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Vencedores y vencidos de las futuras elecciones europeas

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (izda), aplaude tras intervenir en el pleno del Congreso de los Diputados celebrado este miércoles.
23 de mayo de 2024 22:51 h

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Hay tres resultados que son la clave de las elecciones europeas vistas desde España: el más importante es el de la confrontación entre el PSOE y el PP; luego viene el de la que librarán el PP y Vox; y, por último, los porcentajes que obtengan Sumar y Podemos. El único pronóstico fiable disponible, por polémico que siempre sea, es el barómetro que acaba de publicar el CIS, que coloca a los socialistas 5 puntos porcentuales por encima del PP, a Vox recortando su distancia con el Partido de Núñez Feijóo respecto de las últimas europeas y a Sumar peleando con Podemos por la cuarta plaza.

Es demasiado grande la distancia que el sondeo establece entre socialistas y populares como para pensar que la campaña electoral -por muchas sorpresas y golpes de efecto que se produzcan en la misma, que se producirán- pueda dar un vuelco sustancial a esas perspectivas. Seguramente ni un eventual procesamiento de la esposa del presidente del Gobierno -que el nunca muy creíble OK diario ya daba como un hecho en la tarde del jueves- podría producir un giro tan traumático como ese. Pues, aunque la derecha y la ultraderecha estén centrando prácticamente todos sus esfuerzos en golpear a Sánchez por ese flanco, el asunto lleva demasiado tiempo coleando como para que pudiera tener un impacto en las encuestas que no se haya registrado ya.

Dos son los problemas que tiene el PP para no mejorar mucho demoscópicamente en estos momentos. Uno es que su mensaje desde la oposición es demasiado monocorde y reiterativo como para entusiasmar a sectores significativos de la opinión que estén en el limbo de la abstención o del no saben/no contestan. El otro es que Vox, desde su batacazo en las elecciones de julio de 2023, no sólo no ha seguido cayendo, sino que parece recuperarse algo.

Además, en los últimos tiempos el partido de Santiago Abascal está logrando un protagonismo impensable hace algunas semanas. Protagonismo mediático, sin duda. Su última convención, con el presidente argentino Milei como rutilante estrella invitada, ha sido un éxito de imagen que ha llegado hasta el último rincón del país y que también ha dado a conocer a Vox en no pocos países extranjeros.

Pero también protagonismo político fuera de nuestras fronteras. Porque en estos momentos en los ambientes conservadores de la Unión Europea está en curso una maniobra política de calado, encabezada por la presidenta Von der Leyen y otros líderes democristianos y del Partido Popular Europeo, consistente en abrirse a la posibilidad de que la ultraderecha italiana, encabezada por Giorgia Meloni, y también la española, aparte de algún otro exponente de ese mundo, se puedan unir a los populares para evitar que el grupo socialista se haga con la Comisión Europea y su muy amplia estructura de poder e influencia. La AFD alemana quedaría excluida de esa operación.

Habrá que ver en qué termina la cosa, pero por lo que se ha dicho esta semana en Bruselas el proyecto tiene visos de terminar bien. Si es así, el PP español y Vox estarían en el mismo grupo del parlamento europeo. Y hay quien podría pensar que ese sería un primer paso en el camino de un entendimiento también en España.

Seguramente falta mucho tiempo para que ese escenario pueda siquiera plantearse. Por el momento, el partido de Núñez Feijóo y el de Santiago Abascal son rivales electorales directos -aunque sean socios en varios gobiernos autonómicos- y se enfrentarán en las urnas este 9 de junio.

Una fecha que, en contra de lo que han dicho algunos agoreros, no debería propiciar un disgusto para los socialistas españoles. No sólo porque lo pronostique el sondeo del CIS, sino porque las cosas le están yendo bien al partido de Pedro Sánchez. Los duros enfrentamientos que éste ha tenido con el argentino Milei y con el gobierno israelí no deben haber afectado a la popularidad del presidente español, pues en ambos asuntos la posición del gobierno de Madrid -particularmente en lo que al reconocimiento del estado palestino se refiere- es ampliamente compartida por la opinión pública.

Al tiempo, la economía sigue yendo bien, con sus problemas, y hay una percepción popular de ese clima optimista sobre el que no se cierne ningún nubarrón en un horizonte temporal previsible.

Lo que no va tan bien es la relación entre los dos socios del gobierno, entre el PSOE y Sumar. El voto en contra del partido de Yolanda Díaz sobre la ley sobre la prostitución y la negativa del mismo a aprobar la ley del suelo propuesta por los socialistas obligándoles a retirarla, son solo dos indicios de que la competencia electoral para las europeas entre ambos socios es más encarnizada de lo que se podía pensar hace poco tiempo.

No parece que el gobierno de coalición corra peligro, pero la actual confrontación dejará huella. Porque el PSOE quiere obtener el mayor número de votos que pueda y Sumar puede quedar herido por esa ofensiva socialista.

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