabragas tenga mucho más éxito y más visibilidad que Oscar Puente metiéndose con Talgo. Eso por no hablar, a saber por qué me ha venido a la cabeza, del papel que las dinámicas ocultas de un algoritmo que prima toda la mierda sobre los temas importantes está teniendo sobre el comportamiento de nuestros políticos.

¿Qué tiene que pasar para que le demos la espalda? No somos tan libres como creemos. Veo, por supuesto en X, que Rita Maestre ha expresado la misma preocupación que yo les expongo ahora. Es de cajón plantearlo. Aun así afirma haberse abierto cuenta en otra red pero no dejará X porque “es un importante foro de debate” del que no se puede desaparecer. Así, unos por otros. 

Trump ama a Musk y su idilio mece la cuna de X.

No sé si nosotros nos podemos permitir amar X o tan siquiera seguir alimentándolo.

Mejor, lo sé perfectamente. Sé que la respuesta es no pero si ustedes siguen, si ellos siguen, si la conversación pública sigue, ahí seguimos todos como burros amarrados a la puerta de un trágico baile.

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