Año 2016.
Televisión Española, financiada por todos y por todas.
Programa más visto: 'En tu casa o en la mía'. Presupuesto: casi 70.000 euros por programa, de los cuales su presentador, Bertín Osborne, se lleva 10.000 euros cada vez.
Las entrevistas perpetradas por Bertín en este espacio suyo han ido desde Mariló Montero a Iker Casillas, pasando por personajes tan dispares como Adolfo Suárez Illana o Lolita. ¿Qué tienen en común, sin embargo, todos estos programas de TVE, además de lo ostentoso y lo rancio? Pues lo normal hoy en día: el machismo. Porque no podemos catalogarlo ni como neomachismo. El neomachismo es un neologismo que se creó para denominar a la nueva forma que tiene el machismo de actuar, el cual pretende alejarse del -ya no tan socialmente aceptado- mensaje misógino recalcitrante, presente en frases como “vete a fregar” o “mujer tenía que ser”. Pero el programa 'En tu casa o en la mía', emitido en prime time con el dinero de todos y todas, no llega a neomachista, porque no se aleja ni del “vete a fregar” ni de nada que no sea el siglo XXI.
Sólo seis de los veinticinco invitados han sido mujeres (dos de ellas acompañadas de un hombre y cuatro mujeres entrevistadas a solas), y su tiempo han tenido que cederlo a preguntas sobre su pareja o expareja, como fue el caso de Mariló Montero, que más que hablar de ella, contestó cuestiones sobre su vida (de hace años) al lado de Carlos Herrera que, por otro lado, también pasó por el programa pero que ni por asomo tuvo que hablar en profundidad sobre ella.
Más allá de esto, el programa tiene una especie de sección sin sentido en la que el invitado y Bertín cocinan juntos en una cocina que puede medir, aproximadamente, como tu casa. Porque eso sí, estilo quizás el programa no tenga ninguno pero el escenario (la casa de Bertín) es una mansión preciosa de la que hace alarde cada miércoles, con planos desde todos los ángulos.
Decía que la sección no tiene sentido porque Osborne la empieza siempre con un “yo es que no sé cocinar”. Y es que claro, como bien dijo Mariano Rajoy, también invitado del programa: “Las mujeres son las que cocinan bien”. ¿Por qué entonces esta sección, además de para reírse las gracias entre el entrevistado y el entrevistador y lo hilarante (?) de esos momentos en que se miran sin saber que hacer con una sartén o cómo encender una vitrocerámica?
Cuando el invitado es un hombre, aparecen la mujer o la hija de Bertín, cuya presencia se justifica porque, claro, alguien tendrá que cocinar. Y ellos no van a ser. (Quizás aparezcan más mujeres de la familia, no lo descartemos, pero lo cierto es que por salud mental no he visto todos los episodios de esta serie de terror).
En el último programa, una entrevista a Iker Casillas, y tras hablar de cosas de hombres y de hacer chistes sobre lo mal que cocinan (que no pare la fiesta), se dirigieron a la cocina para dejar claro que no era falsa modestia sino que realmente no tenían ni idea. Una vez allí, y con la promesa de hacer unos dificilísimos huevos fritos con patatas, Iker miró el pelapapas como si de un ovni se tratara. La mujer en esta ocasión que apareció en la cocina, hábitat natural de las mujeres en este espacio de TVE, fue Sara Carbonero.
Sara comienza a explicarle a Bertín cómo llevan ella e Iker la vida en Oporto. Éste asiente para, acto seguido, dirigirse a Iker y preguntarle dónde quieren que nazca el bebé que están esperando. Sara intenta contestar, pero lo hace Iker. Bertín sí que se dirige a ella, sin embargo, para preguntarle: “Tú que sabes, ¿esas patatas están ya hechas o no?”. Igual no me creen, yo tampoco me lo creería, pero fue así.
“Tú que sabes”. Porque Sara es una mujer y eso a Bertín, que es un lince, no se le pasa por alto. Y como mujer ha de saber. Cualquiera le decía al marqués que ni idea de cuándo una patata está lo suficientemente hecha. Lo mejor de todo es que, no es hasta que Sara se va de la escena, que el presentador realiza las preguntas que la atañen a ella (después de valorar su físico: “Oye, está guapísima Sara, tú”), y se las hace a Casillas, claro. Porque las cosas importantes hay que hablarlas entre hombres. “Y, bueno, ¿volverá a trabajar?”
Es grandioso este programa, porque te presentan una casa perfecta, limpia, diáfana, con vistas espectaculares y zonas ajardinadas, a un señor bien vestido que es supercampechano, graciosísimo (?), una entrevista amable donde se habla de felicidad y nuevos proyectos, sin profundidad de ningún tipo para que no pienses demasiado. Y lo que es, en realidad, no es más que un programa producido con nuestros impuestos que mete en la casa de los españoles una estampa con un mensaje clasista y machista, rancio y falto de tacto. Un programa alejado de la vida real que viven millones de españoles. Un espacio de dos horas donde unos señores de clase alta hablan de cosas de señores de clase alta, rodeados de lujo mientras una mujer les hace la comida.
Pero como todo es siempre susceptible de mejorar, Bertín nos regaló unas declaraciones:
“Soy el más feminista del mundo. Me encanta que la mujer haga su vida, que sea independiente, que se divierta... Lo peor del mundo es tener en tu casa a una persona que no es independiente. Porque cualquier persona que no sea independiente y tenga que convivir en tu casa te hace la vida imposible”.
70.000 euros cada programa. TVE, la de todos, pero de unos más que de otras.